El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

Archivar para el mes “febrero, 2014”

Barricada nacional por decreto

Foto encontrada en Twitter del 27 de febrero de 2014, inicio del "carnaval bolivariano".

Foto encontrada en Twitter del 27 de febrero de 2014, inicio del «carnaval bolivariano».

Hay en Venezuela una especie de “lógica” castro-socialista-comunista para actuar y responder en diferentes circunstancias que se nos hace difícil de entender a quienes estamos dentro del país y casi absolutamente imposible de explicar a quienes allende las fronteras nos consultan. Supongo que es algo así como la interpretación criolla y chapucera de la dialéctica marxista.

Más de 15 días tiene el país a media máquina por las protestas que se han desatado en las más importantes ciudades del país. La calle fue el camino a tomar por los estudiantes y ciudadanos para elevar su voz en contra de la insostenible situación de escasez de productos básicos de alimentación, aseo personal y medicamentos, contra la grave inseguridad que nos azota y diezma,  contra la hiperinflación que hace que los precios de los productos se dupliquen en menos de 15 días, contra el estancamiento económico en general.

La solución del régimen ante estas protestas ha sido una brutal represión que ha hecho que quienes manifiestan se sientan más agredidos y refuercen sus acciones. Es como si en su chapucera interpretación de la dialéctica marxista, el régimen haya concluido que la mejor manera de apagar un incendio es rociándolo con gasolina –perdón por hablar de este barricadacombustible que precisamente ha significado desde hace unos cuantos años una tortura para los habitantes del Táchira donde las protestas han sido más constantes y sostenidas­­–.

En esa misma tónica chapucera. El régimen convoca a “una mesa de diálogo por la paz” a algo parecido, que al final resultó un lamentable show mediático que no logró convencer a nadie. Un espectáculo televisado en el cual el único que tuvo un discursos serio, coherente y contundente fue el empresario Lorenzo Mendoza, dueño de una de las pocas empresas productoras de alimentos que aún permanecen en pie y producen a su máxima capacidad a pesar del acoso del régimen. Lo demás fue circo, un circo que cerró con broche de oro el representante de los medios de comunicación en esa reunión, Carlos Bardasano, de Venevisión, que se limitó a decir “Ya todos dijeron lo que había que decir, así que buenas noches”, palabras más palabras menos. Solo le faltó la coletilla final: “Y compren en CADA”.

En fin, que mientras se desarrollaba el show del diálogo en las televisoras, mucha gente en diferentes regiones del país no pudo escuchar su contenido porque el ruido de los disparos de la GNB y de los colectivos de “paz”, las detonaciones de bombas lacrimógenas lanzadas en zonas residenciales y los gritos de los manifestantes pacíficos que estaban siendo atacados, no permitía escuchar el audio que salía de los monitores de televisión. Sin duda, una manera “dialéctica” criolla de practicar y hablar de paz.

Dentro de esa chapucería de la dialéctica criolla, se podrían enmarcar dos anécdotas escuchadas recientemente:

Una contada por un amigo que vive en el municipio San Francisco del Zulia. Al consultarle si allí no habían hecho guarimba los estudiantes, me dijo con una media sonrisa, más mueca que sonrisa en realidad:

-Allá un grupo intentó el primer día protestar pero inmediatamente llegaron los motorizados del alcalde a amenazarlos y como todo el mundo sabe de lo que son capaces el alcalde y sus patotas, pues se fueron a sus casas y lo dejaron así. En San Francisco no está pasando nada.

La otra, contada por una cliente:

-Nosotros en mi edificio hemos montado barricadas todos los días. Los muchachos trancan la calle con basura y escombros y algunas madres los acompañamos y apoyamos. Pero anoche, cuando ya teníamos montada la tranca, los muchachos sacaron sus pinturas para pintar en el pavimento consignas. Cuando estábamos en eso, se acercó un carro todo destartalado y los tipos mal encarados empezaron a amenazarnos. Corrimos hacia dentro del edificio y ellos nos gritaban “¡Vengan, marditos guarimberos, vengan pa’coñacearlos”. El susto fue grande. Cuando se fueron, yo les decía a los chicos que mejor nos fuéramos ya a dormir porque esos tipos iban a volver. Pero ellos insistieron en que iban a terminar la pintura. Al poco tiempo, escuché el ruido de las motos que se aproximaban. Venía el carro destartalado, acompañado de encampuchados en motos y escoltados por policías. Tuvimos que escondernos en el cuarto del bajante de la basura hasta que se fueron. Ya no sé si seguiremos guarimbeando.

Así ha sido en todo el país. La protesta pacífica cuando no es agredida brutalmente por la Policía Nacional, sufre violentas arremetidas de colectivos armados, generalmente, escoltados por cuerpos policiales.

Pero nada de eso, ha sido éxitoso para replegar a los manifestantes. Las barricadas las siguen montando, las calles las siguen trancando. Unas veces con más éxito como el lunes 24 cuandobarricada1 se realizó el gran trancazo nacional que en verdad paralizó una gran parte del país, al punto de parecer un domingo por la soledad en las calles y avenidas y los comercios cerrados, y otras con menos, pero sin llegar a la completa normalidad.

El país tiene más de dos semanas andando a media máquina. Los comercios abren a medias y cierran antes de la hora acostumbrada. La gente llega tarde a sus trabajos, el tráfico aunque en menor cantidad se hace más dificultoso por los accesos cerrados por las guarimbas. Parece que esto puso cabezón al régimen. No le hace mucha gracia a los jerarcas que las protestas luzcan como exitosas y que logren paralizar las ciudades, aunque sea a medias.

Entonces, en un alarde de ingenio de la dialéctica chapucera, para evitar que las barricadas de las protestas paralicen el país, el jerarca del régimen decide que mejor lo paraliza él. Tras un sesudo análisis, supongo, consiguió la solución para evitar la paralización del país por las protestas, hizo una especie de barricada nacional por decreto, le agregó dos días más al carnaval y decidió que el jueves 27 y el viernes 28 serían días festivos y no laborables.

Así, de golpe y porrazo, los venezolanos nos conseguimos con las calles desoladas, los comercios cerrados, las empresas improductivas. Un país con la grave situación económica que atraviesa Venezuela, pierde dos días productivos porque el régimen lo decide así. Pero, no conforme con esto. Como parece ser que el régimen quiere una generación bruta y sumisa, no conforme con quitar dos días mencionados a los centros de educación, ahora decide que durante no sé cuantos días de marzo los muchachos desde pre escolar hasta los universitarios, tampoco tendrán clases. ¿Qué país puede echar hacia adelante y salir de una crisis así? ¿Seguirá el régimen decretando asuetos hasta unir carnaval con Semana Santa? ¿Se tendrá algo de tiempo productivo y de educación antes de que lleguen las vacaciones de agosto?

Lo peor de todo este cuento es que la gran barricada por decreto del régimen, efectivamente, logró paralizar al país tanto o más exitosamente que las guarimbas. El 27 fue tan desolado como el #24F día del trancazo. Las barricadas en algunas calles lucían como verdaderas manifestaciones de arte urbano trancando las vías. Los dos días de asueto no hicieron que las protestas cesaran y tampoco que cesaran la represión y la violencia del régimen contra esas protestas. Caracas, Táchira, Mérida, Maracaibo, pueden dar fe de esto último durante el transcurso del jueves 27 de febrero, primer día del «carnaval bolivariano» 2014 en la Venezuela socialista.

Los ojos duelen de tanto ver a través de las lágrimas

Foto hurtada del Facebook del amigo Luis Brito.

Foto hurtada del Facebook del amigo Luis Brito.

Vivimos en Venezuela en la actualidad un toque de queda sin declararlo. Si bien es cierto que desde hace bastante tiempo nos sentíamos atemorizados de salir a la calle por la inseguridad; en los últimos días, directamente, no salimos.

No es que nos da miedo salir. Es que no nos atrevemos a salir porque sabemos que no estamos exentos de ser detenidos, golpeados, torturados y sobornados por las fuerzas represivas del régimen que están desplegadas por todo el territorio nacional.

No han suspendido oficialmente las garantías, pero las imágenes en fotografías y videos de las fuerzas policiales bombardeando residencias privadas a mansalva, atacando a civiles y entrando en la propiedad privada con violencia brutal y sin orden judicial nos confirman que las garantías constitucionales no están siendo respetadas.

El régimen ha sembrado de terror la tierra del bravo pueblo. Nos quiere, además de sumisos,

paralizados por el miedo. Cuando van a dar las 6 de la tarde y el sol empieza a apagar su luz en el firmamento, corremos a encerrarnos en nuestras casas porque no sabemos qué peligros nos pueden sorprender en la calle. O, mejor dicho, porque sí sabemos y por eso nos encerramos antes de que el sol se termine de poner.

Al momento de escribir estas líneas me acabo de enterar de la muerte, luego de varios días en coma por la brutal paliza propinada por la Guardia Nacional Bolivariana del ingeniero José Alejandro Márquez, poco más de 40 años.

La mañana anterior, nos derrumbó la noticia de la muerte de Geraldine Moreno, víctima de los perdigonazos de la misma GNB. Y en la noche dieron las tres de la mañana con los ojos enrojecidos buscando información de la muerte por puñalada en San Cristóbal de Danny Malgarejo Vargas a manos del hampa para robarlo. Aún no sé qué ha sido de la suerte del otro Danny, el Vargas Monsalve, estudiante de la Universidad Católica del Táchira.

Han pasado apenas días y horas desde que el país se estremeció por la muerte de Mónica Spears y de la Miss Turismo Génesis Carmona.

No terminamos de secar el llanto cuando las lágrimas empiezan a correr de nuevo. Hemos visto tanto y con tanto dolor en estas últimas horas que ya los ojos duelen de tanto ver a través de las lágrimas.

banderaLlega la noche y con ella se acrecienta el temor. Queremos asegurarnos de que todos los nuestros están en sus casas, reguardados, seguros y a salvo. Por eso entramos en pánico si las comunicaciones fallan aunque sea por instantes.

El sueño se nos ha vuelto leve e intermitente. Dormimos entre sobresaltos. Quién puede dormir tranquilo cuando a la una de la mañana su familia desde lejos anuncia que frente a la puerta de la casa la policía grita: “¡Para, es aquí. Es aquí!”. O frente a la vivienda de uno, al filo de la medianoche una camioneta para y dos Guardias Nacionales se llevan a un joven que camina seguramente rumbo a su casa.

La falta de información nos produce zozobra y la poca que nos llega nos llena de dolor y desolación. Dudamos de toda noticia hasta el último momento. Queremos mantener la esperanza de que la última muerte, no sea más que un rumor.

Así estamos viviendo. En toque de queda sin que haya toque de queda. Sin garantías aunque no hayan suspendido las garantías. Llenos de zozobra y ansiedad. Nos dormimos por cansancio llorando un muerto y nos levantamos sobresaltados para llorar una nueva vida arrebatada. ¿Hasta cuándo? ¿Llegará el día en que en esta tierra de gracia solo se muera de vejez y enfermedad?

Nos dan por decreto un Carnaval adelantado y uno no puede más que preguntarse, ¿quién puede celebrar un carnaval en un país que debería estar decretando es duelo nacional? Que les pregunten a los familiares de esas personas asesinadas si están de ánimo para celebrar una fiestas carnestolendas.

Una tarde “excesivamente normal” en Venezuela

Foto de Lusmary Santos desde San Cristóbal

Foto de Lusmary Santos desde San Cristóbal

Maracaibo, 3 y 20 de la tarde del jueves 20 de febrero. Cielo soleado y despejado. Un corto recorrido por algunas calles nos permite palpar la tensa calma que se vive en estos momentos en la ciudad.

Las calles bastante despejadas para el día y la hora, dan la sensación de un domingo o de un 1.7Primero de Mayo. El poco tráfico es lento y, aunque parezca increíble, silencioso. No hay el característico bullicio de las congestionadas calles marabinas. No hay gritos, ni cornetazos ni mentadas de madre en las habitualmente trancadas avenidas.

En las calles internas de urbanizaciones y barrios, se ven los vestigios de lo que fue la noche anterior. En muchas esquinas hay troncos de árboles, residuos de basura quemada -aún humeante-, piedras y alambres, dan fe de la protesta que atestiguó la noche.

Intentando acercarnos a La Plaza de la República nos tropezamos en una esquina dos patrullas policiales trancando el paso. En otra, dos patrullas más y en una última un grupo de policías y motos impiden el paso vehicular hacia la significativa plaza,1.6 bastión opositor en Maracaibo. Parece que para el régimen haber logrado evacuar con violencia el sitio y detener a los muchachos que estaban haciendo vigilia en el lugar es un heroico triunfo y no está dispuesto a permitir que la protesta se asiente de nuevo al pie del obelisco.

Más del 50% de los comercios que veo están cerrados. Algunos pocos prestan su servicio con normalidad y otros pocos mantienen sus santamarías abajo y solo despejada la puerta de entrada, como si estuviesen preparados para cerrar por completo ante cualquier eventualidad.

La sensación que da la calle es de una tregua. De un descanso. Es como si la gente estuviera haciendo una siesta en medio de una batalla para luego retomar la 1.5actividad. De hecho, en algunos puntos ya se ven levantadas barricadas con piedras, troncos y basura en perfecta disposición para lo que vendrá posiblemente al caer el sol.

Vamos hasta la Plaza de Canta Claro para ver si hay actividad por allí y solo se ven algunas personas conversando en el parque y en una esquina que humea un pipote encendido. Más allá unas patrullas apostadas y unos policías de tertulia. Dos cuadras detrás de ellos se ve el humo negro de cauchos quemados que comienza a elevarse hacia el cielo azul. Los agentes no se dan por enterados.

Recuerdo en ese momento que algunos infiltrados de1.4 contra inteligencia del régimen han pasado el día en Zello lanzando mensajes aterradores de represión y detenciones en la calle a todo el que salga, solo con la intención de paralizar de miedo a los ciudadanos y, por supuesto, amedrentar sicológicamente a los estudiantes. Nada de eso. Las calles están en calma. Tensas, pero en calma.

Llegamos a casa. La urbanización está en perfecta y tensa calma. Bajo del carro para abrir el estacionamiento con el terror habitual de que algunos ladrones estén próximos y me vuelvan a encañonar y atracar. Entonces recuerdo la cantidad de policías que han desplegado por toda la ciudad para reprimir a los estudiantes y no puedo evitar pensar en lo seguros que estaríamos si ese mismo despliegue y esa misma fuerza represiva la utilizaran cotidianamente 1.3para combatir a los criminales que secuestran, roban, atracan y violan a sus víctimas.

En el grupo de mi familia en Whatsapp, me consigo un mensaje de mi sobrina María Fernanda, en Mérida, que da cuenta de una situación similar a la que acabo de experimentar en Maraciabo en las calles de la ciudad andina:

“Reporte de la ciudad: avenida Andrés Bello despejada, parece primero de enero. Entrada a Las Tapias por el Museo, una bueeena barricada, bien hechecita. Viaducto de la Croacia: Campo de guerra. La parte interna, por residencias Santa Bárbara, muy bien bloqueada. Liceo Fermín Ruiz, una barricada buena. Por todos lados se ven señas de que los muchachos han sabido defenderse del ataque tanto de la 1.2policía como de los tupamaros amigos del régimen que han salido a enfrentarlos”.

Por su parte, mi sobrina Luzmary desde San Cristóbal reporta que el día ha estado calmado. No se han escuchado detonaciones pero un helicóptero ha sobrevolado la ciudad todo el día y desde hacía algunos momentos dos aviones de guerra pasaban con frecuencia con su estruendo. Envió una foto de uno de los aviones tomada desde el patio de su casa.

Entro en las redes para saber de qué se trata y ya Twitter da cuenta en cientos de micromensajes de los sobrevuelos sobre la ciudad andina, muchos con fotografías de los mencionados aviones. En la página de Facebook de “Con estilo digital.com” consigo una composición fotográfica en la que describen los artefactos como: “aviones caza Sukhoi Su30MH2 Flanker-G de la Fuerza Aérea Venezolana». Pura guerra sicológica sin duda. Poco pueden hacer esos aviones en la ciudad más que ruido y meter terror.

Definitivamente, el régimen se fue con todo contra los tachirenses. Les mandaron el ejército. Dicen que llegaron las “avispas negras cubanas”, un batallón de paracaidistas. Aviones y helicópteros de guerra y les quitaron desde hacía 24 horas el internet.

Desde Barinas, mi prima Eryka me dice que allá no pasa absolutamente nada. Que apenas unos amagos de protesta el día anterior. Claro, esa es la cuna de quien nos dejó este caos…

Pienso en aquella tristemente célebre frase de José Vicente Rangel “Todo está excesivamente normal” y leo que Luzmary escribe en el grupo:

“Empezó la plomamentazón en la 19 de Abrillllll” y María Fernanda reporta que desde el viaducto de Mérida se escuchan cacerolas y detonaciones… Parece que la noche será larga una vez más… Ya arrancó una cadena de medios del régimen…

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#18F, primavera venezolana bajo el sol zuliano

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Cuando llegué a las 10 y media de la mañana a la Plaza de La República, ya la marcha y el abrasador sol marabino me habían tomado la delantera. Unas tres cuadras adelante iba la blanca multitud en su caminata hacia el centro de la ciudad y el astro rey se encontraba en pleno apogeo aportando los frecuentes 40 grados a la sombra a los que nos hemos acostumbrado.

Aceleré el paso lo más que pude para tratar de alcanzar la masa blanca. Inmediatamente el sudor empezó a brotar en mi cabeza tocada con la gorra tricolor y el cuerpo experimentó un sofocón. “No traje el cooler con agua” fue lo que pensé cuando el ardor en la piel empezó a escaldar la piel.

No me importó. Unas horas de sed y calor no significan nada frente a un futuro de sequía y represión. Pensé en la primavera árabe. Con la intención de alcanzar la multitud, aceleré aún más mi andar. Sentía que iba demasiado rezagado, demasiado a la cola de la marcha y se sabe que no es una posición recomendada y segura en este tipo de manifestaciones que se pueden 42ver atacadas por sorpresa por los cuerpos represivos del régimen o por los colectivos violentos y armados que en muchos casos hacen el trabajo sucio.

El motor de algunas motos tras de mí me hizo sobresaltar. Es que la valentía no es precisamente una de mis características distintivas y sabemos que un alto porcentaje de los muchos delitos que se cometen en Venezuela se producen en este tipo de vehículos. Volteé con cierto temor para descubrir que tras de mí venían motorizados de oposición y, un poco más atrás, un mar blanco casi tan extenso como el que iba frente a mí se distinguía con claridad. Resultó que no estaba al final de la marcha. Me encontraba, efectivamente, a la mitad de la misma. La piel se erizó al verificar la multitud congregada solo con mensajes de las redes sociales y en menos de dos días.

Yo, que he perdido la cuenta de los años que llevo marchando contra el régimen y se me hace virtualmente imposible calcular a cuantas concentraciones he asistido, puedo dar fe de que esta del 18 de febrero ha sido la más monumental de las manifestaciones en Maracaibo. Y lo más asombroso es que esta inmensa masa de gente acudió al llamado de los estudiantes y con una44 dirigencia opositora aparentemente dividida.

Es decir, quienes allí estábamos no seguíamos a un líder en específico, seguíamos a un pueblo, a un ideal de libertad y justicia. Estábamos allí para protestar por la pérdida de calidad de vida, por la inseguridad, por la escasez, por las interminables colas a los que nos vemos obligados a someternos para tener acceso a los productos más básicos. Estábamos allí porque estamos convencidos de que nos merecemos un futuro mejor que este caótico e incierto presente que estamos viviendo. Estábamos allí no para protestar por un gobierno de un año, sino contra un régimen que lleva 15 largos años destruyendo el país

La adrenalina desatada en mi cuerpo, cumplió su cometido y me ayudó a vencer mi agorafobia y mi vértigo. Al rato de andar ya me encontraba sumergido en la multitud blanca y sin siquiera pensarlo, ascendía por el elevado de Delicias haciendo caso omiso a los metros de caída libre20 bajo mis pies. La emoción de ver la avenida repleta de gente por los cuatro costados fue tal, que en un arrebato de valentía me subí a la baranda de defensa de la avenida para desde un punto más alto, capturar una mejor imagen de la multitud.

Allí estuvimos un buen rato. Parados, gritando consignas y ondeando banderas. El sol no nos abandonó en ningún momento y la sed hizo que venciera mi resistencia a consumir productos callejeros y me zampé un frío y cítrico cepillado de limón. Estaba realmente ardido y deshidratado. Una chica se sacó su bolsita de agua de la boca y me la obsequió. ¡Ah, qué alivio recorrió mi cuerpo al entrar el frío liquido!

Empecé a desandar el camino. Unos nos íbamos de regreso pero otros venían llegando. Como es habitual, conversábamos con quienes nos pasaban al lado. De la situación del país, de la represión de los últimos días, de la necesidad de un cambio…

Un señor de aspecto humilde me dijo:

-Tenemos que pelear por esta vaina. Este país no es de ellos. ¡Y se lo dice un hombre que fue 15 años revolucionario! Nos dijeron que en cinco años íbamos a vivir mejor y ya tenemos 15 años 2y los pobres somos más pobres. Nos engañaron. ¿Qué pueden ofrecernos los cubanos a nosotros?

-¿Y usted en qué trabaja?

-Yo soy empleado de mantenimiento de la Coca-cola. Y fui chavista pero esto no se puede aguantar más.

-¿Le puedo hacer una foto?

-Hágala. Y le repito. Tenemos que pelear. Este país no es de ellos.

Durante todo el recorrido, se observaban apostados en las esquinas muchos efectivos policiales. Más de cuatro o cinco en cada intersección. En algunos lugares incluso más. “¡Qué diferente fuera este país si esos policías estuvieran en cada esquina para protegernos diariamente de la inseguridad que nos diezma!”, pensé. Dos policías en cada esquina, sin molestar a los ciudadanos, sin matraquearlos, serían suficientes para sentirnos seguros en nuestras ciudades.

Llegué a mi punto de partida, La Plaza de La República. Ya había una pequeña multitud allí66 congregada y continuó llegando gente. Al poco rato, parado en la isla de la avenida, vimos una multitud blanca que se acercaba. Un chico, delante de mí dijo en tono irónico:

-Ahí viene el mollejero de fascistas de Maracaibo.

Con la misma ironía le respondí:

-Esos son los escuálidos multimillonarios de nuestra ciudad.

Otro joven, con una cicatriz en el brazo, terció en el mismo tono irónico y sonriendo:

-Coño, sí, aquí estamos puros ricos. Por eso fue que yo me vine en un Ruta 6 para poder llegar a marchar.

Me acerqué a la concha acústica de la plaza donde estaba un grupo de gente reunida y una señora en tono compungido me dijo:

-Ya agarraron a Leopoldo. Ya se entregó.

-Bueno, era lo que se esperaba –dije tratando de ser razonable-. Afortunadamente, a él no lo 62maltratarán, no lo torturarán, no le pondrán electricidad en los testículos ni lo violarán como dicen que ha sucedido con algunos jóvenes detenidos. Tampoco lo sobornarán con 10 mil dólares para liberarlo como también dicen que les han hecho a los familiares de otros.

Un baño reparador en casa, hizo que mi cansancio físico desapareciera. Moral y espiritualmente me sentí fortalecido. Repasé en mis fotos lo que acababa de vivir y, emocionado, me senté a escribir esta crónica.

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De Venezuela para @Laureanomar

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Fotografía de Luis Brito

Querido Laureano, con los ojos anegados de lágrimas de sangre terminé de leer tu carta. Últimamente lloro por todo y por nada. Hasta tu sentida y oportuna cursilería logra que por mis mejillas corran galones de lágrimas como la gasolina que con espanto veo diariamente salir por mis fronteras.

Yo te lo he entregado todo, Laureano. A ti y a cada uno de los 30 millones de amantes que tengo. No me he guardado nada para mí. He prodigado mi amor y mis riquezas y sigo aquí dispuesta a seguirme entregando sin límite para mis futuros amantes, como siempre lo he hecho.

Durante muchísimos años no he hecho más que dar mis tesoros sin pedir a cambio más que amor. De mis senos han salido infinitos tesoros que les he prodigado sin reservas. Desde el café y el cacao, pasando por el oro y la plata, las piedras preciosas y terminando por el petróleo. Me he esforzado por darle a mi amado un clima cálido y una tierra fértil y a cambio no he recibido más qué menosprecio e indiferencia.

Te confieso, Laureano, que he llegado a sentirme como la amante de un chulo y eyaculador precoz. La malquerida rica de un hombre a quien solo le importa la riqueza que poseo sin ninguna consideración y reciprocidad. Un hombre que se acuesta conmigo, satisface su instinto, se limpia y se va. Sin importarle si disfruté, sin una caricia, sin un beso, se larga a malgastar todo lo que me quita.

Pasé tantos años de democracia maltratada, humillada, vejada y desangrada, que vino un teniente coronel con palabras bonitas y promesas de cambio y, en un momento de debilidad, me dejé calentar la oreja y me entregué en sus brazos con la pasión y el amor que siempre me he entregado.

Sintiendo que el error siempre ha sido mío -qué injusto es el síndrome de la mujer maltratada- me esforcé por darle lo mejor de mí. Toda mi riqueza la puse a sus pies creyendo que haría honor a su palabra. Pensando que cumpliría sus promesas de amor.

Quise creer que me daría el trato de reina que me merezco y resultó ser solo un nuevo maltratador.

Y así llegamos a «esta oscura noche que nos envuelve», como dices Laureano. Mi sangre se derrama. Sangre inocente riega el pavimento. Me desangro y agonizo pero sé que aunque el dolor se agudice, nunca moriré. Es mi sino.

Llegamos al punto en que me cuesta creer en las promesas de amor. ¡Me han engañado y maltratado tantas veces! Y, te confieso, mi amor, que lo que veo y me dicen no hace mas que confundirme aún más.

Me preguntas cómo hacer para volver a enamorarnos y te digo que yo nunca he dejado de amar a mis millones de amantes. Mi amor es eterno. Infinito.

No puedo pedirte que no te vayas porque en estos momentos no sé qué podría ofrecerte. El maltrato y el desamor me.tienen en una especie de sequía y siento que hoy no soy buena compañía.

Pero si te quedas o si te vas, solo te pido que desde donde estés me demuestres tu cariño. Que no contribuyas con mi sufrimiento, que pienses antes de hacer algo que me pueda dañar.

A veces siento que no aguanto más. Que me acabo. Que muero. Que me agoto. Pero sé que no es así. Ese no es un privilegio con el cual yo cuento.

Yo seguiré aquí. No sé hasta cuando sangraré y sufriré. Solo sé que cual heroína romántica permaneceré en pie, resistiré el dolor y el sufrimiento y esperaré al amante que me quiera de verdad.

Aguardaré sin desistir a ese amor que haga sanar mis heridas, me devuelva la confianza y el amor propio y, sobre todo, que merezca mi amor y mi entrega total.

Aunque en estos momentos no lo parezca, Laureano, yo también te quiero. Te amo con el mismo amor que amo a todos mis amantes.

Llegará el momento en que mi amor sea correspondido y me encontrarán aquí, hermosa y florecida, dispuesta y entregada. Feliz de celebrar un nuevo 14 de febrero con mis amados. Ese día tiene que llegar, Laureano.

Te amo,
Venezuela.

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