El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

Archivar para el mes “abril, 2014”

Hilaria

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(Cuento)

Primera entrega

Hilaria recorre frenéticamente la casa de arriba abajo. No puede controlar su emoción mientras escudriña por todos lados buscando en gavetas y escaparates. Abre viejos libros llenos de polvo y con páginas amarillentas y rotas. Rebusca dentro de maletas empolvadas que llevan años arrumadas sin usarse. Baja cajas que tienen tiempo sin abrirse y curucutea en viejas carteras que parecen tener siglos guardadas sin usarse.

Quiere aprovechar al máximo el tiempo que Jacqueline estará en su liceo para encontrar fotos, dibujos, tarjetas, todo el material que  pueda haber guardado para prepararle un regalo especial a su hija que en pocos meses estará cumpliendo quince años de haber llegado a su vida para cambiarla irremisiblemente.

De un sobre amarillento que encuentra dentro de una vieja cartilla con fotos y nombres de animales, que sirvió  para enseñarle a Jacqueline el abecedario y que pone afuera en letra de molde “12 de mayo de 1996, regalo del día de la madre”, saca una flor seca, ahora con frágiles pétalos marrones, pero que ese domingo del 96 era una hermosa y fragante rosa roja. Instintivamente y con mucho cuidado para no dañarla, se acerca la momificada flor a la nariz y le parece sentir el aroma intacto de hace 11 años.

Cierra los ojos y por un instante está en la floristería de Sábana Grande con la pequeña Jac aferrada a su mano y con el dedito índice señalando la rosa.

-Esa mami- Balbucea.

Hilaria toma la flor del ramillete y le pregunta:

-¿Esta?

-Sí- Dice la niña y sonríe.

-Perfecto. ¡Este será mi regalo de día de la madre!

Hilaria aspira el intenso olor de la rosa. Paga y continúan felices su paseo hasta la heladería de la siguiente esquina para saborear el rico helado de pistacho que les encanta a las dos y que comparten en momentos especiales de felicidad.

Hilaria va encontrando en cada rincón objetos especiales que conforman la historia de vida de Jac. En una maleta encuentra el faldejín color hueso con el que la bautizó, los escarpines y el monito amarillo para la suerte con que los que la vistió para sacarla del hospital cuando nació y los primeros dientes que mudó. Todo bien envuelto en una bolsa plástica azulada de tintorería.

En una cartera de opaco patente negro con oxidados cerrojos de metal consigue la carcomida partida de nacimiento y, doblado junto a esta, un viejo recorte de periódico amarillento y a punto de deshacerse.

Con cuidado despliega el recorte y al abrirlo ve en letras rojas un titular que dice:

“Decapitado sádico en cárcel de Santa Ana”.

En letras más pequeñas un subtitulo:

“Los reclusos jugaron fútbol con la cabeza del pedófilo”.

Un escalofrío se apodera del cuerpo de Hilaria al leer y siente un calambre que le recorre la columna vertebral y la hace estremecer al ver la borrosa imagen de un cuerpo decapitado en medio de una mancha negra de sangre, junto a otra granulosa imagen de la cara del hombre asesinado. Lee:

“Xavián Chacón, conocido como el “monstruo de Táriba”, fue ajusticiado en el penal de Santa Ana la misma noche de su ingreso a la cárcel acusado de la violación de una niña de 6 años en la población tachirense de Táriba, donde residía desde hacía cinco meses.

Al “Monstruo de Táriba” lo apresaron luego de rescatarlo de las manos de una poblada que pretendía lincharlo cuando la madre de la menor lo encontró abusando de su pequeña hija en la habitación de la residencia donde vivía alquilado.

Como fue detenido en flagrancia, a Chacón lo encerraron en Santa Ana junto a presos de alta peligrosidad y, según relatan algunos reclusos, al no más pisar la celda, los reos líderes de la penitenciaría sentenciaron que no amanecería vivo.

Así fue. En horas de la madrugada, Xavián Chácon fue sacado a empujones al patio de la penitenciaría. Lo golpearon salvajemente, lo desnudaron, le cortaron su miembro viril y se lo metieron en la boca para luego decapitarlo con un certero golpe de afilado machete y jugar al fútbol con su cabeza.

Narran algunos testigos que en ningún momento el occiso intento defenderse. Ni siquiera se le escuchó gritar o lamentarse. Era como si, resignado, aceptara su condena.

Hasta el momento de la publicación de esta información, nadie ha reclamado el cuerpo del “Monstruo de Táriba”, por lo que en pocos días se le dará sepultura en una fosa común del cementerio municipal”.

Hilaria vuelve a doblar con cuidado por los pliegues el viejo recorte de periódico y lo pone de nuevo dentro del pequeño bolsillo de la vetusta cartera. Suspira profundamente, cierra la cartera y la pone de vuelta en su lugar. Mira alrededor observando dónde más buscar, como queriendo borrar de su mente ese momento que acaba de pasar. Nerviosa, retoma su búsqueda tratando de olvidar el recorte de prensa.

Se sube en una silla y del fondo de la parte superior de un escaparate toma un viejo morral, de él extrae dos piedras y dos conchas marinas recuerdo del primer viaje a la playa con Jac, y en otra maleta consigue un viejo álbum de fotografías, en su mayoría borrosas, fuera de foco y mal tomadas de los primeros años de vida de la niña. Con una sonrisa se detiene unos segundos en la fotografía de Jacqueline dentro de la inmensa olla de las hallacas. Cómo le gustaba a la niña meterse en esa olla con sus juguetes.

En una de las páginas está el primer mechón de pelo que le cortaron junto al pequeño, seco y arrugado trocito de cordón umbilical, esa pequeña parte que durante nueve meses la mantuvo, sin estar consciente de ello, atada a una vida que en su vientre se formaba sin saberlo.

Continuará…

Jesús de La Misericordia 2014

Imágenes de la procesión del Jesús de La Misericordia 2014 en Maracaibo

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Ver también: Jesús de la Misericordia recorre Maracaibo: http://wp.me/pEXLe-CZ

La Ola… La Tercera Ola

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Estoy en una larga cola de supermercado esperando pacientemente mi turno para pagar. Es una de esas experiencias que se nos han vuelto parte de nuestra cotidianidad a los venezolanos. Colas de una hora y media o dos para comprar “lo que haya”.

Como es habitual, uno en el aburrimiento de la fila, para matar el rato, revisa Twitter y Facebook al tiempo que conversa con los vecinos de la hilera. Conversaciones que siempre se basan en el deterioro de nuestra calidad de vida. En la inseguridad, la escasez, la vida que se nos va en una cola para perseguir un paquete de Harina Pan…

Es 04 de abril, y leo un tuit de Andrea Rocha, una periodista tuitera conocida en la red del microbloging como @andrearochap, que  logra crear expectativa y atrapar mi atención:

“Les voy a contar algo que me acaba de ocurrir y que sí no dreno… no sigo trabajando. Voy con varios twitts”.

A partir de allí lanzó cinco tuits más en los que con cortos mensajes logró contar la experiencia que tenía atragantada entre pecho y espalda:

periodista tuitera

Termino de leer los micro relatos de la periodista y la cabeza me empieza a dar vueltas sobre la historia. Me asaltan preguntas como ¿Cómo puede una madre cuya hija ha sido víctima del fanatismo del régimen chavista, una muchacha a quien los “colectivos de paz”, como eufemísticamente llama el oficialismo a bandas armadas cuyo comportamiento más se asemeja al de grupos de exterminio, seguir siendo seguidora del régimen? ¿Cómo puede una persona racional ver lo que sucedió ese día en la UCV, lo que ha venido sucediendo durante todos estos días de protestas en todo el país, reprimidas salvajemente y con una exagerada desproporción en el uso de la fuerza, negarse a creer lo que está viendo? ¿Cómo puede esa madre zanjar la conversación con su hija con un “Tu y esos tipos son capaces de ponerme a mí en Internet con una pistola. Yo puedo ver, pero no te creo nada”?

La respuesta llega sin mucho pensarlo. La hegemonía comunicacional, sin duda, está surtiendo efecto. Una vez más, Goebbles resulta exitoso. Es muy difícil contrarrestar el poder de los medios de comunicación oficialistas y las interminables horas de cadenas de medios que llegan a todos los rincones del país todos los días, con solo Twitter, Facebook, blogs, páginas web, televisoras como NTN24 que solo se ve por internet en el país, o CNN que únicamente llega por cable a un sector reducido de la población. Canales que apenas pueden dedicar un pequeño porcentaje de su programación de noticias internacionales a Venezuela mientras que por la vía de la televisión pública los mensajes y la propaganda del régimen no tienen ninguna restricción de tiempo ni de horario.

Mientras el régimen le inyecta diariamente su propaganda día y noche por banda abierta a la población, quienes quieren tener acceso a la otra parte de la información, quienes quieren saber qué pasa y qué hace la oposición tienen que dedicarle tiempo y esfuerzo a la consecución de información. Mientras el mensaje oficialista se cuela por radios y televisoras casi de manera inconsciente, la gente tiene que muy concienzudamente buscar la contra partida si quiere tener las dos versiones de los hechos. Y mientras los medios a favor del régimen repiten  sus mensajes y mentiras hasta el cansancio. En esos medios no aparece la versión de la disidencia y, si llega a aparecer, la montan de manera sesgada y manipulada y con tiempo mínimo en el aire.

No resisto la tentación de compartir lo leído y le comento a la señora desconocida que va delante de mí en la fila, acerca de la historia de la tuitera con su mamá y mi conclusión acerca de cómo ha llegado la gente a creer la versión oficial de la historia sin siquiera preguntarse o dejar un mínimo espacio para la reflexión y la duda. Es un “Yo lo estoy viendo pero igual no lo creo. No me da la gana de creerlo”.

La señora, muy simpática, me sigue la conversación y al final me recomienda que busque por internet una película alemana que se llama “La Ola”.

Llego a casa e inmediatamente, busco en YouTube y encuentro el film de 2008 dirigido por Dennis Gansel y que cuenta cómo van surgiendo los regímenes autocráticos. La película está basada en la experiencia real de 1967 de Ron Jones, un profesor de Historia de la escuela Cubberley de Palo Alto en California, quien hiciera con sus alumnos un experimento para demostrarles cómo aún en estos días es posible el surgimiento de regímenes autoritarios y dictaroriales.

La experiencia del profesor Jones acerca de la.autocracia, arranca a partir de una pregunta que se le hace complicado responder. Cuenta Jones que “Estábamos en mitad de una clase sobre la Alemania Nazi, cuando Steve (un alumno) preguntó “¿Cómo pudo el pueblo alemán, los ciudadanos de a pie, alegar ignorancia sobre lo que estaba pasando con los judíos?” Era una buena pregunta, pero yo no tenía ni idea de cómo contestarla.”

Fue así como el profesor decidió dedicarle una semana al tema de la autocracia. Montó un experimento mediante el cual pudo demostrarles a sus alumnos y a la comunidad estudiantil en general cómo a partir de la exacerbación de ciertos “valores” como la disciplina, el sentido de pertenencia a una comunidad, la fuerza de la acción, y el orgullo, la autocracia va cobrando forma y se va progresivamente implantando.

La película de Gansel tiene un final mucho más dramático y terrible que el relato original de la experiencia del profesor californiano pero en los dos casos lo importante es la enseñanza que nos deja y cómo logran responder la pregunta inicial del estudiante. Cuenta Ron Jones en su relato:

“Con lo que ha ocurrido durante esta semana, hemos podido ver lo que suponía vivir en la Alemania nazi. Hemos aprendido a crear un entorno social disciplinado, jurar fidelidad a esa sociedad especial y sustituir la razón por las reglas. Habríamos sido buenos alemanes y nos habríamos puesto el uniforme, listos para traicionar a amigos y vecinos. Ahora sabemos lo que es optar por la solución rápida y quemar las ideas, sentirse fuerte y superior. Conocemos también el miedo a ser excluido, a quedarse fuera, pero también el sentimiento de control y el placer de hacer lo correcto socialmente. Hemos visto que el fascismo no es algo que otra gente hace. No, ha estado aquí, en esta sala, en nuestras conductas y forma de vivir. Basta arañar la superficie para que aparezca.  La creencia de que los seres humanos son intrínsecamente malos y que por tanto son incapaces de actuar bien con su prójimo, lo que demanda un líder fuerte y una disciplina para preservar el orden social. Y además, la apología.”

“Esta es la lección final. La lección final es quizás la más importante y responde la pregunta con la que comenzó este experimento. ¿Recordáis la pregunta? La cuestión era la sorpresa en el pueblo alemán ante todo lo ocurrido, alegando ignorancia y desconocimiento. ¿Cómo el ciudadano alemán, el trabajador de la calle, pudo, al final del Tercer Reich, alegar ignorancia? ¿Qué causa que la gente borre su propia historia? Ahora tenéis la oportunidad de responderos vosotros mismos a esta pregunta.”

“Si el experimento ha tenido éxito de verdad, ninguno de vosotros admitirá haber estado aquí hoy. Al igual que los propios alemanes, tendréis problemas para admitir que habéis llegado hasta aquí. No querréis que vuestras familias y amigos sepan que estuvisteis dispuestos a ceder vuestra libertad individual a líderes invisibles. No admitiréis haber sido manipulados, haber aceptado la Tercera Ola como una forma de vida, haber formado parte de esta locura. Lo guardareis como un secreto, un secreto que yo compartiré con vosotros.”

Esto explicaría de alguna forma la reacción y la actitud de la madre de Andrea. Durante hora y media, el director alemán logra condensar lo que nos ha pasado en Venezuela en los últimos 15 años. La experiencia pedagógica de Jones nos da una cachetada con guante de seda que nos debería poner sobre alerta acerca de lo que se ha instaurado en nuestro país y nos debería hacer reflexionar y reaccionar. Posiblemente la madre de Andrea, cuando esto acabe, también borrará de su memoria todo lo sucedido, su ceguera selectiva de hoy se convertirá en oportuna amnesia.
Ojalá quienes leen estas líneas se tomen el tiempo de disfrutar el excelente film y leer la historia de Jones. Muchas cosas que vivimos les quedarán claras. Entenderán cómo llegamos a lo que llegamos y, seguramente con lagrimones en los ojos, como me sucedió a mí, se preguntarán:

¿Cómo podremos ahora desmontar esa “Tercera Ola”? La ola que arrasa con todo a su paso

De luces y sombras. Tiempos de Dr. Jekyll y Mr. Hyde

luces y sombras

Todos tenemos una parte de luz y otra de sombras.

El ser humano está diseñado de tal forma que puede albergar dentro de sí los más sublimes sentimientos junto a los más terribles y arrasadores. Todos somos unos Dr. Jekyll y Mr Hyde en constante pelea. Un polo positivo y uno negativo que buscan imponerse en nuestras personalidades. En nosotros está permitir que uno o el otro sea el que prevalezca, se imponga y rija nuestras acciones en la vida. Cada uno decide si se acurruca del lado de la sombra o se eleva del lado de la luz.

Cada quien tienen dentro de sí el botón que puede hacer que la parte lumínica se comunique con el exterior haciendo que las sombras se minimicen de tal forma que los demás no las perciban. Pero, también dentro de nosotros, está el poder para permitir que la parte obscura nos gobierne y sea la que se comunique con los otros apagando progresivamente el brillo de la parte luminosa y dejando al descubierto nuestra peores facetas.

Cuando nuestra parte obscura prevalece y se fortalece, se abre la caja de Pandora y solo podemos dar a quienes nos rodean y a quienes nos quieren los peores sentimientos. Entonces, nos volvemos un amasijo de reconcomio, resentimiento, odio, rabia, rencor, frustración, ira, soberbia y, lo peor de todo, desagradecimiento.

El ser humano en la mayoría de los casos, consciente o inconscientemente, pasa toda la vida tratando de vencer los demonios que pujan por imponerse. En su interior luchan el águila y la serpiente. Ambas fuertes, poderosas y seductoras. Es una experiencia de vida tener el poder de minimizar a una y permitirle a la otra que se imponga. Siempre estarán allí las dos caras de la moneda pero uno decide con cuál paga con más frecuencia.

Dos cartas leídas en estos días parecen confirmar lo dicho. Dos misivas públicas llenas de sentimientos y escritas desde el corazón de cada uno de los remitentes.

luces y sombras1La primera, es la carta que le escribió el padre del Winston Vallenilla a su hijo. Una epístola en la que el hombre de “sensatez otoñal”, lleno de amor y evidentemente afectado por lo sufrido junto a su hijo dice: “Como padre les pido reflexionen sobre estas palabras y cese definitivamente el ataque en contra de mi hijo y cualquier venezolano”.

Ciertamente, es lamentable a lo que hemos llegado. Es triste en lo que nos han convertido estos 15 años de odio inoculado desde el discurso divisionista y resentido divulgado durante horas interminables a través de los medios de comunicación encadenados. Terrible es que nos alegremos porque le revienten la boca a Winston y terrible es que se alegren porque un joven estudiante muera con un balazo en la cabeza. Los 15 años de odio nos han llevado a vivir desde el lado oscuro de nuestro ser. Como lo dice el propio padre de Vallenilla:

“(…) el domingo mientras aquel grupo nos atacaba, mientras sentía que la irracionalidad devenía en puños y patadas, pensé en la oscuridad del alma humana.
¿Por qué un grupo se envalentona y decide atacarnos?”

Y uno piensa, ¿por qué un grupo se envalentonó hace quince años y decidió atacar, dividir y sembrar el odio contra la mitad del país? ¿Por qué nos llevó a nuestra parte de oscuridad en lugar de hacer relucir nuestra luminosidad?

Le pide el señor Vallenilla a esa parte de Venezuela que no quiere a su hijo que piense en lo que está haciendo, cuando tal vez debería, como padre, decirle a su hijo que se pregunte qué ha hecho para merecerse tal aborrecimiento de la gente. Por qué se ha granjeado abucheos y cacerolazos en la calle. Por qué el joven alegre que gritaba “¡Famiiiiliaaa!” desde sus entrañas en un programa que disfrutaba todo el país por igual, de un momento a otro apareció en actos de campaña política con un discurso incendiado de odio llamando desde sus vísceras “Escuálidos, majunches, apátridas de ultraderecha”, a ese país que reía y  la pasaba divertido con él. Que lo aplaudía y quería.

Pero la semana epistolar no concluye con la misiva del padre para el hijo. Una nueva carta llena de sentimientos aparece publicada. Fabiola Colmenárez, la actriz, la política, la amiga, descarga toda su luces y sombras2decepción por su compañero de elenco en una comunicación dirigida a Roque Valero, otro venezolano que se ha despachado a gusto contra la gran mitad del país que se opone a este régimen. Un artista que parece haber dejado que su Mr. Hyde lo gobierne, granjeándose el desprecio de muchos que lo querían y admiraban.

Para ilustrar cómo el lado oscuro de Valero se fue imponiendo sobre su lado luminoso, la Colmenárez dice:

“El que Leonardo (Padrón) y tú ya no sean amigos no es lo que me alarma, sino que la vestimenta roja, esa que usas tímidamente, te haya expropiado la nobleza de ser agradecido. Y no me refiero a lo que eres, eso se lo debes a tu talento, así es y así será. Pero lamentablemente para tu memoria, la mía es de elefante.”

Nada peor en un ser humano que el desagradecimiento. Cuando una persona es desagradecida, todos los peores sentimientos empiezan a tomar posesión de su alma. Como lo refleja la actriz de manera literaria y emotiva al decir:

“En resumen, me parece grave que hayas lanzado gases lacrimógenos sobre hechos que deberías llevar tatuados en la memoria. Te has dedicado a lanzar perdigones de injusticia contra los que pensamos diferente a tu gobierno. A planazo limpio, sin piedad y sin vergüenza, mataste al Roque que conocí. A ese Roque profundo, inteligente, noble, honesto, sincero, puro, amigo incuestionable y solidario infinito”.

Los 15 años de oscuridad proyectada a diario en esa pequeña caja de imagen y sonido durante las interminables cadenas de medios han abierto la brecha por la que ha brotado lo peor de todos nosotros. Nuestro lado oscuro parece estar venciendo a nuestra luminosidad. La nobleza que nos enorgullecía parece estarse consumiendo  como una estrella que muere y se convierte en un agujero negro. La política mal entendida y mal aplicada ha hecho que esta tierra se vea colmada de Mr. Hydes. Tal vez, las últimas palabras de la comunicación del padre de Winston Vallenilla sean con las que nos debamos quedar al final para ver si hacemos renacer a Dr. Jekyll:

“Rescatemos los valores de convivencia, amor, paz y tolerancia”.

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