¿Será que estoy paranoico?
Pensé que la noche del 15 de abril para el 16, dormiría profundo y descansaría plácidamente luego de haber tenido una tensa y larga noche esperando los resultados y de haber pasado un intenso día de protestas, tensión, emociones y descargas. Estaba seguro que dormiría como un bebé al no más poner la cabeza en la almohada.
Pero en mala hora se me ocurrió poner VTV ya cerca de la una de la mañana, antes de dormir.
Lo que había en pantalla era una transmisión de terrorismo de estado. Las “informaciones” y reportes que transmitían parecía un parte de guerra. Hablaban de muertos en varias partes del país. De sabotajes y atentados. Varios gobernadores aparecían por teléfono dando terroríficos reportes de supuestos hechos de violencia sucedidos en sus localidades. Por supuesto, todo mostrado con la más evidente manipulación y mala intención y atribuyendo los hechos vandálicos a la oposición que desde que se dieran los resultados electorales no ha hecho más que exigir un reconteo de los votos que demuestre que ese resultado dado por el CNE se ajusta a lo que los votantes expresaron en las urnas.
Inmediatamente, mi mente escuálida y cochina, sospechó que todo se trataba de lo que en el argot periodístico se llama “montar una olla”. Es decir, anunciar supuestas informaciones como ciertas y sin mayores evidencias, con la única finalidad de ir generando una matriz de opinión que justifique, más tarde, cualquier acción al respecto. Ya en Venezuela estamos curados con esas actividades muy típicas del régimen castrista y del G2 cubano. Generan una matriz de opinión, hacen todo un abono periodístico de lo que a ellos les interesa para después arremeter contra líderes políticos o de opinión, basados en las informaciones supuestas que ellos mismos forjaron.
La pantalla de VTV era una transmisión de guerra y, entre anuncios de muertos, destrozos y atentados iban intercalando amenazas y atribuyendo culpas a la oposición que desde el domingo reclama que nos demuestren que nuestros votos realmente eligieron al presidente que en la tarde proclamó el CNE.
Para tratar de distraerme, abro el Facebook y encuentro que en el muro de una amiga que vive en las Residencias San Martin, los edificios que se encuentran detrás de la sede del CNE y donde se encontraban en protestas estudiantes zulianos pidiendo el reconteo de los votos y la verificación de los resultados, pone: “Balacera cercanías CNE Maracaibo”.
Casi al mismo instante me llegó un mensaje de pin: “Hay dos muertos en el CNE”.
Inmediatamente, salté al twitter a ver que me encontraba. Luego del terror visto en la pantalla de VTV, me resistía a pensar que el estado de facebook de la amiga y el pin de la otra amiga, a quienes conozco por serias y confiables, fuesen bromas de mal gusto. Aunque en el fondo lo deseaba. Empecé a recorrer el Timeline y de pronto, veo un tweet que dice:
“Con muerto y todo!!! Aqui en el cne de maracaibo.. Quien es el muerto? De los tupamarus”
Ponía un link a una confusa fotografía en la que se distinguía un lugar acordonado, policías y un cuerpo en el suelo.
Ya el sueño se me había ido al diablo. Sigo leyendo el Twitter y consigo una información relacionada con lo sucedido cuyo título ponía: “Ataque de Tupamaros a estudiantes en el CNE Zulia dejó dos muertos y 6 heridos”.
Leo la información que da cuenta de que un grupo de tupamaros se acercó al lugar para atacar a los estudiantes y la Guardia Nacional mató a dos de los atacantes al defender a los muchachos.
Ya la cosa empezaba a tornarse en película de terror en mi cabeza. Una punzada me taladraba el entrecejo. A pesar del cansancio, por la impresión de las informaciones sabía que no podría conciliar el sueño con facilidad. Sigo leyendo tuiter y me encuentro con una captura de pantalla de un tuit de Andrés Izarra que decía: “A nada le temen más esas hordas fascistas dirigidas por #CaprilesFascista que a los motorizados del pueblo. Habrá que organizar algo mañana”. 10:30 p.m. 15 abr 13
Y casi que a continuación veo un video grabado en la Circunvalación 1 de Maracaibo en la que una patrulla de policía de la alcaldía oficialista de San Francisco parece arremeter contra algunos manifestantes. Ya a este punto lo que me provocaba era hacerme una merengada de valium y meterme debajo de la cama. Parecía que estaba en marcha un plan de terrorismo de estado, al menos así lo sentía yo.
No dormí. Lo que hice las horas que estuve en la cama fue revolcarme de un lado a otro. Cuando el día clareó, me puse la almohada en la cara para evitar la luz que se filtraba por la ventana y que me producía ardor en los trasnochados ojos.
Finalmente me levanté. Me bañé y me vestí y a eso de las 10 de la mañana salí camino al CNE para acompañar la marcha que llevaría a la institución electoral el documento con la solicitud formal del reconteo de los votos, como sucedería en todas las sedes regionales del país.
El calor era aun más inclemente que el del día anterior. El cielo estaba despejado y los rayos del sol pasaban sin ningún filtro. Afortunadamente, esta vez tomé la precaución de ponerme mi gorra tricolor y cargar con un cooler con agua y hielo.
El lugar estaba a tope de gente y detrás de mí, seguía llegando más. Abundaban las pancartas que reivindicaban la protesta solicitando el reconteo y otras más jocosas e ingeniosas. A ratos, las pancartas y banderas eran utilizadas como parasoles para tratar de mitigar el calor y el ardor producidos por los inclementes rayos del sol del mediodía. Todos sudábamos y teníamos las caras y franelas empapadas de sudor pero seguía llegando gente.
Mucha gente joven, muchos estudiantes. Por parlante escuchaba a un estudiante decir: “Hacen falta mucho más que balas para acabar la esperanza de esta juventud”, y no podía dejar de pensar en las amenazas y el terror puesto en pantalla en VTV la noche anterior.
-No hemos dormido y no nos vamos a mover hasta que se logre el conteo voto a voto, dijo. Y empezó a relatar lo sucedido la noche anterior cuando los tupamaros, según dijo, enviados por el Alcalde de San Francisco Omar prieto arremetieron contra ellos.
-Omar Pietro desató una noche de cristales rotos con 5 dirigentes presos. ¡Cobardes! Mientras otro estudiante aseguraba que “Nuestra conciencia ni se compra ni se vende”.
Uno de los oradores informó que el objetivo se había logrado y que el documento se había entregado al CNE. Pero la gente no tenía intenciones de moverse de allí y continuaban llegando más personas.
Llegó la hora en que yo tenía que abandonar el lugar. Pasaba de las 12 del mediodía y yo tenía que trabajar. Cuando emprendíamos el camino a donde habíamos dejado el carro, el ruido de un helicóptero nos hizo mirar al cielo.
Una nave rojita comenzó a volar en círculos sobre la manifestación. Volaba bajo, más bajo de lo que la prudencia indicaría pasando sobre los edificios. Los presentes comenzamos a pintarles palomas con las manos, quienes conocen del tema, aseguraron que se trataba de un helicóptero de la Alcaldía de San Francisco. Si, la de Omar Prieto.
Por un momento, llegué a pensar que la nave nos seguía a nosotros pues cambió de repente su ruta de vuelo y en lugar de dar la vuelta donde lo había hecho anteriormente en varias oportunidades, lo hizo sobre el lugar donde nosotros nos disponíamos a subir al carro.
Me daba la sensación de que el régimen de gobierno en Venezuela estaba transformándose violenta, rápida y vertiginosamente de una neodicatadura, a una dictadura clásica con toda la represión y persecución que eso implica. Espanté esos pensamientos paranoicos con un sacudón de cabeza y me fui a trabajar.
El cuerpo daba señas del cansancio y un cierto malhumor comenzó a apoderarse de mí. Pensaba en VTV, en los tupamaros muertos, en el video de la Circunvalación, en el tuit de Izarra y la sensación de vivir bajo un régimen opresor no me abandonaba. Pensaba: “Cómo quisiera vivir donde un pueblo que protesta no es sospechoso de nada y donde la protesta no sea considerada como un atentado sino como un derecho, un reclamo que debe ser atendido”.»¿Será que estoy paranoico?»
Una foto que me enviaron por pin, daba muestra de francotiradores en los edificios aledaños al CNE: Vi un video que me enviaron de Mérida en el que unos motorizados oficialistas acosan a la gente y disparan y la cara de Tibisay Lucena se cruzaba por mi mente porque no podía dejar de pensar que en sus manos está la pacificación del país. Solo bastaría con que ella acepte que se abran las urnas electorales y se cuenten los votos para que ambas partes del país vean satisfechas sus demandas. Yo quisiera saber si efectivamente mi voto eligió o no.
Traté de escuchar la rueda de prensa que ofreció Capriles pero, desafortunadamente, en el trabajo no tengo cable de televisión ni internet y, los medios públicos, tanto los oficialistas como los privados (Televen y Venevisión) no estaban transmitiendo. Durante todo el día el gobierno encadenó los medios en varias oportunidades y hasta los que no querían, tuvieron que oírlo. Pero quienes no contábamos en ese momento con Globovisión o CNN, no podíamos tener acceso a las palabras del líder. Allí es cuando uno se da cuenta que a un inmenso número de población que no tiene cable, lo único que reciben a través de sus pantallas es el discurso oficial. El discurso ese que monta ollas de terror como la que vi la noche anterior, que manipula, tergiversa y desinforma flagrantemente.
Por un ratito pude escuchar a Capriles porque tanto Televen como Venevisión se conectaron con la rueda de prensa, pero justo en el momento cuando Capriles comenzaba a mostrar las evidencias del fraude con las que cuentan y por las que exigen el reconteo, ambos canales dejaron de trasmitir. Para, completar, al poco rato, una cadena del oficialismo, tumbó la rueda de prensa de Henrique. Solo por tuiter logré tener acceso a lo que Capriles tenía que decirle al país, y pensé ¿Cuántas personas tienen cuenta en la red social? Pocas. Muy pocas.
En la noche, el cacerolazo sonó como nunca. La estrategia del régimen de convocar un cohetazo a la misma hora y pedir que sus seguidores pusieran la música a todo volumen para que silenciaran las protestas de las ollas, no surtió efecto. Mis vecinos chavistas ni se asomaron a la ventana, mucho menos poner música o explotar cohetones. La estación de Vive TV que queda cerca puso sus amplificadores de sonido al inicio del cacerolazo a todo volumen pero pronto se dieron cuenta que lo que hacían era contribuir con el ruido de la protesta y lo apagaron.
En esta oportunidad protestamos dentro de nuestras casas. Haciendo caso a los lineamientos dado por Capriles, no salimos a la calle para evitar. Ya a mí me había llegado información de que en el centro del país tenían preparados 3 mil motorizados para salir a amedrentar y no quisimos exponernos. Queremos reconteo de votos no perder la vida ni ser héroes.
Por la calle un carro rojo desconocido pasa lentamente, mirando hacia el balcón donde me encuentro con mi cacerola. Sigue de largo y al rato, vuelve a pasar. Pasa una tercera vez y no puedo evitar recordar los comités de defensa de la revolución cubana. La paranoia sigue subconscientemente. Pasan dos vehículos con una bandera roja oficialista y costosísimos equipos de sonido a todo volumen con canciones pro gobierno y las cacerolas se enfurecen más. Retumban con mayor pasión. Siguen de largo los dos autos…
Mientras termino de escribir estas líneas, siento que el cansancio me vence. El sueño es grande y los ojos me arden por el cansancio. El calor del sol recibido aun lo siento en el cuerpo. Creo que es hora de dormir. Esta vez, no pasaré por VTV.