El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

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Cumplir 17 en el mundito de Nicolás

cumpleaños

El título podría prestarse para un tierno cuento infantil y el fuego de la foto podría confundirse con una de esas velas tipo fuegos artificiales que se usan ahora en las tortas de cumpleaños. Pero no, el cuento, si no fuera por lo hilarante de lo vivido, sería un cuento de terror y depresión, y el fuego de la imagen es el de una barricada.

Fuimos a llevarle su regalo de cumpleaños a mi sobrina Silvana. No había fiesta. Sólo queríamos llevarle un detallito y darle el beso y el abrazo que corresponde. Que, como dicen las viejas, ¡diecisiete no se cumplen todos los días! y cuando algún ser querido cumple esa edad, paso yo el día como Violeta Parra, queriendo «Volver a los 17».

Volver a los diecisiete después de vivir un siglo
es como descifrar signos sin ser sabio competente
volver a ser de repente tan frágil como un segundo
volver a sentir profundo como un nino frente a Dios,
eso es lo que siento yo en este instante fecundo

Pues bien. Llegamos pasadas las seis de la tarde. Nos sentamos a la mesa del comedor y Katyana, la mamá de la cumpleañera, saca focaccia, pan de avena y cremas de ricota con yogourt, de caraota y vegetales y de ajonjolí con parchita. Todo rico y hecho por ella, excepto las galletitas de cazabe, que aunque están ricas y tostaditas, no fueron hechas en casa.

Chismes van y chismes vienen. Cuando nos reunimos no queda títere con cabeza y no se nos salva ni la familia. A todos les hacemos traje.

A las 7 y 15 de la noche, de un solo golpe y sin previo aviso, se apagan las luces. No, no vamos a cantar el cumpleaños feliz. Es un apagón. Bueno, no un apagón. Simplemente, el momento en que se inicia el racionamiento eléctrico que al régimen venezolano no le gusta que llamemos racionamiento y por eso nunca se sabe en qué momento sucederá pero sí se sabe que durará dos horas.

Es la segunda vez que estando a más de 10 pisos de altura, de visita en esta casa, nos cortan la luz de golpe y porrazo. Menos mal que la compañía es amena y, al encender las linternas y habituarnos a la penumbra, la conversa continúa sin mayor trauma que el arrecherón del momento.

Se va enredando enredando, como en el muro la hiedra
y va brotando, brotando como el musguito en la piedra
como el musguito en la piedra, ay si, si, si

En medio de lo mejor de un chisme, se empiezan a oír gritos que vienen de abajo. De la calle.

Algunas detonaciones, y más gritos.

Nos asomamos al balcón y vemos en la oscuridad de la noche como una candelita empieza a arder en la esquina de la derecha. No se distingue lo que gritan pero a los pocos minutos ya se ven llamaradas y se empieza a levantar una espesa columna de humo negro. Están quemando cauchos. El olor se siente cuando sopla el viento.

Mi paso retrocedido, cuando el de ustedes avanza
el arco de las alianzas ha penetrado en mi nido
con todo su colorido se ha paseado por mis venas
y hasta la dura cadena con que nos ata el destino
es como un día bendecido que alumbra mi alma serena

Las llamaradas permiten distinguir algunas personas que se mueven alrededor del fuego como en un baile tribal, al tiempo que gritan ininteligibles consignas y le arriman al fuego bolsas de basura y escombros.

Llegan unos efectivos policiales a poner orden. En pocos minutos hay cinco patrullas con luces encendidas y un grupo de efectivos policiales caminan erráticamente por la calle. Se acercan a la esquina donde arde el fuego. Se repliegan. Vuelven a avanzar. Las llamaradas han crecido pero no se ven señas de los muchachos por ningún lado.

Cuando los policías han bajado la guardia. Los revoltosos le echan más combustible y basura al fuego. Los efectivos -palabra irónica para referirse a estos que vemos- desenfundan sus armas y empiezan a avanzar hacia donde se encuentran quienes protestan, disparando de frente. No disparan al aire. Los degenerados, a dos cauchos quemados, responden con balas. «¡Desgraciados!», grito desde mis entrañas. No me pude contener. Es que lo tenía atragantado en el güergüero desde el mismo momento en que vi llegar a los uniformados.

Los alborotados lanzan piedras a los policías y los hacen retroceder. No sé con qué lanzan las piedras pero cubren hasta una cuadra de distancia. Los policías atraviesan una patrulla para trancar el paso de los carros. La vuelven a quitar. La vuelven a atravesar. Caminan unos pasos hacia adelante con los revólveres en mano. Echan de nuevo hacia atrás. Parecen un regimiento de Sargentos García. Dan risa. Desde la altura donde me encuentro veo que se iluminan las pantallas de sus teléfonos que usan para comunicarse entre ellos y con el comando, supongo.

Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber,
ni el mas claro proceder ni el mas ancho pensamiento
todo lo cambia el momento colmado condescendiente,
nos aleja dulcemente de rencores y violencias
solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes

Los chicos lanzan una piedra que llega desde su esquina a la esquina donde está atravesada la patrulla y golpea al vehículo policial en un costado.

«¡Vayan a buscar malandros!». Grito. Es que no me puedo contener.

Un camión de la basura aparece en escena. ¡Caramba, cuánta basura que hay por toda la ciudad sin que se dignen a recogerla y para esto sí hay camiones y personal!

El camión se acerca a la fogata escoltado por algunos policías. Avanza. Retrocede. Vuelve hacia adelante. Recogen algunos escombros pero no tienen ni una botellita de agua mineral para echarle a los cauchos que arden. No hallan como enfrentar las llamaradas. Desisten y se van. Los muchachos no se ven por todo eso.

El amor es torbellino de pureza original
hasta el feroz animal susurra su dulce trino,
retiene a los peregrinos, libera a los prisioneros,
el amor con sus esmeros, al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el canino lo vuelve puro y sincero

El fuego comienza a extinguirse. La oscuridad se hace más espesa. Suenan de nuevo piedras hacia los policías y estos corren a esconderse. «¡Cuidado con los tacones!», grito desde las alturas.

-¡Mal culeaos!

-¡Paridos por el culo!

-¡Sapolicías!

-¡Vayan a hacer cola!

Se oyen los gritos de los alborotados en la oscuridad. Escucho el ruido del camión de la basura que vuelve a hacer acto de presencia. «Pásale por encima», le dice al conductor un policía. El camión obedece y pasa por encima de las pocas llamas que quedan.

De par en par la ventana se abrió como por encanto
entró el amor con su manto como una tibia mañana
y al son de su bella diana hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete los convirtió el querubín

El camión pasa, apaga el fuego al pisarlo y sigue de largo. En la penumbra vemos como los muchachos aparecen como por arte de magia y en cuestión de segundos, ya el fuego arde de nuevo con mayor intensidad que antes.

Los policías, como en un gag de película muda, avanzan, retroceden, disparan hacia donde suponen que están los muchachos, se esconden, tratan de dirigir el tráfico pero ni para eso sirven. Baten los brazos al aire como Locomía con sus abanicos para indicarles a los conductores que retrocedan pero nadie entiende las señas. No se atreven a atravesar de nuevo la patrulla para trancar el paso por miedo a las piedras…

A las 9:15 PM. dos horas después de que se fueron las luces. Vuelve a reinar la claridad. En la esquina, el fuego arde. En la otra esquina siguen los desorientados policías del comando del Zorro.

-¡Ya se pueden ir, malparíos, que ya nos vamos nosotros! Gritan los muchachos y no se ven más. Los policías siguen allí. Medio perdidos.

Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra
y va brotando, brotando como el mus guito en la piedra
como el mus guito en la piedra, ay si, si, si...

Sueño en Sol

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Accidente fotográfico en azul para ilustrar un sueño

A Lena Yau, que cuenta sueños y se mete en ellos.

Estoy en Madrid.
Por los lados de Sol. El cielo es asombrosamente azul.

A Barcelona, la de España, llegó un amigo a casarse con su novio. Un francés que resultó ser en realidad Andreu Buenafuente.
La señal de su teléfono móvil se interrumpe constantemente. No Logro discernir lo que me dice de mi novela. Sacude su teléfono en el aire buscando señal.

Ruido en la calle. Un bululú se aproxima.
Me le acerco a JJ, un joven estudiante. Unos 19 años, blanco. Tez rosada y cabellos rubios. Uno de los líderes de la protesta estudiantil que está llegando por diferentes vías al centro de Madrid.
«A mí no me.gusta dar entrevistas porque los periodistas terminan poniendo en boca de uno cosas que en realidad piensan ellos», me dice JJ.
Le aclaro que no trabajo para ningún medio, que opté por publicar un blog porque no me gusta tener que responder a los intereses de los dueños de medios ni a los de los gobiernos.
«Te prometo que pongo en comillas, textualmente, lo que digas y lo diferenciaré muy bien de mi opinión, pero quiero tener en mi blog referencias a la lucha estudiantil que están dando ustedes aquí».

Saco el móvil para hacer fotos. La cámara no termina de abrir. Cuando por fin logro que el cacharro ande, el momento ha pasado. Solo me queda un manchón azul, como el cielo madrileño, en la pantalla.

La muchedumbre nos arrastra.
Nos empujan y nos obligan a seguir la ruta de la protesta. Son miles de jóvenes reclamando justicia, libertad. Peleando por un futuro para ellos y sus hijos.
Benderas de Venezuela se agitan por todos lados.

Como en un ritual primitivo,cruzamos los brazos sobre nuestros abdominales y mi mano derecha toma la zurda de quien esta a mi izquierda y con mi otra mano tomo la diestra de JJ, a mí derecha. Entrelazados, hechos un nudo, cientos, miles de personas, empezamos a andar en círculos.

#SOSVENEZUELAENDICTADURA

#LIBERENALEOPOLDO

#LIBERENASIMONOVIS

Pequeños saltos al ritmo de las consignas marcan el paso. Ya estoy de espaldas al oso y al madroño.

En Barcelona el amigo recorre el jardín de la casa buscando señal para su teléfono. Buenafuente tiene un contacto en una editorial.

Me volteo. Bajo una almohada me escondo del sol. Le doy vuelta a la otra. La abrazo por el lado frío. Sonrío.

Le cuento el sueño con JJ a Lena Yau que cuenta su sueño en Facebook.

Sigo soñando con libertad. Con jóvenes libres, con muchachos que quieren ser libres. Que gritan consignas en Sol.

 

Todo es peor

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Hay ciertas expresiones que desde hace tiempo se escuchan en Venezuela y que en este último mes, con la escalada de represión y violación de los Derechos Humanos por parte del régimen, se dicen con más frecuencia, que siempre me han hecho ruido, me molestan y me parecen además de injustas, peligrosas, porque en el fondo parecieran justificar, sustentar, una cierta aceptación –inconscientemente o no– de la violación de nuestros Derechos.

Cuando se trata de la conculcación, violación e irrespeto de los Derechos Humanos, todo es peor. No hay nada menos malo ni “menos peor”. Ninguna situación que viole los DDHHs  de los ciudadanos es menos mala. Todas son graves, todas son peores y todas deben ser denunciadas ddhhy aborrecidas.

Uno oye y lee con frecuencia, “A ese estudiante lo detuvieron y los torturaron y “lo peor es que” ni siquiera estaba protestando”, “A esa señora le dieron un tiro cuando iba a la nevera a servirse un vaso de agua, “lo peor es que” ni siquiera estaba en el lugar de la protesta”, “La policía les allanó la casa y se los llevó detenidos y “lo peor es que” ni siquiera han quemado un caucho”, “Los torturaron salvajemente, “lo peor es que” son menores de edad”…

Cuando nos expresamos de esa manera, el discurso se torna peligroso porque deja una puerta abierta para “justificar” en algunos casos la violación de los Derechos Humanos y el uso excesivo y desproporcionado de la fuerza en el control de las manifestaciones y protestas.

Aunque una persona esté en la protesta activamente, aunque esté de forma pasiva observando, aunque hayan quemado basura o cauchos o puesto barricadas, aunque sean mayores de edad, diálogo6nada puede justificar que se le violen sus Derechos Humanos. A nadie pueden detener injustamente por protestar, a nadie pueden allanarle su casa sin orden judicial y sin presencia de representantes del Ministerio Público, a nadie pueden meterle un tiro en la cabeza por quemar un caucho y, a las piedras de los estudiantes, no se puede responder con balas, perdigones de plomo y gases tóxicos de manera indiscriminada.

Los ataques que hemos visto por parte de la Guardia Nacional a conjuntos residenciales con bombas lacrimógenas y balas y la entrada de la Policía Nacional reventando puertas y disparando indiscriminadamente a los apartamentos y casas no tiene ninguna justificación y no se puede pretender quitarle gravedad al asunto diciendo: “Bueno, es que allí viven los que diálogo8protestan”. Hay un debido proceso que se debe seguir y respetar. Lo que se salga de ese debido y justo proceso nunca es “menos malo”, no tiene matices. Todo es peor.

Igual sucede cuando vemos cómo unos Guardias Nacionales atacan salvajemente a una mujer indefensa, cuando se llevan detenidos a menores de edad, cuando patean y golpean a una persona que tienen ya absolutamente sometida y rendida, cuando golpean hasta casi hacer perder el conocimiento a una persona con capacidades diferentes, cuando una gorila golpea salvajemente con el casco la cabeza de una mujer a quien tiene sometida e indefensa bajo el peso de su cuerpo; cuando a una manifestación pacífica, a una marcha en la que van madres con sus hijos entonando el Himno Nacional, la atacan a mansalva con bombas, balas y gases. Cuando estas cosas pasan, algunos dicen “Esos diálogoguardias no pueden ser venezolanos”, “Esos guardias son cubanos”, “Un venezolano no sería capaz de atacar tan salvajemente a sus compatriotas.

Todos sabemos que es cierto que Venezuela está invadida de cubanos en puestos claves del régimen. Sabemos que están en el Saime, en los Registros y Notarías, en los vice ministerios, en los ministerios y en las Fuerzas Armadas. Esa es una verdad tan evidente que hasta en el metro de Nueva York en el 2011 me encontré a un hombre que me confesó ser padre de una mujer cubana que estaba en un puesto de mando en el Ministerio de Educación.

Pero el ser cubano no es óbice para justificar el ataque sangriento y la tortura y tampoco le quita responsabilidad a los venezolanos que están al lado de esos cubanos que violan los Derechos Humanos y no hacen nada para impedirlo. En esos casos, es tan culpable el guardia “posiblemente cubano” que ejecuta la tortura como el guardia venezolano que la permite. Con su silencio y falta de acción, los militares venezolanos apoyan esos hechos violatorios de los Derechos Humanos y algún día tendrán que responder por eso.

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Esta marcha en Maracaibo terminó atacada por la ballena de la GN y gases cuando entonaban el Himno Nacional frente al CORE 3

En Maracaibo, como en otras ciudades del país, marcharon contra la cubanización de las Fuerzas Armadas. La marcha contó con la presencia de hombres, mujeres y niños que caminaron hasta la sede del Comando Regional para exigir que las FAN sean depuradas y que se expulsen a los cubanos. Al momento de entonar el himno frente a la institución castrense, parece que les molestó el canto patrio y arremetieron contra la manifestación con gases y con la ballena. Posiblemente, algunos de esos guardias que atacaron fuesen cubanos y por eso les molesta que los venezolanos les canten el Gloria al Bravo Pueblo, pero la mayoría de los guardias que estaban allí y cohonestaron el ataque, son venezolanos y ninguno fue capaz de intervenir para impedir el violento ataque. Eso también es peor.

Un mes de #SOSVenezuela – La lucha por la leche

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Jueves 13 de marzo. Un mes desde que en Venezuela de iniciara el pandemónium. Un mes en el que nos dormimos con los ojos húmedos con las noticias e imágenes de la juventud venezolana regando con su sangre las calles del país, esperando que algún día la lucha de frutos. Un mes en el que la vida de seres humanos se ha visto abrupta y repentinamente detenida por tiros de la represión. Más exactamente 29 días en los que el luto ha sido una constante en el país, aunque desde las esferas del poder no se decrete duelo. Ni un minuto de silencio siquiera por los 28 muertos que han tornado rojizo el negro pavimento donde los sorprendió la certera bala. Muchas veces a quemarropa y en la cabeza. Un caído por día…

Han sido 29 días en los que dormimos sobresaltados. Nos despertamos en la madrugada, intranquilos, desvelados. Con lagrimones acumulados en los ojos por las pesadillas. Y en la mañana, la vigilia empieza antes de tiempo porque la angustia nos despabila, las lágrimas ruedan y ya no hay manera de volver a conciliar el sueño.

Otros menos afortunados, son despertados por las mismas detonaciones que les impedían dormirse. Su despertador es un violento ¡POMP! Acompañado del ardor en los ojos y la garganta. Para ellos la pesadilla es en carne vívida.

Y en ellos pensamos los que estamos apartados. Nos acostamos con el Cristo en la boca pidiendo y orando por los seres queridos que están atrapados en sus residencias en medio de las explosiones y  las asfixias. Nos dormimos pidiendo a Santa Bárbara que nos libre de la muerte repentina y que nos proteja de tanto mal.

Pero la vida sigue. La supervivencia no da descanso. La depresión, el miedo y la tristeza no nos pueden vencer. No podemos sumirnos en la desesperanza porque hay necesidades básicas que solo moviéndonos y batallando podemos cubrir para nosotros y para los que dependen de nosotros. Como  esos viejos de 80 y tantos años que se quedan sin leche encerrados en medio de la balacera. Por ellos, por los niños, por los que no pueden salir a hacer horas de cola para obtener un jabón, un papel tualé o cualquier otro producto básico, vencemos la depresión y salimos a sobrevivir.

Unos tienen suerte y logran su cometido de llevar la leche a su casa. Otros se ven en un violento maremágnum del cual salen golpeados y en muchos casos sin la leche o la harina.

Jueves 13 de marzo. Horas de la mañana. Un mes en que el infierno se quitó la máscara. Con la energía en mínimo y la tristeza y la depresión al full, salgo a enfrentar la calle. A sobrevivir. A vencer el día. Pero me consigo un video en el grupo de Whats app y me derrumbo.

Una multitud alrededor de un camión 350 se agolpa en un desesperado afán por adquirir un leche3kilo de leche. Por comprarlo, porque no es que se lo regalan. Un solo kilo que cuesta en tiempo, ira y dignidad arrebatada mucho más de lo que vale.

La escena se desarrolla en Ejido, ciudad de mi querida Mérida natal y el texto de quien lo envía, testigo presencial de lo sucedido, hace que las lágrimas se derramen una vez más.

Amiga 1: “Esto fue esta mañana aquí en Ejido. Yo fui testigooo. 
Qué lamentable, por comprar un kilo de leche.
Desespero, enfrentamientos entre la misma gente. La gente con la policía y pare de contar.
La cava estaba bajo el control de la policía del Estado.  Ellos empezaron a vender pero se les salió de control la situación”.

 Amigo: “Qué arrechoooo es la palabra. Y allá es a donde nos quieren llevar y lo están logrando”.

Amiga 2: “Qué horror”.
 
Amigo: “Imagínate que la turba se arreche de verdad y lo hubieran linchado.
El policía después de que se lo sonaron fue y le dio al carajo”.
 
Amiga 1: “El camión primero estaba en frente de la policía y la cola llegaba al final ya para salir a la Carabobo. Luego vieron mucho desastre y se movieron con la cava y la gente corría detrás del camión. Mucha gente quedó en cola y otra corría. Se detuvieron por el canal de subida de la plaza Bolívar y pasó lo que está en el video. Y al final de todo, la cava se fue con la leche y no vendieron más. Un todos contra todos por un kilo de leche. Fue tan triste ver como la gente corría detrás de esa cava. Muchas mujeres con bebés en sus brazos. Y metidas ahí en esa trifulca”.
 
Amiga 3: “Yo estaba ahí. Fui testigo. Pero cuando la cava arrancó y todo ese desastre, yo ya estaba en el edificio en catastro, por cosas del trabajo.  Estaba con mi bebé. El susto no era normal. Cuando entré a pagar, había una cola que hicieron porque -para que se calmaran- creo que les dijeron que la cava volvía, y la cajera y yo escuchamos cuando una señora le decía a otra «Uy, pero es que provocaba lincharlo»….  No sé a quién ni nada, pero para que vean cómo estaban los ánimos…”.

Entonces, leo. Entonces, veo el video. Entonces, pienso en Bassil, en Génesis, en Daniel, en Mónica… Entonces, vienen a mi mente los 28 muertos, los cientos de heridos… Entonces, pienso ¿Cómo criticar que la gente tenga un mes desesperada protestando? ¿Cómo molestarme con las barricadas que me impiden el libre tránsito? ¿Cómo no querer a esos estudiantes que levantan la bandera de la dignidad después de 15 años de humillaciones y oprobio? Entonces, una vez más, lloro.

Venezuela es un luto en gerundio…

desastre

Cuando pase la furia.
Cuando pase la rabia.
Cuando pase esta tristeza.
Cuando la libertad sea para todos…

Cuando la igualdad deje de ser una quimera manipulable a favor de quien se siente «mas igual» que los demás.

Cuando todos los derechos sean para todas las personas y todas las personas cumplan todos los deberes.

Cuando la impunidad deje de ser el denominador común y pase a ser una palabra extraña que tendremos que buscar en los diccionarios para entenderla.

Venezuela es un luto en gerundio…

Cuando haya pasado el dolor y solo quede una cicatriz que nos lo recuerde por siempre.

Solo entonces…

P.S. Hoy me llegó este video que me movió y conmovió. Y quise compartirlo en mi blog porque aquí quiero que quede la huella de lo que me mueve y me estruja los sentimientos y la mente.

En estos días, me estruja la mente, el alma y el corazón lo que pasa en las calles de Venezuela. Me veo en el dolor de la madre que ve el negro, candente y yermo asfalto regado con la roja y tibia sangre de su hijo herido o muerto. Duele más porque es un sufrimiento largamente anunciado. Es un dolor consecuencia. No es una sorpresa. No es una muerte repentina.

Todos desde todos los lados las hemos visto venir sin ser videntes. Pero la terquedad, la ambición de poder y el querer aferrarse a ese poder han hecho que a la videncia se le pongan gríngolas. Tapa ojos que incluso hoy no les permiten ver que todo puede ir a peor.

La llamada guarimba la han (hemos) estigmatizado últimamente. La protesta más allá del pito, la bailoterapia y la bandera ondeando al son del «Yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista», empezamos a verla con malos ojos también del lado opositor. Logro de los opresores que no quieren entender que esta guarimba de hoy (y las manifestaciones de violencia del lado de quienes protestan que aunque en poca medida en comparación con la escalada en la represión del régimen, hay que reconocer que las ha habido) son la consecuencia lógica de 15 años de reclamos multitudinarios pacíficos sin ser atendidos.

Ahora pretenden en el régimen -y muchos en la oposición- que se proteste con pitos con sordina para no molestar al vecino.

Un árbol arrancado de raíz, un caucho quemado, una alcantarilla reventada, nos escandalizan y lo censuramos sin pensar que es una consecuencia lógica de la indiferencia hacia los reclamos reiterados de los ciudadanos disconformes.

No es el ideal de protesta  quemar basura en medio de la calle ni trancar las vías por donde quizás tenga que pasar un carro con una persona herida hacia un hospital, pero esa es la consecuencia de la presión que se ha venido acumulando por la desfachatez, la burla, la falta de respeto y seriedad con la que desde las alturas del poder asumen los reclamos.

¿Que no es lo que a mi me gusta? ¿Que quisiera protestas pacíficas?

¡Por supuesto que es lo que quiero!

Yo no soy incapaz de encender un fósforo contra nada ni nadie, pero puedo entender a quien después de tanto tiempo desoído e irrespetado, en un acto de desesperación, como un grito desgarrado para ver si lo escuchan porque ya sus cornetas y pitos están mudas de tanto sonar inútilmente, sale a la calle y hasta pone el pecho.

Todo sería más sencillo con gente razonable que hubiera tomado civilizada y respetuosamente la primera protesta y actuado en consecuencia.

Un político decente al ver la mitad de la gente en las calles que hemos visto en Venezuela reclamando, hubiera rectificado.

En nuestro país los autoritarios arremeten con más furia después de cada marcha y nos dan a entender que nuestra disconformidad no tiene valor y que a ellos les resbala si estamos de acuerdo o no con sus políticas.

El problema no es la forma de la protesta. El problema es la forma de gobierno. Los regímenes totalitarios como el que enfrentamos en Venezuela, cuando no se burlan y descalifican la protesta; la reprimen a mansalva, atropellando los Derechos Humanos para imponer su fuerza. En países serios, hasta una petición on line firmada por 100 personas es atendida. En las repúblicas bananeras en manos de gorilas trogloditas, ni el clamor de millones de personas en la calle es escuchado. Para el régimen no llega ni a susurro.

De esas lluvias vinieron estos lodos.

La “normalidad” de un carnaval en Venezuela

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Es domingo 2 de marzo. Me despierto y pongo un rato Globovisión para ver qué dice de la situación del país. Hace tiempo que no miro el noticiero de ese canal porque me empezó a parecer un apéndice de los canales oficiales, es como la sucursal de VTV.

En pantalla veo una chica con cara de niña, cachetoncita, con una permanente sonrisa en los labios que durante todo un segmento se encarga de hacer pases a diferentes zonas del país donde se están celebrando los carnavales. Varios reportes en los que se ve que la fiesta está 2m7prendida, los desfiles en las calles con comparsas, niños disfrazados. Todo en pantalla parece indicar que en Venezuela se desarrollan los carnavales 2014 con “excesiva normalidad”, como diría el inefable José Vicente.

Decepcionado con la aparente normalidad del país, cambio de canal y me voy a las redes sociales y a los grupos del Whatsapp. De Mérida llegan noticias de una inmensa tranca en las avenidas. Parece que el partido de futbol que estaba pautado para el día no se podrá llevar a cabo pues los equipos no podrán salir de su hotel. De Táchira y Caracas llegan informaciones y fotos de gigantescas marchas de protesta en las calles. No son desfiles de comparsas y carrozas de carnaval. Son cientos de miles de personas en las calles del país protestando por la situación que se vive en Venezuela.

2m6Dos versiones de un país y de un carnaval contrastadas y contradictorias. Salgo a atender mis labores habituales de los domingos y en el camino de regreso consigo un grupo de gente con sombrillas de colores, cava de hielo, lentes de sol y trajes de baño apostados en una esquina de la Circunvalación 2 de Maracaibo como quien se destina a tomar sol en un día de playa de carnaval. La nota diferente la ponen que no hay mar ni arena, solo asfalto negro y caliente, unos pocos autos que pasan y las vuvuzelas y pancartas que sostienen los “temporadistas”. Su carnaval no es más que una de las tantas protestas que se están llevando a cabo este domingo en el país.

A pesar del esfuerzo que desde el oficialismo han hecho por hacer ver que los carnavales se2m3 desarrollan con normalidad en todo el país. Esfuerzo que ha inducido al ministro Izarra a retuitear fotografías de carnavales anteriores como si fueran de hoy, o a lanzar mensajes de que las cruces negras en las playas del oriente no eran más que un montaje de Photoshop. La mentira no termina de cuajar.

Vano esfuerzo del régimen porque en estos tiempos de redes sociales y de velocidad de internet, con solo googlear una fotografía uno puede descubrir la trampa. Y los tuiteros y facebuqueros se la descubrieron, se las ingeniaron, como normalmente lo hacen, para desmontar la “verdad oficial” que rueda por los medios oficialistas, incluyendo a Telesur.

En Twitter montaron el retuit de Izarra junto con la foto original de 2013, y yo mismo me doy a la tarea de googlear y conseguir la fuente original en http://www.ciudadccs.info/?p=385590  y en Facebook encuentro una imagen en la que se observa a los policías de Anzoátegui recogiendo la cruces negras de Lecherías que supuestamente habían sido un montaje de Photoshop.  Primero se cae un mentiroso que un cojo.

12Mientras estoy entretenido descubriendo cómo los usuarios de las redes exhiben sus habilidades detectivescas para desmontar las mentiras comunicacionales del régimen, empieza a llegar desde la calle el atronador ruido de cornetas, vuvuzelas, pitos, gente gritando, la entonación del Himno Nacional… una gran algarabía entra por la ventana. Pasan 10 minutos, 20 minutos, el ruido no cesa… Sospecho que la gente se está congregando en la improvisada playa de la avenida con los manifestantes. No puedo imaginar otra cosa. 30 minutos… el ruido continúa. Me baño, almuerzo, me visto,  y el ruido no para de llegar desde la Circunvalación 2.

La curiosidad me puede y tengo que salir a averiguar. Ya ha transcurrido más de una hora de la incesante algarabía y no me lo puedo perder. Llego a la avenida y me encuentro a la mamá de las9 caravanas. Las cornetas que tienen más de una hora sonando provienen de una interminable caravana de autos con banderas, pitos, pancartas. Un gentío que debe hacer que a Arias Cárdenas de se le suban los niveles de azúcar en la sangre en este domingo “normal” de carnaval venezolano.

Regreso a mi casa y encuentro que la “normalidad” de Mérida, entre otras cosas incluye dos motos de tupamaros incendiadas 2m3en la avenida Andrés Bello y una persona herida de bala cuando uno de los tupas disparó. En playa El Agua en Margarita, una tuitera reporta con foto del día la más abrumadora soledad. En Altamira, Caracas, dan cuenta con foto de un joven asfixiado al parecer por gases lacrimógenos de los tantos con los que nos ha rociado el régimen en estos carnavales. Táchira está de concurrida marcha de protesta nuevamente. De Valera informan que supuestamente los tupamaros durante la marcha de protesta secuestraron al estudiante Javier Salas y que lo regresaron muy golpeado. Y Venevisión, por primera vez en muchos años no transmitirá la ceremonia de los Premios Oscars, dicen las malas lenguas que es una nueva concesión al régimen para no verse obligados a poner en pantalla posibles mensajes de apoyo de los artistas al pueblo que protesta en Venezuela o, peor aún, mensajes directos de esos artistas contra el régimen o sus jerarcas.

De España llega la noticia de que el gobierno de Rajoy autoriza la venta de material 2m2antidisturbios a la Policía de Venezuela, continuando con la misma política de su antecesor, Zapatero, de no mirar hacia los pueblos sino únicamente a los intereses de los negocios. Triste para los venezolanos que durante la dictadura franquista siempre estuvimos de parte de los españoles, solidarios con el pueblo, prestando la ayuda que se pudiera y recibiendo a los que decidían huir del horror franquista con los brazos abiertos y convirtiéndolos en uno de los nuestros. ¡Así paga el diablo a quien bien le sirve! O como diría mi difunta madre: “De desagradecidos está empedrado el camino del infierno”.

Por último, para terminar este día de absoluta “normalidad” de carnaval, llega la información de que Rusia y China están enviando portaaviones para Venezuela.

Uno no puede menos que preguntarse: ¿Cómo compaginar las “noticias” de VTV y Globovisión de unos carnavales alegres y normales con la llegada de portaaviones rusos y chinos? ¿Cómo creer que en Venezuela se está desarrollando un golpe de Estado cuando los jerarcas del régimen se empeñan en bailar y mostrarse sonreídos en sus actos de carnaval, en su Venezuela “chévere”?

¿Será que todo esto se está convirtiendo en la nueva “normalidad” de la vida venezolana?

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Barricada nacional por decreto

Foto encontrada en Twitter del 27 de febrero de 2014, inicio del "carnaval bolivariano".

Foto encontrada en Twitter del 27 de febrero de 2014, inicio del «carnaval bolivariano».

Hay en Venezuela una especie de “lógica” castro-socialista-comunista para actuar y responder en diferentes circunstancias que se nos hace difícil de entender a quienes estamos dentro del país y casi absolutamente imposible de explicar a quienes allende las fronteras nos consultan. Supongo que es algo así como la interpretación criolla y chapucera de la dialéctica marxista.

Más de 15 días tiene el país a media máquina por las protestas que se han desatado en las más importantes ciudades del país. La calle fue el camino a tomar por los estudiantes y ciudadanos para elevar su voz en contra de la insostenible situación de escasez de productos básicos de alimentación, aseo personal y medicamentos, contra la grave inseguridad que nos azota y diezma,  contra la hiperinflación que hace que los precios de los productos se dupliquen en menos de 15 días, contra el estancamiento económico en general.

La solución del régimen ante estas protestas ha sido una brutal represión que ha hecho que quienes manifiestan se sientan más agredidos y refuercen sus acciones. Es como si en su chapucera interpretación de la dialéctica marxista, el régimen haya concluido que la mejor manera de apagar un incendio es rociándolo con gasolina –perdón por hablar de este barricadacombustible que precisamente ha significado desde hace unos cuantos años una tortura para los habitantes del Táchira donde las protestas han sido más constantes y sostenidas­­–.

En esa misma tónica chapucera. El régimen convoca a “una mesa de diálogo por la paz” a algo parecido, que al final resultó un lamentable show mediático que no logró convencer a nadie. Un espectáculo televisado en el cual el único que tuvo un discursos serio, coherente y contundente fue el empresario Lorenzo Mendoza, dueño de una de las pocas empresas productoras de alimentos que aún permanecen en pie y producen a su máxima capacidad a pesar del acoso del régimen. Lo demás fue circo, un circo que cerró con broche de oro el representante de los medios de comunicación en esa reunión, Carlos Bardasano, de Venevisión, que se limitó a decir “Ya todos dijeron lo que había que decir, así que buenas noches”, palabras más palabras menos. Solo le faltó la coletilla final: “Y compren en CADA”.

En fin, que mientras se desarrollaba el show del diálogo en las televisoras, mucha gente en diferentes regiones del país no pudo escuchar su contenido porque el ruido de los disparos de la GNB y de los colectivos de “paz”, las detonaciones de bombas lacrimógenas lanzadas en zonas residenciales y los gritos de los manifestantes pacíficos que estaban siendo atacados, no permitía escuchar el audio que salía de los monitores de televisión. Sin duda, una manera “dialéctica” criolla de practicar y hablar de paz.

Dentro de esa chapucería de la dialéctica criolla, se podrían enmarcar dos anécdotas escuchadas recientemente:

Una contada por un amigo que vive en el municipio San Francisco del Zulia. Al consultarle si allí no habían hecho guarimba los estudiantes, me dijo con una media sonrisa, más mueca que sonrisa en realidad:

-Allá un grupo intentó el primer día protestar pero inmediatamente llegaron los motorizados del alcalde a amenazarlos y como todo el mundo sabe de lo que son capaces el alcalde y sus patotas, pues se fueron a sus casas y lo dejaron así. En San Francisco no está pasando nada.

La otra, contada por una cliente:

-Nosotros en mi edificio hemos montado barricadas todos los días. Los muchachos trancan la calle con basura y escombros y algunas madres los acompañamos y apoyamos. Pero anoche, cuando ya teníamos montada la tranca, los muchachos sacaron sus pinturas para pintar en el pavimento consignas. Cuando estábamos en eso, se acercó un carro todo destartalado y los tipos mal encarados empezaron a amenazarnos. Corrimos hacia dentro del edificio y ellos nos gritaban “¡Vengan, marditos guarimberos, vengan pa’coñacearlos”. El susto fue grande. Cuando se fueron, yo les decía a los chicos que mejor nos fuéramos ya a dormir porque esos tipos iban a volver. Pero ellos insistieron en que iban a terminar la pintura. Al poco tiempo, escuché el ruido de las motos que se aproximaban. Venía el carro destartalado, acompañado de encampuchados en motos y escoltados por policías. Tuvimos que escondernos en el cuarto del bajante de la basura hasta que se fueron. Ya no sé si seguiremos guarimbeando.

Así ha sido en todo el país. La protesta pacífica cuando no es agredida brutalmente por la Policía Nacional, sufre violentas arremetidas de colectivos armados, generalmente, escoltados por cuerpos policiales.

Pero nada de eso, ha sido éxitoso para replegar a los manifestantes. Las barricadas las siguen montando, las calles las siguen trancando. Unas veces con más éxito como el lunes 24 cuandobarricada1 se realizó el gran trancazo nacional que en verdad paralizó una gran parte del país, al punto de parecer un domingo por la soledad en las calles y avenidas y los comercios cerrados, y otras con menos, pero sin llegar a la completa normalidad.

El país tiene más de dos semanas andando a media máquina. Los comercios abren a medias y cierran antes de la hora acostumbrada. La gente llega tarde a sus trabajos, el tráfico aunque en menor cantidad se hace más dificultoso por los accesos cerrados por las guarimbas. Parece que esto puso cabezón al régimen. No le hace mucha gracia a los jerarcas que las protestas luzcan como exitosas y que logren paralizar las ciudades, aunque sea a medias.

Entonces, en un alarde de ingenio de la dialéctica chapucera, para evitar que las barricadas de las protestas paralicen el país, el jerarca del régimen decide que mejor lo paraliza él. Tras un sesudo análisis, supongo, consiguió la solución para evitar la paralización del país por las protestas, hizo una especie de barricada nacional por decreto, le agregó dos días más al carnaval y decidió que el jueves 27 y el viernes 28 serían días festivos y no laborables.

Así, de golpe y porrazo, los venezolanos nos conseguimos con las calles desoladas, los comercios cerrados, las empresas improductivas. Un país con la grave situación económica que atraviesa Venezuela, pierde dos días productivos porque el régimen lo decide así. Pero, no conforme con esto. Como parece ser que el régimen quiere una generación bruta y sumisa, no conforme con quitar dos días mencionados a los centros de educación, ahora decide que durante no sé cuantos días de marzo los muchachos desde pre escolar hasta los universitarios, tampoco tendrán clases. ¿Qué país puede echar hacia adelante y salir de una crisis así? ¿Seguirá el régimen decretando asuetos hasta unir carnaval con Semana Santa? ¿Se tendrá algo de tiempo productivo y de educación antes de que lleguen las vacaciones de agosto?

Lo peor de todo este cuento es que la gran barricada por decreto del régimen, efectivamente, logró paralizar al país tanto o más exitosamente que las guarimbas. El 27 fue tan desolado como el #24F día del trancazo. Las barricadas en algunas calles lucían como verdaderas manifestaciones de arte urbano trancando las vías. Los dos días de asueto no hicieron que las protestas cesaran y tampoco que cesaran la represión y la violencia del régimen contra esas protestas. Caracas, Táchira, Mérida, Maracaibo, pueden dar fe de esto último durante el transcurso del jueves 27 de febrero, primer día del «carnaval bolivariano» 2014 en la Venezuela socialista.

Una tarde “excesivamente normal” en Venezuela

Foto de Lusmary Santos desde San Cristóbal

Foto de Lusmary Santos desde San Cristóbal

Maracaibo, 3 y 20 de la tarde del jueves 20 de febrero. Cielo soleado y despejado. Un corto recorrido por algunas calles nos permite palpar la tensa calma que se vive en estos momentos en la ciudad.

Las calles bastante despejadas para el día y la hora, dan la sensación de un domingo o de un 1.7Primero de Mayo. El poco tráfico es lento y, aunque parezca increíble, silencioso. No hay el característico bullicio de las congestionadas calles marabinas. No hay gritos, ni cornetazos ni mentadas de madre en las habitualmente trancadas avenidas.

En las calles internas de urbanizaciones y barrios, se ven los vestigios de lo que fue la noche anterior. En muchas esquinas hay troncos de árboles, residuos de basura quemada -aún humeante-, piedras y alambres, dan fe de la protesta que atestiguó la noche.

Intentando acercarnos a La Plaza de la República nos tropezamos en una esquina dos patrullas policiales trancando el paso. En otra, dos patrullas más y en una última un grupo de policías y motos impiden el paso vehicular hacia la significativa plaza,1.6 bastión opositor en Maracaibo. Parece que para el régimen haber logrado evacuar con violencia el sitio y detener a los muchachos que estaban haciendo vigilia en el lugar es un heroico triunfo y no está dispuesto a permitir que la protesta se asiente de nuevo al pie del obelisco.

Más del 50% de los comercios que veo están cerrados. Algunos pocos prestan su servicio con normalidad y otros pocos mantienen sus santamarías abajo y solo despejada la puerta de entrada, como si estuviesen preparados para cerrar por completo ante cualquier eventualidad.

La sensación que da la calle es de una tregua. De un descanso. Es como si la gente estuviera haciendo una siesta en medio de una batalla para luego retomar la 1.5actividad. De hecho, en algunos puntos ya se ven levantadas barricadas con piedras, troncos y basura en perfecta disposición para lo que vendrá posiblemente al caer el sol.

Vamos hasta la Plaza de Canta Claro para ver si hay actividad por allí y solo se ven algunas personas conversando en el parque y en una esquina que humea un pipote encendido. Más allá unas patrullas apostadas y unos policías de tertulia. Dos cuadras detrás de ellos se ve el humo negro de cauchos quemados que comienza a elevarse hacia el cielo azul. Los agentes no se dan por enterados.

Recuerdo en ese momento que algunos infiltrados de1.4 contra inteligencia del régimen han pasado el día en Zello lanzando mensajes aterradores de represión y detenciones en la calle a todo el que salga, solo con la intención de paralizar de miedo a los ciudadanos y, por supuesto, amedrentar sicológicamente a los estudiantes. Nada de eso. Las calles están en calma. Tensas, pero en calma.

Llegamos a casa. La urbanización está en perfecta y tensa calma. Bajo del carro para abrir el estacionamiento con el terror habitual de que algunos ladrones estén próximos y me vuelvan a encañonar y atracar. Entonces recuerdo la cantidad de policías que han desplegado por toda la ciudad para reprimir a los estudiantes y no puedo evitar pensar en lo seguros que estaríamos si ese mismo despliegue y esa misma fuerza represiva la utilizaran cotidianamente 1.3para combatir a los criminales que secuestran, roban, atracan y violan a sus víctimas.

En el grupo de mi familia en Whatsapp, me consigo un mensaje de mi sobrina María Fernanda, en Mérida, que da cuenta de una situación similar a la que acabo de experimentar en Maraciabo en las calles de la ciudad andina:

“Reporte de la ciudad: avenida Andrés Bello despejada, parece primero de enero. Entrada a Las Tapias por el Museo, una bueeena barricada, bien hechecita. Viaducto de la Croacia: Campo de guerra. La parte interna, por residencias Santa Bárbara, muy bien bloqueada. Liceo Fermín Ruiz, una barricada buena. Por todos lados se ven señas de que los muchachos han sabido defenderse del ataque tanto de la 1.2policía como de los tupamaros amigos del régimen que han salido a enfrentarlos”.

Por su parte, mi sobrina Luzmary desde San Cristóbal reporta que el día ha estado calmado. No se han escuchado detonaciones pero un helicóptero ha sobrevolado la ciudad todo el día y desde hacía algunos momentos dos aviones de guerra pasaban con frecuencia con su estruendo. Envió una foto de uno de los aviones tomada desde el patio de su casa.

Entro en las redes para saber de qué se trata y ya Twitter da cuenta en cientos de micromensajes de los sobrevuelos sobre la ciudad andina, muchos con fotografías de los mencionados aviones. En la página de Facebook de “Con estilo digital.com” consigo una composición fotográfica en la que describen los artefactos como: “aviones caza Sukhoi Su30MH2 Flanker-G de la Fuerza Aérea Venezolana». Pura guerra sicológica sin duda. Poco pueden hacer esos aviones en la ciudad más que ruido y meter terror.

Definitivamente, el régimen se fue con todo contra los tachirenses. Les mandaron el ejército. Dicen que llegaron las “avispas negras cubanas”, un batallón de paracaidistas. Aviones y helicópteros de guerra y les quitaron desde hacía 24 horas el internet.

Desde Barinas, mi prima Eryka me dice que allá no pasa absolutamente nada. Que apenas unos amagos de protesta el día anterior. Claro, esa es la cuna de quien nos dejó este caos…

Pienso en aquella tristemente célebre frase de José Vicente Rangel “Todo está excesivamente normal” y leo que Luzmary escribe en el grupo:

“Empezó la plomamentazón en la 19 de Abrillllll” y María Fernanda reporta que desde el viaducto de Mérida se escuchan cacerolas y detonaciones… Parece que la noche será larga una vez más… Ya arrancó una cadena de medios del régimen…

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#18F, primavera venezolana bajo el sol zuliano

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Cuando llegué a las 10 y media de la mañana a la Plaza de La República, ya la marcha y el abrasador sol marabino me habían tomado la delantera. Unas tres cuadras adelante iba la blanca multitud en su caminata hacia el centro de la ciudad y el astro rey se encontraba en pleno apogeo aportando los frecuentes 40 grados a la sombra a los que nos hemos acostumbrado.

Aceleré el paso lo más que pude para tratar de alcanzar la masa blanca. Inmediatamente el sudor empezó a brotar en mi cabeza tocada con la gorra tricolor y el cuerpo experimentó un sofocón. “No traje el cooler con agua” fue lo que pensé cuando el ardor en la piel empezó a escaldar la piel.

No me importó. Unas horas de sed y calor no significan nada frente a un futuro de sequía y represión. Pensé en la primavera árabe. Con la intención de alcanzar la multitud, aceleré aún más mi andar. Sentía que iba demasiado rezagado, demasiado a la cola de la marcha y se sabe que no es una posición recomendada y segura en este tipo de manifestaciones que se pueden 42ver atacadas por sorpresa por los cuerpos represivos del régimen o por los colectivos violentos y armados que en muchos casos hacen el trabajo sucio.

El motor de algunas motos tras de mí me hizo sobresaltar. Es que la valentía no es precisamente una de mis características distintivas y sabemos que un alto porcentaje de los muchos delitos que se cometen en Venezuela se producen en este tipo de vehículos. Volteé con cierto temor para descubrir que tras de mí venían motorizados de oposición y, un poco más atrás, un mar blanco casi tan extenso como el que iba frente a mí se distinguía con claridad. Resultó que no estaba al final de la marcha. Me encontraba, efectivamente, a la mitad de la misma. La piel se erizó al verificar la multitud congregada solo con mensajes de las redes sociales y en menos de dos días.

Yo, que he perdido la cuenta de los años que llevo marchando contra el régimen y se me hace virtualmente imposible calcular a cuantas concentraciones he asistido, puedo dar fe de que esta del 18 de febrero ha sido la más monumental de las manifestaciones en Maracaibo. Y lo más asombroso es que esta inmensa masa de gente acudió al llamado de los estudiantes y con una44 dirigencia opositora aparentemente dividida.

Es decir, quienes allí estábamos no seguíamos a un líder en específico, seguíamos a un pueblo, a un ideal de libertad y justicia. Estábamos allí para protestar por la pérdida de calidad de vida, por la inseguridad, por la escasez, por las interminables colas a los que nos vemos obligados a someternos para tener acceso a los productos más básicos. Estábamos allí porque estamos convencidos de que nos merecemos un futuro mejor que este caótico e incierto presente que estamos viviendo. Estábamos allí no para protestar por un gobierno de un año, sino contra un régimen que lleva 15 largos años destruyendo el país

La adrenalina desatada en mi cuerpo, cumplió su cometido y me ayudó a vencer mi agorafobia y mi vértigo. Al rato de andar ya me encontraba sumergido en la multitud blanca y sin siquiera pensarlo, ascendía por el elevado de Delicias haciendo caso omiso a los metros de caída libre20 bajo mis pies. La emoción de ver la avenida repleta de gente por los cuatro costados fue tal, que en un arrebato de valentía me subí a la baranda de defensa de la avenida para desde un punto más alto, capturar una mejor imagen de la multitud.

Allí estuvimos un buen rato. Parados, gritando consignas y ondeando banderas. El sol no nos abandonó en ningún momento y la sed hizo que venciera mi resistencia a consumir productos callejeros y me zampé un frío y cítrico cepillado de limón. Estaba realmente ardido y deshidratado. Una chica se sacó su bolsita de agua de la boca y me la obsequió. ¡Ah, qué alivio recorrió mi cuerpo al entrar el frío liquido!

Empecé a desandar el camino. Unos nos íbamos de regreso pero otros venían llegando. Como es habitual, conversábamos con quienes nos pasaban al lado. De la situación del país, de la represión de los últimos días, de la necesidad de un cambio…

Un señor de aspecto humilde me dijo:

-Tenemos que pelear por esta vaina. Este país no es de ellos. ¡Y se lo dice un hombre que fue 15 años revolucionario! Nos dijeron que en cinco años íbamos a vivir mejor y ya tenemos 15 años 2y los pobres somos más pobres. Nos engañaron. ¿Qué pueden ofrecernos los cubanos a nosotros?

-¿Y usted en qué trabaja?

-Yo soy empleado de mantenimiento de la Coca-cola. Y fui chavista pero esto no se puede aguantar más.

-¿Le puedo hacer una foto?

-Hágala. Y le repito. Tenemos que pelear. Este país no es de ellos.

Durante todo el recorrido, se observaban apostados en las esquinas muchos efectivos policiales. Más de cuatro o cinco en cada intersección. En algunos lugares incluso más. “¡Qué diferente fuera este país si esos policías estuvieran en cada esquina para protegernos diariamente de la inseguridad que nos diezma!”, pensé. Dos policías en cada esquina, sin molestar a los ciudadanos, sin matraquearlos, serían suficientes para sentirnos seguros en nuestras ciudades.

Llegué a mi punto de partida, La Plaza de La República. Ya había una pequeña multitud allí66 congregada y continuó llegando gente. Al poco rato, parado en la isla de la avenida, vimos una multitud blanca que se acercaba. Un chico, delante de mí dijo en tono irónico:

-Ahí viene el mollejero de fascistas de Maracaibo.

Con la misma ironía le respondí:

-Esos son los escuálidos multimillonarios de nuestra ciudad.

Otro joven, con una cicatriz en el brazo, terció en el mismo tono irónico y sonriendo:

-Coño, sí, aquí estamos puros ricos. Por eso fue que yo me vine en un Ruta 6 para poder llegar a marchar.

Me acerqué a la concha acústica de la plaza donde estaba un grupo de gente reunida y una señora en tono compungido me dijo:

-Ya agarraron a Leopoldo. Ya se entregó.

-Bueno, era lo que se esperaba –dije tratando de ser razonable-. Afortunadamente, a él no lo 62maltratarán, no lo torturarán, no le pondrán electricidad en los testículos ni lo violarán como dicen que ha sucedido con algunos jóvenes detenidos. Tampoco lo sobornarán con 10 mil dólares para liberarlo como también dicen que les han hecho a los familiares de otros.

Un baño reparador en casa, hizo que mi cansancio físico desapareciera. Moral y espiritualmente me sentí fortalecido. Repasé en mis fotos lo que acababa de vivir y, emocionado, me senté a escribir esta crónica.

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