El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

Archivar para el mes “noviembre, 2014”

Escalones

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Había unos escalones
delante de una puerta cerrada
contra la que me recostaba.
Que me sostenía.

Eran dos escalones
de cemento gris pulido.
Frente a una plaza donde no paraba nunca de llover.

Dos peldaños bruñidos
que quedaron marcados
con dos ardientes lagrimones.
Del amor que no fue.

Ya no está la puerta 
ni los escalones.

Del árbol de la plaza quedan solo ramas secas.

Tampoco está el dolor.

Golcar Rojas

«Otro inquilino de Plaza Odot» de Fernando Núñez Noda

Foto tomada de Ciberneticón http://ciberneticon.com/preludio/

Foto tomada de Ciberneticón http://ciberneticon.com/preludio/

Tiene Fernando Núñez Noda una capacidad especial para despertar en mí una especie de susto con algunos de sus textos. Crea unos mundos ficticios, irreales, paralelos que a medida que voy leyendo me embargan de temor, de una aparente certeza de que lo que estoy leyendo puede ser o convertirse en real.

Ese susto lo experimenté a medida que iba recorriendo las líneas de su novela “Otro inquilino de la Plaza Odot”, un thriller periodístico cargado de suspenso y contado en tono de historia de ciencia ficción muy al estilo de Minority Report, aquella película futurista que en 2002 protagonizara Tom Cruise dirigido por Steven Spielberg.

La historia es una investigación periodística sobre un hombre, una presencia, un ectoplasma, un nosesabequé que habita en las instalaciones de Plaza Odot y que se ha tornado en una obsesión para los administradores del lugar. Es una novela en la que el autor nos remite a La carta robada de Poe pues, como en el cuento policial del estadounidense, una carta robada le da al personaje el poder sobre el devenir de la historia.

El personaje del huidizo Inquilino le permite a Núnez Noda hilar una trama de misterio que atrapa describiendo un mundo imaginario en el que la tecnología y los avances de internet, bits, redes,  pasan a convertirse en un personaje siempre omnipresente en la trama que tal vez es lo que contribuye a crear en el lector ese susto de que podría ser o llegar a ser una realidad aterradora.

La novela está escrita en dos partes plenamente diferenciadas. Una primera parte narrada por un narrador omnisciente que cuenta cómo el periodista investigador se ve obsesionado gracias a la atracción de una mujer, por la historia que le encomendaran investigar sobre el misterioso inquilino, para un reportaje que en un principio no le apetecía en lo absoluto.

Y una segunda parte narrada en primera persona por el  propio inquilino por medio de una carta que dejara al periodista investigador. Un cambio de narrador que, no obstante, logra mantener la unidad de estilo y la ilación de la historia.

Aunque la novela está ubicada en los primeros años del siglo XXI, tiene un tono y estructura que la ubican a mí entender en una especie de novela futurista, de historia de ciencia ficción.

Al final, es inevitable hacer un paralelismo entre la historia del Inquilino y la propia historia del autor pues tanto el protagonista de la novela como Núñez Noda se desplazan en el espacio, huyen del caos, se mudan en busca de un futuro mejor o de una realización personal augurando un destino de cambio  y posible retorno, si no del propio inquilino,  sí de unas nuevas generaciones. Así lo dice el Inquilino:

“El caso es que ya mis ojos acarician el plateado océano, cruzamos las alturas hacia tierras antípodas, mientras garrapateo estas confesiones”.

Para terminar con esta predicción:

“Lejos de esta tierra de éxodo nacerá en los próximos cinco años la tan esperada, anticipada y magnifica Ciudad Odot, nueve veces mayor que su hermana la ciudadela.

Y es entonces cuando el otro inquilino de Plaza Odot piensa traer una nueva generación a este mundo”.

Nota: La novela será presenta en físico el jueves, 20 de noviembre. The Chill Concept. 114 NE 20th Terrace. Miami, Fl. 33137 – 8 pm. Y está disponible en Amazon

Mea culpa

Foto tomada del Facebook

Foto tomada del Facebook

Yo es que tiendo a ser muy judeocristiano en eso del manejo de la culpa. Hay días, especialmente noches, en los que siento que todo lo que pasa en el mundo es culpa mía. Entonces, el dolor en los hombros y la mente que no para y da vueltas sobre el mismo tema una y otra vez no me dejan dormir.

Dos, tres, cuatro de la mañana y el cuerpo agotado pide un reposo pero la mente sigue agitada, sin lograr desconectar. En eso tengo varios días. Pensando en la culpa que tenemos los “buenos” de que los “malos” hayan podido hacer en el mundo todo lo que hacen. Siento el peso de Venezuela en mis espaldas y, como si fuera poco, ahora el de los 43 estudiantes mexicanos asesinados también.

¿Qué dejamos de hacer los buenos del mundo para que Venezuela haya llegado a la situación que ha llegado y para que alguien se sienta con el derecho de desaparecer a 43 estudiantes en México?

Pienso, pienso, pienso… busco el sueño y la paz entre oraciones inconclusas, interrumpidas por nuevos pensamientos…

Tal vez si yo no hubiera abandonado cuando sentí que ya no podía más. Si hubiera insistido… Por qué dejar el campo libre a quienes sabemos que son corruptos y no luchar…

Diostesalvemaría llena eres de gracia…

Si el vecino honesto hubiera denunciado a ese otro vecino que sabía que vendía drogas en la cuadra…

Padrenuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre…

A lo mejor si el estudiante aquel que sabía que los líderes estudiantiles estaban negociando con los tickets del comedor… o el profesor que también lo sabía… si hubieran hecho algo para parar eso a tiempo.

Santamaríamadre de Dios…

Si se hubiera protestado cuando el rector de aquella universidad decidió poner en el cargo de director a su hijo por el solo hecho de ser su hijo aunque no hiciera su trabajo… Si hubiéramos protestado cuando el gobernador puso a su hija de secretaria de Cultura por el simple hecho de ser su hija…

Diostesalve reina y madre madredemisericordia…

Si no nos hubiésemos hecho de la vista gorda porque el que estaba cometiendo actos de corrupción es amigo, o hijo del amigo, o hermano del amigo…

CreoenDiospadretodopoderoso creador del cielo y de la tierra…

¿Y si no nos hubiéramos quedado callados cuando supimos que aquel periodista amigo cobraba por publicar una información, si hubiéramos denunciado la palangre…?

Oh, María es madre de gracia y madre de misericordia…

No debimos callar cuando descubrimos que el esposo de aquel paladín de la justicia y luchadora contra la corrupción estaba en nóminas de la gobernación cobrando como asesor unas asesoría que nunca daba…

Gloriaalpadre, gloriaalhijo y gloriaalespíritusanto…

Pero no hicimos nada de lo que como buenos que somos debimos hacer. Nos apartamos. Decidimos que no podíamos perder la vida luchando contracorriente. Asumimos que los malos son más y pueden más. Nos hicimos a un lado y empezamos a vivir nuestras vidas dejando que ellos se apoderaran de todo. Porque parece ser que la constancia en los malos es mucho más fuerte que en los buenos. Su perseverancia no parece tener límite, como su maldad y ambición.

De esa forma, el vecino que vendía drogas llegó a diputado. El estudiante mafioso terminó de ministro de Educación. La hija del rector terminó siendo ministra de educación y el hijo del gobernador ministro de cultura. Los corruptos que lograron que yo abandonara la vida de servidor público continuaron arrasando con los dineros del país. Se hicieron multimillonarios, banqueros, empresarios, dueños de medios. El amigo, el hijo del amigo, el hermano del amigo terminaron dirigiendo la vida de todos.

Y llegamos al punto en que en un lugar del mundo, que puede ser cualquier lugar del mundo cercano a cualquiera de nosotros, unos de ellos se sienten con el derecho de matar y desaparecen a 43 estudiantes.

Y la culpa no me deja dormir…

Ruega por nosotros.

El delito de pretender comprar una batería

Cadena por el pin. Cadena de Wap. Llamadas a amigos. Grito al cielo. ¡Alguien que nos ayude a conseguir una batería! (Foto tomada de la web).

Cadena por el pin. Cadena de Wap. Llamadas a amigos. Grito al cielo. ¡Alguien que nos ayude a conseguir una batería! (Foto tomada de la web).

Al girar la llave del encendido del carro, el ruido extraño del motor, como de agotamiento por tanto esfuerzo, nos dio la inconfundible señal de que la batería estaba llegando a su final. Nos estaba anunciando que nos preparáramos psicológicamente porque estaba dando sus últimos estertores.

Cristian y yo nos miramos con cara de terror. Buscamos la factura de la batería y, según la fecha de compra, acababa de cumplir 14 meses funcionando. O sea, el agónico ruido era la despedida de la fuente de energía y el inicio del cuento de terror que significa en Venezuela pretender comprar una batería de automóvil.

En cualquier país normal y decente, por muy pobre que sea, lo común en estos casos es dirigirse a cualquier negocio de ventas de baterías, comprar una y cambiarla. Hasta no hace mucho tiempo, incluso en tiendas por departamentos como Makro o Epa, uno conseguía la batería necesitada sin mayor problema que escoger la marca, amperaje y procedencia -nacional o importada-.

Pero eso era sencillo como en cualquier parte del mundo (excepto en Cuba, supongo), cuando esto era Venezuela. En la república bolivariana de venezuela legada por Chávez, las cosas han cambiado y lo que en cualquier parte del orbe no es más que un simple trámite, una negociación entre alguien que necesita algo y tiene el dinero para comprarlo y un proveedor que tiene el producto y lo quiere vender. -Sencillito, ¿no?-. Pues aquí eso implica un titánico esfuerzo y una interminable pesadilla. Hasta título de propiedad del vehículo hay que presentar y no permiten comprar más de una batería por auto cada 6 meses. No tardarán en imponer allí también las captahuellas con cuya venta alguien debe estarse haciendo multimillonario pues las terminarán poniendo hasta en los baños de carreteras.

Cristian y yo nos persignamos y encomendamos a todos los santos y arrancamos a hacer las diligencias que teníamos pendientes. No queríamos apagar el motor para evitar malos ratos, pero uno de los trámites que debíamos realizar precisaba de la firma de ambos, por lo que tuvimos que estacionar, apagar el carro con el miedo en el alma y dirigirnos con optimismo, con fe, a las oficinas donde debíamos firmar.

Al volver al carro, la pesadilla cobró carne. La fe no nos funcionó. ¡El carro no quiso prender! Ni siquiera hizo un pequeño intento. Sonó «clic» y de allí no hubo quien lo sacara.

Me bajé y empecé a empujar. Por suerte, es sincrónico. Pero, el piso era de una fina arena y los zapatos se me resbalaban. A cada intento por mover el carro, me deslizaba hacia atrás y el remardito vehículo ni se inmutaba. En cualquier momento terminaría de jeta en el piso.

Un alma caritativa que estacionó su carro junto al nuestro, se compadeció de mi sufrimiento y, sin siquiera solicitárselo, se puso a mi lado y me ayudó a empujar. Al instante, el motor rugió y arrancó. A nadie le falta Dios, diría mi madre.

Cadena por el pin. Cadena de Whatsapp. Llamadas a amigos. Grito al cielo. ¡Alguien que nos ayude a conseguir una batería!

Las colas en los establecimientos de venta de baterías son de dos y tres días. A las dos de la madrugada ya hay gente en las afueras de los negocios para hacer su fila. Con Griffith blanco marcan el número de llegada en los parabrisas. Los vendedores de café y guarapos aprovechan. También los de empanadas. Los malandros también. Ya ha habido casos de atracos en esas colas.

Todo un negocio paralelo e ilegal ha ido prosperando alrededor de la necesidad de baterías. Desde el empleado que se rebusca una ganancia vendiendo a sus clientes por la izquierda, hasta el revendedor que las vende a más del doble de su precio. Desde el que hace la cola y vende el puesto, hasta el vecino del establecimiento que por mil bolívares se queda esa noche con el vehículo y a la mañana siguiente te lo entrega con su batería nueva.

¡Hasta 10 mil bolívares nos han pedido por una batería que en el mercado formal no debería pasar de 3 mil! Algunos se han dedicado a importarlas de Ecuador a dolar paralelo y las venden al precio equivalente, mas de 7 mil una que normalmente costaría 3 mil o 3 mil 500. Garantía de 6 meses nada más pues aunque el fabricante ofrece 2 años, en Venezuela se evitan problemas y lo dejan en 6 meses. Porque aquí no solo es complicado comprarlas y venderlas, también lo es el sistema de garantía, entonces se evitan problemas y solo responden por cambios, por otra batería, si presenta desperfectos durante esos 6 meses. Después, a llorar al Valle.

Otra modalidad es comprar por 500 o mil bolívares menos que el precio de revendedores, una batería usada, sin garantía y, muy probablemente, robada porque el robo de baterías es un «negocio» que ha florecido con la revolución. Tan frecuente, que hay compañías de seguros que basan sus publicidad en un seguro especial para las baterías.

Para comprar la batería nueva, uno debe llevar la batería vieja. Pero no es tan fácil, también se debe llevar el carro al que le va a poner la batería nueva. ¿Que el carro no prende porque no tiene batería? ¿Porque te robaron la batería? No es mi problema. Si no está el auto y no hay batería vieja, no puedes comprar una nueva. Son las normas.

¿Drogas? Ah, no, tranquilos. Eso sí se compra con facilidad. En cualquier casa de vecino te dan las señas de quién y dónde las venden. ¿Qué quieres? ¿Marihuana? ¿Coca? ¿Crakc? Cualquiera te indica dónde y en tres minutos cumples tu deseo. Para comprar alimentos, medicinas, productos de limpieza o de aseo personal y baterías sí es más complicado porque son actividades que han llegado a ser delito que se paga con cárcel en la tierra bolivariana de Chávez y Nicolás.

Golcar Rojas

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