El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

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Lo extraordinario se hizo karmático

Mazeite

Tenía el régimen socialista de Venezuela, hace un tiempo, un eslogan publicitario que decía, «Lo extraordinario se hace cotidiano».

La frase la machacaban las 24 horas al día por radio, prensa y televisión como un motivo de orgullo, de alegría, de lo bueno que era vivir en un país donde «lo extraordinario se hacía cotidiano». Goeblelianamente, la propaganda parecía un sin fin.

El eslogan dejaron de aplicarlo, justo cuando cobró significado, pero en sentido negativo. Lo que se hizo cotidiano fue el abuso, la matraca, el contrabando, el bachaqueo, las colas, la escasez, el sicariato, la muerte… Y lo que pasó a ser extraordinario fue el sentirse respetado y tratado como ciudadano; como persona, para no exigir mucho.

Pues bien. En mi cotidianidad, todos los días, al salir del trabajo y para llegar a mi casa, recorro una ruta en la que debo pasar por las calles de urbanizaciones de estratos medio/medio, medio/alto. Sin apenas darnos cuenta, esas urbanizaciones se fueron llenando de ventas de cosas en las puertas de las casas.

Un día, aparecieron en la fachada de una quinta cartelitos hechos en cartulinas de colores y dibujos que anunciaban postres: «Torta Tres Leches», «Torta de Chocolate», «Cascos de Guayaba»… Otro día,  otra casa amaneció con una vitrina pequeña de vidrio vendiendo jugos, empanadas y pasteles. Luego, en el garaje de otra, una mesa, una balanza y una silla, con un cartel que promocionaba la venta de queso Palmita y queso de año.

Lo extraordinario, en efecto, se hacía cotidiano. Y apenas lo notábamos.

Hace pocos días, en ese mismo trayecto de todos los días, encontramos un pequeño perro poodle, marrón chocolate, dando tumbos por la calle, como asustado y extraviado. Temeroso. Husmeando en la basura que se acumula en las calles habitualmente. Cristian y yo, en el carro, nos compadecimos del pobre animal. Frenamos para tratar de agarrarlo, pero era desconfiado y huyó. Lo vimos atravesar una reja de esas que han instalado en algunas calles, cerrándolas y convirtiéndolas en espacios privados para tratar de protegerse un poco de la inseguridad, y comenzó a olisquear debajo de un portón, como si reconociera su casa.

«El pobre debe vivir allí y no halla cómo entrar», pensamos.

Entonces, al mirar la pared, vimos una pequeña ventana enrejada y abierta y el visaje de una persona que se movía adentro.

— ¡Para! Ahí hay gente. Esa debe ser la casa del perrito. Vamos a avisarles que se les escapó.

Al asomarme a través de la reja, descubrí que se trataba de una venta informal casera de productos alimenticios y de aseo. Una bodega, pero sin avisos ni letreros. Llamé a voces para que alguien saliera y, mientras esperaba, iba detallando los productos.

Jabón Palmolive, detergente en polvo Ariel que venden por medidas, aceite de soya, leche condensada…

Apareció una señora de mediana edad con pinta de ama de casa que estaba limpiando.

—Señora, ¿aquí vive un perrito poodle marrón?
—Sí,  es de aquí.
—Es que se le salió y está como perdido y queriendo entrar.
—No. Él no se pierde. Él sabe regresar y entra por debajo de la puerta.
—Hummmm… ¿En cuánto tiene la leche condensada?
—En ciento cincuenta. —El precio en el supermercado, si se consiguiera, es de 60 bs.
— ¿Y el Palmolive?
—A ochenta cada uno. —El empaque de tres cuesta en el supermercado, cuando hay, 25 bs.
— ¿Y arroz, tiene? ¿A cómo?
—Noventa el paquete. —El «precio justo» es de menos de 25 bs.
— ¿Leche en polvo?
—Sí, tengo, San Simón a seiscientos cincuenta. —No quiero ni pensar en el supuesto «precio justo» regulado.
— ¿Y papel tualé?
—Sí, a cien el rollo. Pero es del Rosal del grueso. —O como, o me limpio el culo, pienso. Y me olvido de los 20 bs. que se supone debería costar el paquete con cuatro rollos.
— ¿Y Tiene aceite de girasol o de maíz?
Los ojos de la señora se iluminan:
— ¡Tengo Mazeite! Pero, ese sí lo tengo caro. A cuatrocientos bolívares, porque ese lo traje de Maracay.
—Bueno, doñita, es bueno saber que tiene eso aquí por si necesito. Cuide al perro, que se lo pueden robar o atropellar. Hasta luego.

Golcar Rojas

«Vienen por mí y estoy solo»

verdes

En estos días tuve un deja vu cinematográfico.
Por un momento, me sentí en una película argentina que vi hace años en la que un librero escondía unos libros con mucho celo y cariño, envolviéndolos en bolsas plásticas y enterrándolos en el patio trasero de su librería en Buenos Aires, previendo que la dictadura en cualquier momento lo iría a buscar allí.

Me encontraba sentado en mi silla, leyendo ‘El psicoanalista’, cuando tocaron a la puerta de la tienda y ladraron los perros.

Al levantar la vista, vi a contraluz, a través del cristal de la puerta de entrada,a la figura de dos uniformados de verde.

«Vienen por mí y estoy solo», pensé.

Pulsé el timbre que desatranca la puerta y los dos verdeolivos entraron:

-¿Tiene peces?

Falsa alarma.
Sólo buscaban telescopios.

Esta vez no fue…

pez

Devuelvan a la cómoda los hilos dentales

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Yo sé que hay muchas y muchos que cuando Obama dijo que declaraba a Venezuela como un peligro para Estados Unidos, corrieron a la gaveta de la cómoda a sacar los hilos dentales, las panteleticas y los calzoncillos de salir porque ya se veían empotrados contra la pared por un Marine de más de un metro noventa de estatura, con los ojos rubios del color del Mar Caribe y sonrisa Crest, de esa que ya hace tiempo no se ve por estas tierras del socialismo del SXXI.

Otros empezaron a dar alaridos histéricos porque ya sentían el zumbido de los misiles tierra aire sobre sus cabezas. Veían el hongo de la explosión de una bomba atómica en el horizonte.  Se imaginaban al negrito Obama mandando a ponerle 3en1 a las plataformas de los misiles que desde los tiempos de la Guerra Fría apuntaban hacia Rusia para moverlos unos grados a la derecha y enfilarlos a las costas venezolanas.

¡Terror!

No se les ocurrió pensar que esa declaración de «peligro inusual y extraordinario» -extraordinario tomado literalmente como fuera de lo ordinario, fuera de lo común; no como inmenso como lo pintan algunos traductores-, no es más que un requisito previo, un trámite burocrático, para poder proceder legalmente a sancionar a quienes sancionó, quitarles las visas y, si tienen cuentas en el imperio, poder congelárselas.

Acostumbrados como estamos a que en esta república bananera del norte del sur, se saltan la legalidad a la torera y con la Constitución hacen papel tualé,  pensamos que Obama podría hacer lo mismo. Quitar visas a lo arrecho y congelar cuentas.

Pues, no. Por muy guapo y guapachoso que sea el negrito, por mucha sinicutancia que tenga. Allá en el imperio hay una pautas legales que tiene que seguir. Unos requisitos constitucionales que cumplir. Y de eso se trató. El decreto se enfila contra quienes “violen los derechos humanos de ciudadanos venezolanos y que se involucren en actos de corrupción pública…”.

Para poner un ejemplo doméstico.  Es como si un odontólogo le dice al paciente que use una pasta dental equis pero que para que la pasta dental funcione debe primero comprar un buen cepillo de dientes. Sí no, la pasta dental no.surtirá efecto.

El paciente va a comprar el cepillo como le indicaron y alguien que lo observa dice:  ‘¡Qué peligro! Si le saca punta a ese cepillo puede hace un chuzo y sacarle un ojo a.alguien o atravesarle el corazón. Eso lo hizo un asesino en 1967″ .

Pues sí. Podría. Pero por lo pronto, sólo lo compra para cepillarse los dientes porque es el requisito para poder usar bien la pasta dental.

Por ahora, la declaración de peligro es sólo para hacer lo que hizo. Proceder contra funcionarios venezolanos corruptos y violadores de Derechos Humanos. Esos son los que tienen que estar asustados. Quienes tienen dinero de corrupción y narcotráfico en Estados Unidos. Quienes matan estudiantes y apresan sin debido proceso a la disidencia.

Esa declaración no es para invadir mañana a Venezuela y llevarse a Nicolás como a Noriega. O para hacer lo que hicieron en los años tales con tal país. Como quieren algunos hacernos creer.

¿Que esa acción de Obama beneficia a Nicolás?

Si Obama no lo hubiese hecho, el régimen se lo habría inventado -como de hecho lo venía haciendo-, porque saben que apelando al nacionalismo, al patriotismo ramplón, al chovinismo de librito, es la única vía que tienen para tratar de mantener ese menos de 20 por ciento de simpatía en el electorado que aún les queda.

Así que bájenle dos a las histeria de la guerra y las bombas y los misiles. Quítense esos hilos dentales antes de que se les manchen y agarren mal olor. Devuelvan los interiores y las pantaleticas de salir a la gaveta del chifonier. Siéntense en el bidet y échense agüita fría para que se les pase el sofoco, que, por ahora, no vendrá ningún Marine con cuerpo de escaparate de dos puertas y sonrisa Crest a empotrar a nadie.

Las sonrisas que seguiremos viendo a diario son las tristes y resignadas sonrisas Colgate tailandesa en las colas para comprar comida. No tendremos que apuntar fusiles -por muchas prácticas que se ponga Nicolás a hacer-. Lo que sí tendremos que apuntar será nuestro dedo en las captahuellas que ya se extienden por todo el país para que nos vendan lo básico. Lo que llegue. Lo que haya.

Para quienes quieran ir a la fuente original, este es el párrafo original en inglés y al picar en él acceden a todo el texto.:
I, BARACK OBAMA, President of the United States of America, find that the situation in Venezuela, including the Government of Venezuela’s erosion of human rights guarantees, persecution of political opponents, curtailment of press freedoms, use of violence and human rights violations and abuses in response to antigovernment protests, and arbitrary arrest and detention of antigovernment protestors, as well as the exacerbating presence of significant public corruption, constitutes an unusual andextraordinary threat to the national security and foreign policy of the United States, and I hereby declare a national emergency to deal with that threat.

Golcar Rojas

Escuchando tu silencio

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Haz clic en la imagen para adquirir ‘Escuchando tu silencio’ en amazom.com

La primera publicación de María Teresa Aguilar, @MTAguilarR, como se le conoce en las redes sociales, y a la venta en amazon.com, ‘Escuchando tu silencio’, es una historia de crecimiento.Un recorrido vital por la intimidad de dos mujeres que a lo largo de sus vidas comparten sus vivencias, sus experiencias, para aprender a vivir y enseñar a vivir.

Escrita en tono confesional, la historia nos lleva por la experiencia vital de sus personajes: una niña, que empieza a crecer y a experimentar los vaivenes, sinsabores, alegrías, ilusiones y decepciones del amor. Y una mujer mayor que ya ha vivido esa experiencia pero que vive la historia de la pequeña y joven compañera con la pasión que en su oportunidad vivió la propia. La mujer mayor, es la voz de la experiencia. El apoyo de la amiga, de la compinche que sabe cómo termina la historia pero no le echará a perder a su pupila su vivencia contándole el desenlace para que lo descubra por sí misma. Escucha a la chica, la comprende con la sabiduría que da la experiencia. No juzga. Sólo escucha, acompaña y abre los sentidos para que el camino a recorrer sea más placentero y los obstáculos y sinsabores menos traumáticos.

La historia tiene el ritmo del vaivén del mar siempre tan presente a lo largo de la lectura y la delicia del crecimiento vital.

Al final, sólo me hizo falta que la mujer mayor tuviera un nombre. Para mí, los nombres son importantes tanto en la vida como en los cuentos. Un nombre que le dé carne a los seres y le dé cara al personaje. Los nombres son imprescindibles para mí. Hay que nombrar para que los seres existan. ‘Bautizar’ para dar vida al ser.

Cada quien que lea ‘Escuchando tu silencio’, tendrá la tarea de bautizar los personajes. La voz de la experiencia será ‘La Nana’, y la niña, tal vez, la propia MT o el mismo lector.

Golcar Rojas

Contra un régimen pestilente, Glade Unidad

glade

“Yo no pienso firmar ni una sola solicitud, proclama, exigencia o lo que sea que saque la oposición si no viene encabezada por la MUD, Capriles, Leopoldo, Ledezma, María Corina y toda la oposición. Todos juntos en una misma acción o no hay firma.”

Así actualicé mi estatus de facebook. Esperaba que salieran unos cuantos a recordarme a mi madre. Que saltaran ofendidos a decirme que así no se puede, que con gente como yo no saldremos nunca de esto, que dónde queda entonces el derecho a disentir…

Para mi sorpresa, el post no sólo tuvo unos cuantos “likes” sino que, incluso, los comentarios fueron en su mayoría a favor y algunos hasta manifestaban lamentar no haber pensado en eso antes de estampar su firma en la última solicitud planteada. Unos cuantos hasta lo compartieron.

Creo que a estas alturas ya está más que evidenciado que la masa opositora. Lo que damos en llamar el “pueblo” que no está con el régimen –y que aumenta en cantidad cada día, el rechazo ronda el 80 por ciento, gracias a las nefastas no-políticas del gobierno-, desde siempre ha demostrado que está unido en su lucha y dispuesto a seguir la iniciativa que nos conduzca a un cambio. Lo ha demostrado cuando ha salido en multitudinarias marchas en todas las ciudades del país, cuando ha asistido a concentraciones, a bailoterapias. Cuando lo han llamado a cacerolear y se ha quedado sin una sola olla en su casa sin abolladuras. Siempre ha respondido en masa al llamado de los líderes. Sea del lado de la oposición que sea que se convoque.

Salvo algún radical de teclado que es más la bulla que hace en las redes que el bulto que hace en la calle. Y uno que otro ‘exiliado’ que en mayúsculas pone en sus redes: “HASTA CUANDOOOO!!!! ES QUE NO SE CANSAN, NO TIENEN DIGNIDAD??? SALGAN A LA CALLE HASTA QUE EL TIRANO CAIGA!!!” mientras en su interior susurra “Que yo quiero volver”. La inmensa mayoría del pueblo opositor quiere una salida pacífica y electoral. Necesitamos una transición. Pero eso pasa primero por estar unidos. Desde la dirigencia hasta el vecindario.

La unión que la masa ha demostrado en incontables ocasiones, ha encontrado poco o muy débil eco en la dirigencia. Ya está bueno.  Que la próxima propuesta que se haga, en el encabezado diga:

“La MUD, Leopoldo López, Antonio Ledezma, María Corina Machado, Henrique Capriles Radonski… unidos al pueblo de Venezuela, solicitan, exigen, proponen, gritan, maúllan, esto, esto y aquello”.

Que se reúna la dirigencia en un cuarto. Que se jalen las greñas. Que se puyen los ojos. Que se pongan tachuelas en las sillas. Que se metan el pie cuando el otro pase. Pero que salgan de ese cuarto con una propuesta unitaria al país. Que metan en una bolsa los nombres y sorteen el lugar en que aparecerá la firma de cada uno en el encabezado. Que nos pidan la firma, la marcha, la acción, todos juntos. Si están todos, estoy yo. De lo contrario, les agradezco a mis amigos de las redes que no me manden links con petitions on line ni nada que se le parezca para que firme.

Que si a Leopoldo no le gusta que Capriles tiene pecueca, que le regale un Borocanfor porque Mexana no hay.

Que a María Corina le molestan los peos de caraotas refritas de Chúo Torrealba, que le mande un digestivo.

Que a Ledezma lo asfixia el violín de Leopoldo,  que le regale un desodorante. Están difíciles de conseguir pero cualquier cosa se lo envío por correo expreso.

Que a Capriles se le tapa la nariz con el olor a naftalina y humedad de Ledezma, que le regale un deshumidificador.

Que a Chúo no le gusta que María Corina…

No, María Corina es una señora y no debe tener ningún mal olor. Debe oler a rosas. Pero bueno, si Chúo siente un tufillo en María Corina a agua vieja del florero, pues que le cambie el agua y prenda un incienso.

Pero que de ese cuarto salgan con una propuesta al país. Una propuesta de todos para todos. Que si nos equivocamos nos equivoquemos todos. Sin un “Yo te lo dije”, sin un “Yo te lo advertí” después.

¿Pifiamos? Pifiamos todos.

Nos tapamos la nariz y nos volvemos a reunir y lo volvemos a intentar.

¿La propuesta tiene éxito? Gana Venezuela.

A cada uno de nosotros nos puede generar desconfianza alguno de los líderes de oposición, podemos percibir en uno o en otro algún tufillo molesto.

Pero, ningún olor que expidan esos líderes y que incomode a su vecino o a nosotros es más pestilente que la corrupción del régimen. Ninguna fetidez es más penetrante que la de los cuerpos podridos y con balas en la cabeza que se glade4han encontrado. Ningún hedor puede ser más atormentante que el de la sangre fresca sobre el pavimento o los sesos en una acera.

La pudrición de este régimen es tal, que ya sólo cuentan con las ratas y lo que se les acerca a última hora son solo zamuros atraídos por la pestilencia mortecina de la carroña.

Si quieren nuestra firma en una propuesta para sacar a los enchufados. Que se reúnan, negocien, conversen y salgan con una propuesta unitaria. Contra la peste fétida del régimen, Glade Unidad. Ningún otro adminículo podrá ser efectivo. La única manera de extraer la fetidez de este régimen. La unión hace la fuerza es más que una frase manoseada. Que lo digan los chilenos. Desconectemos del toma corriente a los enchufados, conectando el Glade Unidad, el mosquetero “Todos para uno y uno para todos”.

De lo contrario, si no veo la firma de todos en el tope, no se molesten ni pierdan su tiempo mandándome “Petitions on line”. No me interesa.

Hoy, sólo veo Madres

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Una madre angustiada grita ‘¡Cuidado!».
Su potente grito detiene el carro.

Una madre de voz nasal llama a Yenifer:
«Ponte allí, junto a las letras de ‘Maracaibo’ para hacerte la foto».

Una madre sonríe mientras empuja el coche y canta una nana.

Un hombre le enseña a su hijo que ‘brisa’ es ‘viento’.
Yo veo a Santa Ana enseñando a María.

Una madre empuja el coche vacío mientras su beba de dos
se tambalea a su lado buscando el equilibrio en la carrera.

Una joven de pechos diseñados para amamantar
trota junto a su husky, que es por ahora su hijo.
Hasta que las tetas cobren sentido materno.

Un guapo tío gay, en cuclillas,
abre los brazos para recibir el apretón de la alegre sobrina.
Demeter abraza a wpid-img_20150224_210324.jpgPerséfone.

Unas varoniles y musculadas piernas pedalean
halan la pequeña calesa con los dos hijos dormidos.
En su esfuerzo veo una madre.

Una madre serena empuja sin esfuerzo
la pesada silla de ruedas de su hijo con esclerosis bilateral.

Un señor mayor invierte los roles.
Es la madre de la anciana ida que lleva del brazo.

La Vereda del Lago está llena sólo de madres.

Alucino.

La luna brillante me llama.
En su luminoso cuarto creciente veo la sonrisa encendida de Kluiverth Roa.
Encandilado, bajo la mirada y en la acera veo unas manos
que se aferran a la cabeza de un niño para contener la sangre
evitar que los sesos se deslicen sobre el concreto.

wpid-img_20150223_232821.jpgTodos son ajenos a esa madre que en el Táchira ya no gritará, ¡Cuidado!
Ya no enseñará que la ‘brisa’ es ‘viento que sopla’.

«Culpa de la madre que lo dejó salir a protestar»,
dicen que dijo un obrero que parece no tener madre,

Hoy, sólo veo madres. Todos somos madres.

Levanto la vista al oscuro horizonte
se me aparece la madre de ese de 23 que mató al de 14.

Mañana algunos de los ajenos e indiferentes mirarán a sus hijos
un escalofrío les recorrerá la espina dorsal
al encontrar en sus ojos la mirada de Kluiverth.

Por los poros de mis piernas y brazos brota un dolor de madre.
Una ira ácida baña mi estómago.
Me prohibo llorar.

Pero una lágrima rebelde
cae sobre el negro pavimento
deja un charco de sangre.

Hoy, ya no soy Rojas.
Hoy,#YoSoyRoa

Golcar Rojas

Te voy a llevar al cielo

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Este es el título de una historia de ficción que escribí y que ahora está a la venta en Amazon.

Es una novela corta escrita en clave de humor negro llena de intriga, suspenso, sexo y perversiones en el marco de un país en revolución.

Es la historia de un joven que al salir de bachillerato decide, en vista de las condiciones de su país, dejar de estudiar y empezar a trabajar para ganar dinero. Su padre, tratando de disuadirlo de esta decisión termina pidiéndole a un amigo que emplee a su hijo, aún menor de edad, para trabajar como empleado de la limpieza en un motel de lujo donde los clientes van a satisfacer sus más extravagantes fantasías.

Pero un día, la vida de Ángel, el joven limpiador de habitaciones, da un vuelco al encontrar en la Suite Heaven del Sueños Inn el cadáver de una hermosa mujer vestida de novia sexy. A partir de allí, obsesionado con la víctima, con quien sueña que le pide ayuda, trata entonces de descubrir quién y por qué mataron y abandonaron en la Suite a la hermosa chica viéndose inmerso en un complejo mundo de perversión y manipulación política.

La novela está disponible en Kindle en la página de Amazon -solo en formato digital- y puede ser adquirida clicando en este link:

http://www.amazon.com/dp/B00TPZMIYM

A continuación, dejo un abre boca de la historia que conseguirán si se animan a continuar leyendo:

Te voy a llevar al cielo

Por Golcar Rojas

1

La muerta de la Suite Heaven

–José Alberto, tienes que venirte ya al Sueños Inn.

– ¡Coño, Andrés! No son ni las seis de la mañana. A esta hora ni las calles están puestas y menos un domingo ¿Qué te pasa?

–No te lo puedo decir por teléfono. Tú sabes que estos bichos están pinchados y es una vaina grave y pa’yer.

–A ti te encanta un misterio, Andrés. De vez en cuando se te sale la loca intrigante que tienes reprimida por dentro. Dime cuál es la verga…

­– ¡Coño, José Alberto! Deja la pendejada y mueve el culo que es de vida o muerte. No quiero que venga la policía antes de que tú me digas qué hacer.

– ¡Verga! ¿Policía? ¡No me cagues! Ya voy pa’llá.

José Alberto se pasaba las manos alternadamente por la cabeza tratando de poner sus pensamientos en orden. Para nada le gustaba lo que se había encontrado en el Sueños Inn. Su intuición de hombre curtido en  ambientes de bajos fondos le decía que si no actuaba con cautela todo podría salirse de las manos y complicarse.

–Esto es fatal para el Hotel y para los dueños. Ahorita lo que menos nos conviene es un escándalo de este tipo –Dijo José Alberto al llegar a la escena del crimen, mirando alternativamente a Ángel y a Andrés.

–Tendré que llamar a Carmelo, el dueño, antes de hacer nada porque esto hay que tratarlo con mucho cuidado y discretamente. ¿Qué viste, tú, Ángel?

–Nada. Me había quedado dormido en el pasillo porque no tenía nada qué hacer y mientras esperaba que desocuparan alguna habitación para limpiarla, cabeceé sentado en el suelo al fondo del corredor. Me despertó un ruido metálico y cuando abrí los ojos vi un tipo con mono deportivo y gorra que cruzaba con paso apurado el pasillo para irse. Traté de llamarlo pero no me dio chance. Después, me conseguí a la diosa aquí en la cama de la Heaven cuando entré a limpiar. Pensé que estaba dormida. Cuando la toqué me di cuenta de que estaba muerta y le avisé a Andrés.

–Bueno, primero que nada, tú, desapareces, Ángel. Un menor de edad metido en esta historia es lo que menos nos interesa ahora. Andrés, para los efectos subsiguientes, incluso para Carmelo, tú, al ver que el hombre se iba solo, subiste a ver qué pasaba, porque esperaste un rato a que saliera la mujer y nada que aparecía. Como estabas seguro de que no habías visto salir a la chica, subiste a ver qué sucedía y te encontraste la sorpresa en la habitación. Ángel no figura en toda esta historia. ¿Estamos claros?

Ambos asintieron con la cabeza con un sí, apenas audible.

–Voy a llamar a Carmelo. Él sabrá qué hacer.

Mientras marcaba el número del propietario del la cadena Sueños Inn. José Alberto le dijo a Ángel  que se fuera. Que desapareciera rápidamente del hotel.

–Carmelo, necesito verte en persona, pero es ya.

–Ya va. ¿Viste qué hora es? No hace ni media hora que llegué de la fiesta de los ascensos militares y hasta medio borracho estoy. Ya me iba a dormir. Mejor nos vemos en la tarde. Te llamo y…

–No. ¡Tiene que ser ya! Y es grave el asunto. Tiene que ver con el hotel, pero por teléfono no te puedo decir nada. Es muy delicado.

–Pásame una pista por pin a ver si es en verdad tan importante. Yo sé cómo exageras con toda vaina.

José Alberto escribió: «Nos dejaron una novia muerta en la Heaven».

« ¡Vergación, voy pa’llá!» contestó Carmelo.

Afortunadamente para José Alberto, era domingo y a esa hora las autopistas están libres. En poco más de 10 minutos llegó Carmelo al Sueños Inn a pesar de que vivía en el extremo opuesto de la ciudad.

Mientras subía con José Alberto en el ascensor, rumbo a la suite Heaven, el gerente lo iba poniendo al tanto de la situación. Le contó la versión que había acordado con los empleados minutos antes. Ya no había rastro del menor por ningún lado.

Entraron juntos a la suite. A Carmelo le llamó la atención el orden perfecto en que se encontraba todo en la habitación. La cama estaba como recién hecha y no había muestras de violencia por ningún lado. El asesino se tomó la molestia de arreglar todo y acomodar el cadáver en el medio de la cama como si esperara una sesión fotográfica para la revista Hola.

–Aquí no parece que hubiera habido pelea ¿no?

Dijo mientras se acercaba a la cama donde yacía el cadáver de la mujer.

– ¡Ah la puta! ¡Es María Virginia, la esposa del General!

–No sé de quién hablas Carmelo, pero no me gusta nada la combinación de muerta, Sueños Inn y General. A mí sí me daba un aire a alguien conocido pero no sé bien de dónde…

–Es la mujer del General Edelmiro Berroterán. Con razón que la muy zorrita no estaba anoche en la fiesta celebrando con su marido el ascenso a General de División. La muy perra tenía su fiesta privada. Esa mujer con su carita de virgen de Murillo nunca me dio buena espina –Dijo Carmelo mientras recordaba cómo le habían presentado a la mujer de Berroterán en muchas oportunidades y siempre se hacía la que no lo conocía.

En una oportunidad en que se atrevió a acercarse y preguntarle por qué siempre simulaba no conocerlo a pesar de haber coincido tantas veces en diferentes reuniones y tener tantos conocidos en común, María Virginia le confesó que no quería tener cercanía con alguien de quien todo el mundo decía que era el testaferro de Dagoberto y que era propietario, o mampara por lo menos, de un hotel de lujuria y sexo que más parecía un lupanar que un hotel.

«No es nada personal en tu contra, Carmelo –dijo María Virginia con amabilidad pero con firmeza–. Es que no me gustaría que mi imagen se viera por algún equívoco relacionada con alguien de quien se rumorea que trafica con sexo y corrupción»

«Es bueno saberlo, señora –Dijo Carmelo tratando de contener su ira y disimular su odio­–. Así nos evitamos malentendidos. Trataré de no volverla a importunar con mi presencia».

Ese día Carmelo se juró que algún día la mujercita se tragaría sus palabras y su desprecio. Algo muy negro debía esconder cuando la sola presencia de alguien como él la hacía sentir tan incómoda.

– ¡Bella la condenada! Tan santita que se veía. No hagas nada todavía, José Alberto. Nada de policía por ahora. Déjame llamar a Dagoberto a ver qué nos recomienda hacer. Él es amigo de Berroterán y posiblemente juntos decidan qué es lo mejor que podemos hacer. Ya lo voy a llamar.

Mientras hablaba, Carmelo sacaba el Blackberry por el que se comunicaba con el diputado Dagoberto Hernández, Vicepresidente de la Asamblea Nacional de Diputados. Era una línea que sólo estaba destinada para hablar con el diputado y que solo debía utilizar para casos de suma importancia. La aparición en el Sueños Inn de la esposa del General, amigo y compañero de tolda política del dueño del hotel, asesinada en semejantes circunstancias era, sin duda, un caso de tanta importancia que ameritaba la utilización de la línea en cuestión. Carmelo contemplaba la escultural mujer mientras intentaba comunicar:

«Estaba comiendo bien, el Generalito –pensó– Esa mujer es una diosa».

–Dago, necesito verte en 15 minutos en el parque que está a dos cuadras de tu casa.

– ¡Tú estás loco, Carmelo! Acabo de desvestirme para acostarme. Vengo llegando del after hour de la fiesta.

–Loco vas a quedar tú, cuando te diga lo que pasa. A mí hasta la pea se me pasó del tiro. ¡Apúrate que tenemos un bombita en la mano y si nos tardamos mucho nos explotará!

–Ok. En quince minutos en el parque. ¡Qué ladilla!

Carmelo tomó unas cuantas fotos del cadáver con su teléfono para llevárselas a su «socio» como prueba de que todo era cierto, sabía muy bien lo desconfiado que era Dagoberto y había aprendido hacía mucho tiempo que al diputado todo había que probárselo sin que quedarán espacios para dudas. Antes de salir, le dio una ojeada al video de seguridad, haciendo una foto del monitor en la parte donde mejor se distinguían los dos personajes antes de entrar a la habitación.

–Que nadie vuelva entrar a esta suite hasta que les demos órdenes, José Alberto. Y nada de comentarios ni rumores al respecto. –Dijo y salió a toda prisa a reunirse con su socio.

***

Que el diputado Dagoberto Hernández era dueño de la mayoría de las acciones de los hoteles Sueños Inn, especialistas en hacer realidad las fantasías eróticas más imposibles, era un secreto a voces en el país. Así como también, que era propietario de la mayoría de los casinos. De los legales primero y de los clandestinos, después, cuando por ley fueron prohibidos. También era propietario de una cadena de supermercados en la que nunca escaseaba ninguno de los productos que no aparecían en los anaqueles de los supermercados nacionales y de una importante línea aérea. Todo mediante testaferros. Perros fieles de su absoluta confianza, dispuestos a dar sus vidas por mantenerle el secreto al diputado.

Las malas lenguas murmuraban que, después de ser un teniente sin pena ni gloria, que logró alcanzar importantes posiciones políticas gracias al padrinazgo de «Gigante», con quien en años de servicio militar había acometido una fracasada intentona golpista para derrocar al presidente del país, y por cuyos favores había llegado a amasar una cuantiosa fortuna, gracias a la explotación del dólar paralelo, cuyo precio en el mercado, insistían los insidiosos adversarios, era fijado desde unas oficinas de administración que tenía en un importante edificio de la capital del país y desde sus instalaciones en Florida.

Algunos, incluso, sostenían que era “El Canciller”, apodo con el que se referían a uno de los jefes del cartel de narcotráfico denominado «La Cancillería», con actividad delictiva a nivel internacional en el tráfico de estupefacientes a gran escala. Nada de esto era comprobable pero medio país lo daba por cierto.

Sus más recalcitrantes opositores aseguraban que era el hombre más rico y poderoso del país, uno de los más ricos de Latinoamérica y que era el verdadero poder, detrás del poder, junto con su compañero de tolda política, amigo y compadre, el General Edelmiro Berroterán.

Los rumores daban cuenta de un hombre taimado, cínico y ambicioso, que estaba al tanto de lo más mínimo que acontecía en la nación y que no caía una hoja de un árbol sin que él se enterara, lo autorizara y tratara de sacar provecho y ventaja de eso. Hasta de la honestidad en su relación con el compañero y compadre, Edelmiro Berroterán, se dudaba en los corrillos de pasillos y había quienes decían por lo bajo que el diputado se la había jurado a su compadre y que en cualquier momento lo atacaría por el lado que más le dolería.

Sus seguidores, por el contrario, metían las manos al fuego tanto por el diputado como por el general. Decían que todo eso eran rumores de la oposición malsana y perversa que los querían fuera del gobierno. Inventos de los golpistas que vivían conspirando contra Gigante y sus más cercanos colaboradores. Si alguien les insinuaba la posible propiedad de Dagoberto de los Sueños Inn o su aparente participación en el negocio del narcotráfico, saltaban como fieras a decir que Dagoberto era un «hombre cristiano. Un hombre de Dios, que llegó pobre al gobierno y saldría igual, porque jamás se prestaría para semejantes tipos de comercios, ni para marramuncias».

***

– ¡Coño, Carmelo!, espero que la supervivencia de la especie humana dependa de lo que me vas a decir porque no he dormido nada y ya se me está desarrollando un ratón que me hará estallar la cabeza.

–Tú me dirás si es grave o no. Tenemos una muerta en la Suite Heaven. La afortunada ganadora del pasaje sin retorno es nada más y nada menos que María Virginia, la esposa del General Edelmiro Berroterán, tu amigo y compadre. Aquella, a la que le molestaba mucho que pudieran vincularla contigo, con tu hotel o conmigo.

Dagoberto se desplomó sobre el banco de cemento del parque tratando de ordenar sus pensamientos y aclarar su mente.

– ¿Cómo fue? ¿Quién fue?

–No sabemos. Parece que la ahorcaron con una cinta de seda, por lo que vimos. Se registraron con nombres falsos y a eso de las cinco de la mañana, al recepcionista, le llamó la atención que el hombre saliera solo del hotel. Esperó un rato a que saliera la acompañante y como no la veía, fue a la habitación donde consiguió el cadáver. Lo extraño es que todo está en su lugar. No hay muestras de pelea o violencia y la mujer está como dormida. Lo único que tiene es una línea en el cuello que delata el ahogo.

– ¿Y las tarjetas de crédito?

–Pagaron en efectivo, como hace la mayoría de los que van con sus amantes y no quieren dejar rastros.

– ¿Y las cámaras de seguridad?

–Después de llamarte, fui a ver los videos. Pensé que podía encontrar algo pero solo se aprecia a la mujer llegando con un hombre vestido de mono de hacer deportes, una gorra que impide, junto con un falso bigote, que se distingan las facciones del rostro. Es un tipo atlético, alto, calculo que mide más de un metro noventa, porque es más alto que la difunta y ella es más alta de lo normal para una mujer latina. Dice José Alberto que Andrés, el recepcionista, le comentó que, cuando se registraron, no les paró mucho porque tenían pinta de ser la típica parejita que iba a hacer realidad su fantasía de la ricachona y el entrenador del gym. Mira, tomé estas fotos para que las vieras.

Carmelo le tendió su teléfono abierto en la carpeta de imágenes para que Dagoberto las observara.

–Pásame esas fotos por pin ¿Quiénes saben de esto? ¿Has avisado a alguien?

–Solo lo sabemos Andrés, José Alberto y yo. Bueno, ahora tú. Ya les dije en el hotel, a quienes saben del caso, que nada de comentarios. No hemos avisado a nadie porque quería esperar tus instrucciones.

–Está bien. No llames a la policía. Voy a hablar con Edelmiro. Él tiene que estar al tanto de todo lo antes posible para que nos dé instrucciones de cómo actuar. Al fin y al cabo, la mujercita era su esposa y es a él al que más le afecta todo esto. Vete al hotel y espera allá las indicaciones. ¡Coñuelamadre! Ahora tengo que ir yo a llevarle la noticia al compadre, con lo encabronado que está con esa caraja desde que la conoció en París, tanto, que hasta logró distanciarnos un poco, aunque no del todo.

2

La sexy novia dormida

Poco antes de las cinco de la mañana, un ruido metálico despertó a Ángel que se había quedado dormido en el suelo del pasillo del hotel Sueños Inn, esperando a que se desocupara alguna habitación para proceder a limpiarla. Sobresaltado, el adolescente abrió los ojos y pudo ver cómo un hombre vestido de mono deportivo oscuro y gorra en la cabeza, devolvía apurado la escoba al lugar de donde la había tumbado al tropezar con el balde de aluminio. Se tapaba aún más el rostro con la visera de la gorra y se perdía al doblar en la esquina del pasillo.

“¡Caramba, terminaron pronto! –pensó Ángel mirando hacia el fondo del corredor, al punto por donde se perdió el deportista en su carrera al huir–. La mujer como que lleva más prisa que él, porque ni se paró a esperar mientras el tipo acomodaba el estropicio que hizo al tropezar el balde lleno de agua”.

–¡Qué bueno que hoy me podré ir más temprano! –dijo mientras se levantaba y desperezaba–. “Limpio la Heaven y me largo. Al terminarla ya serán como las seis y media…”.

La puerta de la Suite Heaven estaba entreabierta. Evidentemente, la parejita tenía prisa por salir y ni siquiera tuvieron el cuidado de cerrarla bien. Ángel se percató de que la mayoría de las lámparas estaban apagadas. Apenas se vislumbraban unos reflejos de luz en la penumbra.

–Esos deben estar poniéndole los cuernos a sus parejas y no quieren que los vean –Dijo Ángel a media voz y sonrió–. ¡Típico! Los que salen antes de que amanezca y apuraditos así, es porque no están en cosas muy santas que digamos.

Fue a buscar el carrito de la limpieza que estaba aún en el fondo del corredor, se puso los guantes, exprimió el lampazo con la palanca y secó el agua que se había derramado cuando el hombre tropezó.

Empujó el carro y sonriendo aún, pensando en los vaporones que pasan las parejas infieles cuando se ven descubiertas, se dirigió a la puerta de madera maciza en cuyo frente ponía en letras doradas y cursivas «Suite Heaven«.

Con un empujón del carrito de limpieza terminó de abrir la puerta y con una patada del pie derecho, sin soltar el manubrio, la cerró de un golpe suave tras entrar a la habitación. No encendió las luces de una vez. Le encantaba contemplar el efecto que en la obscuridad producían las estrellas, lunas y planetas fosforescentes que se encontraban desplegados por todos los cielos rasos de esa suite. Era uno de los espacios del hotel que más le gustaban y excitaban sin saber exactamente por qué.

« ¿Cuántos pajazos me habré dado yo en esta suite? De todas las habitaciones y suites de este tiradero de lujo, ésta es la que más me gusta y me pone cachúo». Pensó.

Pasó a la semi–oscuridad de la salita recibidor, empujando el balde sobre ruedas y persiguiendo la tenue luz que salía de las lámparas de los costados de la cama king size de la habitación principal.

«Si no estuviera tan mamao y no me quisiera ir temprano, me daría una buena paja hoy, porque ya el cachorrito se me está alborotando». Le divertía referirse a su miembro viril como si se tratara de una mascota mimada y desde que había entrado a trabajar en el Sueños Inn sus hormonas parecían haberse salido de control.

Sacudió la cabeza para espantar esos pensamientos libidinosos. Se conocía muy bien y sabía que sí seguía por ese camino, terminaría soltando los implementos de limpieza y masturbándose frente a un espejo y se había propuesto terminar pronto con la suite para irse a su casa. Sin dejar de contemplar las figuras fosforescentes de los techos, empujaba los utensilios dentro de la habitación pues limpiaba siempre desde el fondo hacia afuera, como le habían enseñado.

Cuando llegó al dintel dio un frenazo violento al carro y se paró en seco. Su respiración se detuvo por unos segundos ante la sorpresa y el corazón se le empezó a acelerar al ver la imagen que tenía frete a sí.

Tendida boca arriba, sobre la mullida cama cubierta con sábanas y edredones con motivos de nubes, soles y lunas y almohadones de plumas también con fundas celestiales, que simulaban una mullida nube azulada, yacía una mujer vestida con un negligé de seda brillante, medias de nailon con encajes, sostenidas perfectamente tensas por unos ligueros en tonos marfil. Todo el ajuar de la “bella durmiente” era de un impoluto blanco.

La cabeza la tocaba un corto velo de novia de tul, blanco también, sostenido por una pequeña tiara de falsos brillantes que contribuían a sacarle brillo a la negra, larga y ondulada cabellera, perfectamente peinada hacia el hombro izquierdo. El pelo era tan negro que parecía tener destellos azulados según le incidiera la poca luz de las lámparas sobre las mesillas a los costados de la cama.

–Perdón, señorita, pensé que la suite ya estaba vacía… como vi salir hace rato al señor y dejó la puerta abierta… señorita, seño… –Musitaba Ángel con cuidado de no despertar a la huésped de manera brusca. No se atrevía a acercarse por temor a la reacción de la dama. Temía que si actuaba rudamente la mujer podría sobresaltarse y armar un escándalo que pusiera en peligro su empleo.

La contempló un rato en silencio. Se fue acercando a la cama con sigilo pero sentía que el ímpetu que iban adquiriendo los latidos de su corazón lo delataría y su fuerte bum bum despertaría a la diosa. A medida que se aproximaba al cuerpo plácidamente tendido en el lecho celestial de la cama, podía ir distinguiendo en la penumbra la hermosura de la fémina. Con el corazón dando tumbos se quedó un rato en silencio junto al lecho, admirando la belleza de la tersa y provocativa piel blanca, suave como la seda del negligé. Las cejas gruesas y limpias, perfectamente peinadas y los labios pintados con carmín rojo sangre. Todo en conjunto la hacía parecer una diosa en reposo esperando ser despertada por algún elegido ser.

***

Un dolor en gerundio…

10 de febrero, Maracaibo. 1

10 de febrero

Quiero reunir aquí este dolor que no cesa.
Es un dolor en gerundio…
Un dolor que no es nuevo. LLeva años.
Pero que desde hace un tiempo es constante.
Periódico.
Diario.
Todos los días ellos están allí.
Con 26 grados centígrados o 42.
A pleno solo del mediodía o en la alborada o en la penumbra del atardecer.
Como el pan nuestro de cada día.
Y uno pasa a cualquier hora y ellos están allí.
Ojalá nunca nos acostumbremos a este dolor.
Que cada día nos sorprenda como la primera vez.
Qué no llegue el momento en que pasemos y no los veamos,
como un poste de luz.
Que siempre que los veamos nos duela,
nos sorprenda,
nos indigne…
Nos duela…
Ellos son nosotros.
Por eso los reúno aquí como en un calendario,
de fechas negras.
Un recordatorio.

7 de enero, Santa Rosa de Lima, Caracas. Esta foto llega de una-patriótica cola en Santa Rosa de Lima. Se adivina en la bolsa que había detergente en polvo.

7 de enero, Santa Rosa de Lima, Caracas. Esta foto llega de una-patriótica cola en Santa Rosa de Lima. Se adivina en la bolsa que había detergente en polvo.

7 de enero, Maracaibo. Aquí yacen Chávez y su revolución bonita. Tranquilos ayer y hace rato la #cola era más larga.

7 de enero, Maracaibo. Aquí yacen Chávez y su revolución bonita. Tranquilos ayer y hace rato la #cola era más larga.

7 de enero, Maracaibo. Aquí yacen los restos de Chávez y su revolución bonita. #colas Venezuela. #tropa Yván José ‘Bellísimo’ Rojas dice que se exagera con la crisis y que él también hace colas, por ejemplo, para ir a un juego de béisbol. Dante Rivas dice que mejor que no haya papas fritas en Mc Donalds y que hagan yuca frita. Osorio dice que el desabastecimiento es «normal» para la fecha. Eljuri dice que las colas se deben a que el venezolano come mucho. ¿Entenderán los chavistas de medio pelo, los pata en el suelo que se burlan de ellos? ¿Notarán los fieles seguidores del proceso que los toman por tontos y brutos? ¿Se percatarán los chavistas que dejan la vida en una cola y se aferran al cuento de la «guerra económica» que con estas declaraciones es a la #tropa a quien toman por pendejos y no a mí que tengo muy claro el porqué hemos llegado a donde llegamos?

09 de enero, Maracaibo. El 'verguero' para Centro 99 porque hay Harina Pan. #AquíYacenChávezYSuRevolución

09 de enero, Maracaibo. El ‘verguero’ para Centro 99 porque hay Harina Pan. #AquíYacenChávezYSuRevolución

12 de enero, Maracaibo. Cola en la madrugada en Farmatodo Bella Vista.

12 de enero, Maracaibo. Cola en la madrugada en Farmatodo Bella Vista.

12 de enero, Maracaibo. 11:50 am. Sol 'cachúo' decimos en Maracaibo. YO siento más de 40 grados centígrados. A las 12 m. escuché que se acabaron los pañales.

12 de enero, Maracaibo. 11:50 am.
Sol ‘cachúo’ decimos en Maracaibo. YO siento más de 40 grados centígrados. A las 12 m. escuché que se acabaron los pañales.

15 de enero, Mérida. Ellos también van a comprar #TipoFeliz como los de la propaganda del régimen. #VayaPalaMierda

15 de enero, Mérida. Ellos también van a comprar #TipoFeliz como los de la propaganda del régimen. #VayaPalaMierda

16 de enero, Maracaibo. #cola de gente en la Saas para comprar dos potes de leche Previo. Y los atienden a pleno sol por el auto servicio. #Maracaibo.JPG

16 de enero, Maracaibo. #cola de gente en la Saas para comprar dos potes de leche Previo. Y los atienden a pleno sol por el auto servicio. #Maracaibo.

21 de enero, Maracaibo. Así está todos los días Corpoelec y adentro es peor. Dijo un señor en la cola: "Este gobierno no sirve ni para cobrar".

21 de enero, Maracaibo. Así está todos los días Corpoelec y adentro es peor. Dijo un señor en la cola: «Este gobierno no sirve ni para cobrar».

21 de enero, Maracaibo. Comprando #TipoNormal en plena calle a las 6:20 pm. mientras Nicolás mete mentiras en cadena.#TipoNormal en plena calle a las 6:20 pm. mientras Nicolás mete mentiras en cadena.

21 de enero, Maracaibo. Comprando #TipoNormal en plena calle a las 6:20 pm. mientras Nicolás mete mentiras en cadena.#TipoNormal en plena calle a las 6:20 pm. mientras Nicolás mete mentiras en cadena.

21 de enero, Charallave. #colas #Locatel #Venezuela #socialismo #AquíYacenChavezYsuRevolucion

21 de enero, Charallave. #colas #Locatel #Venezuela #socialismo #AquíYacenChavezYsuRevolucion

22 de enero, Maracaibo. Ahí están, en la cola, Como en la mañana. Como todo el día. Como todos los días. Los hijos de Chávez velando al difunto padre. 22 de enero. 6:15 pm..

22 de enero, Maracaibo.
Ahí están,
en la cola,
Como en la mañana.
Como todo el día.
Como todos los días.
Los hijos de Chávez velando al difunto padre.
22 de enero. 6:15 pm..

22 de enero, Maracaibo. 12 m. A menos de 24 horas de la paja de Nicolás la cola para el super a pleno sol.

22 de enero, Maracaibo.
12 m. A menos de 24 horas de la paja de Nicolás la cola para el super a pleno sol.

27 de enero, Maracaibo.  I Quisiera que esto no me afectara. Pasar de largo. Sin inmutarme. Quisiera no mirar. No ver a esas mujeres con la teta expuesta en la calle y el niño de meses pegado. Quisiera no sentir este desconsuelo. ¡Son las 12 del día! ¡Hacen 40 grados a la sombra! No quiero ver a esas criaturas mamando mientras les tratan de comprar UN paquete de pañales. Con suerte, UNA fórmula láctea. Pero no hay cómo no verlos. Están por toda la ciudad. Por el país. Tomo la foto. No me acostumbro. Algo duele adentro. II A veces, en mis ratos de ocio. Entre la salida de un cliente y la colecta del mojón de Toya. Mientras Charlie ronronea se funde en mi papada, Pienso. Sueño. Imagino la vida en otros sitios. Allá, donde el último litro de leche en la nevera no estresa. Al día siguiente, se repone. Y la azucarera nunca está vacía. En la calle, la gente tiene ojos. Las mujeres tienen culo. Tetas Los hombres tienen 'paquete'. No son una bolsa que flota. Y los amigos se reúnen Las conversas son sobre la película de anoche. El libro que compraron. La obra de teatro que verán. Sin pensar ni preguntar ¿Dónde conseguiste pañales? ¿Sacaron leche? ¿Cuántas dejan comprar? ¡Necesito una batería! Un muerto por robo escandaliza Moviliza. Traumatiza. No es "normal". ¡Impensable 50 asesinatos en un fin de semana! En el ascensor se habla del calor, "Nunca en esta época hizo este calor" No del estudiante detenido por protestar. Allí, en esos lugares, Una vida de colas y escasez De mortandad Es algo lejano. Que se ve en televisión. Son cosas que preocupan pero no duelen. ¿Mujeres con niños pegados a la teta En una cola en la calle Rodeados de moscas y basura? Esas son vainas lejanas Vainas de allá De Venezuela.

27 de enero, Maracaibo.
I
Quisiera que esto no me afectara.
Pasar de largo.
Sin inmutarme.
Quisiera no mirar.
No ver a esas mujeres con la teta expuesta en la calle y el niño de meses pegado.
Quisiera no sentir este desconsuelo.
¡Son las 12 del día! ¡Hacen 40 grados a la sombra!
No quiero ver a esas criaturas mamando mientras les tratan de comprar UN paquete de pañales.
Con suerte, UNA fórmula láctea.
Pero no hay cómo no verlos.
Están por toda la ciudad.
Por el país.
Tomo la foto.
No me acostumbro.
Algo duele adentro.
II
A veces, en mis ratos de ocio.
Entre la salida de un cliente y la colecta del mojón de Toya.
Mientras Charlie ronronea
se funde en mi papada,
Pienso.
Sueño.
Imagino la vida en otros sitios.
Allá, donde el último litro de leche en la nevera no estresa.
Al día siguiente, se repone.
Y la azucarera nunca está vacía.
En la calle, la gente tiene ojos.
Las mujeres tienen culo. Tetas
Los hombres tienen ‘paquete’.
No son una bolsa que flota.
Y los amigos se reúnen
Las conversas son sobre la película de anoche.
El libro que compraron.
La obra de teatro que verán.
Sin pensar ni preguntar
¿Dónde conseguiste pañales?
¿Sacaron leche?
¿Cuántas dejan comprar?
¡Necesito una batería!
Un muerto por robo escandaliza
Moviliza. Traumatiza. No es «normal».
¡Impensable 50 asesinatos en un fin de semana!
En el ascensor se habla del calor,
«Nunca en esta época hizo este calor»
No del estudiante detenido por protestar.
Allí, en esos lugares,
Una vida de colas y escasez
De mortandad
Es algo lejano. Que se ve en televisión.
Son cosas que preocupan pero no duelen.
¿Mujeres con niños pegados a la teta
En una cola en la calle
Rodeados de moscas y basura?
Esas son vainas lejanas
Vainas de allá
De Venezuela.

27 de enerp, Maracaibo. I 6:30 pm. #Maracaibo  Colas a las afueras de supermercados, en gasolineras, para las baterías. No hace falta llamar a un paro. El país esta parado en una cola. II Cuando se nos pase el asombro.  Cuando ya no tengamos ánimos para buscar nombres jocosos.  Cuando el 'ameizin' no sea suficiente.  Cuando ya el ingenio no nos dé para inventarle apelativos al ¡no puede ser! Cuando los adjetivos graciosos no nos sirvan, no nos alcancen para nombrar tanta vida miserable. Tal vez entonces...

27 de enero, Maracaibo.
I
6:30 pm. #Maracaibo 
Colas a las afueras de supermercados, en gasolineras, para las baterías. No hace falta llamar a un paro. El país esta parado en una cola.
II
Cuando se nos pase el asombro.
Cuando ya no tengamos ánimos para buscar nombres jocosos.
Cuando el ‘ameizin’ no sea suficiente.
Cuando ya el ingenio no nos dé para inventarle apelativos al ¡no puede ser!
Cuando los adjetivos graciosos no nos sirvan, no nos alcancen para nombrar tanta vida miserable.
Tal vez entonces…

31 de enero, Maracaibo. Sábado 6 pm. La cola para entrar al supermercado ¿Cuál fue el #malparío miinistro que dijo que las colas han disminuido?

31 de enero, Maracaibo. Sábado 6 pm. La cola para entrar al supermercado ¿Cuál fue el #malparío miinistro que dijo que las colas han disminuido?

31 de enero, Maracaibo. La cola para uno de los comercios fascistas que esconden la comida para desestabilizar. ¡Ah, no! Es para un Abasto Bicentenario.

31 de enero, Maracaibo. La cola para uno de los comercios fascistas que esconden la comida para desestabilizar.
¡Ah, no!
Es para un Abasto Bicentenario.

3 de febrero, Maracaibo. Si el régimen venezolano pusiera la mitad del empeño e inventiva que pone en vejar a la gente, en tratar de resolver los problemas, Venezuela sería otra. Todos los días uno se entera de una humillación nueva a la gente pobre que no gana para pagar productos bachaqueados ni para disgustos. Ya no es solo la humillación de pasar horas a pleno sol en una cola en la calle. Ahora, de nuevo, hay dos filas, una para quienes van a comprar más de 500 bs y productos a precios regulados y otra para sólo compras de regulados. Las dos duran horas y hoy me enteré que la gente debe entregar su cédula al funcionario de la cola al momento de recibir el número de la cola y sólo cuando ya va a acceder al supermercado, se la devuelven. #VayaPalaMierda

3 de febrero, Maracaibo. Si el régimen venezolano pusiera la mitad del empeño e inventiva que pone en vejar a la gente, en tratar de resolver los problemas, Venezuela sería otra.
Todos los días uno se entera de una humillación nueva a la gente pobre que no gana para pagar productos bachaqueados ni para disgustos.
Ya no es solo la humillación de pasar horas a pleno sol en una cola en la calle. Ahora, de nuevo, hay dos filas, una para quienes van a comprar más de 500 bs y productos a precios regulados y otra para sólo compras de regulados. Las dos duran horas y hoy me enteré que la gente debe entregar su cédula al funcionario de la cola al momento de recibir el número de la cola y sólo cuando ya va a acceder al supermercado, se la devuelven.
#VayaPalaMierda

3 de febrero, Maracaibo. 6:30 de la tarde. El sol ya está dando los últimos estertores del día. Sus rayos se debilitan velozmente. El cielo se colorea de un asqueroso y húmedo gris. No hay belleza en el atardecer de hoy. Si la hubiera, Quienes, como el día, languidecen en una cola para comprar lo que sea que llegó al súper, No la notarían. Para ellos no hay belleza. Solo cansancio, Hastío, Sudor... Y la esperanza de en algún momento llegar a casa. 5 de febrero, Mérida Esta llega de #Mérida Imagen que se repite en todo el país. Colas, colas y más colas. Un país en ruinas Y toda la fuerza y productiva en la calle Literalmente en la calle. No produciendo, no. En largas colas de horas improductivas Tiempo gastado en comprar papel tualé, Harina Pan, jabón. Un país en ruinas y parado en una cola.

3 de febrero, Maracaibo.
6:30 de la tarde.
El sol ya está dando los últimos estertores del día.
Sus rayos se debilitan velozmente.
El cielo se colorea de un asqueroso y húmedo gris.
No hay belleza en el atardecer de hoy.
Si la hubiera,
Quienes, como el día, languidecen en una cola para comprar lo que sea que llegó al súper,
No la notarían.
Para ellos no hay belleza.
Solo cansancio,
Hastío,
Sudor…
Y la esperanza de en algún momento llegar a casa.
5 de febrero, Mérida
Esta llega de #Mérida
Imagen que se repite en todo el país.
Colas, colas y más colas.
Un país en ruinas
Y toda la fuerza y productiva en la calle
Literalmente en la calle.
No produciendo, no.
En largas colas de horas improductivas
Tiempo gastado en comprar papel tualé, Harina Pan, jabón.
Un país en ruinas y parado en una cola.

5 de febrero, Mérida Esta llega de #Mérida Imagen que se repite en todo el país. Colas, colas y más colas. Un país en ruinas Y toda la fuerza y productiva en la calle Literalmente en la calle. No produciendo, no. En largas colas de horas improductivas Tiempo gastado en comprar papel tualé, Harina Pan, jabón. Un país en ruinas y parado en una cola.

5 de febrero, Mérida
Esta llega de #Mérida
Imagen que se repite en todo el país.
Colas, colas y más colas.
Un país en ruinas
Y toda la fuerza y productiva en la calle
Literalmente en la calle.
No produciendo, no.
En largas colas de horas improductivas
Tiempo gastado en comprar papel tualé, Harina Pan, jabón.
Un país en ruinas y parado en una cola.

 6 de febrero, Maracaibo. Ahí están. Como todos los días. Con sus caras mustias a pleno sol de las 11 de la mañana. En una #cola infinita de hambre. Una cola que pareciera ser la misma de hace una semana, De.hace un mes. La cola para un kilo de leche, Un pote de champú, Cuatro rollos de papel tualé, un paquete de pañales... Ahí están, perdiendo su vida en una cola Mientras el país se termina de ir al foso.


6 de febrero, Maracaibo.
Ahí están.
Como todos los días.
Con sus caras mustias a pleno sol de las 11 de la mañana.
En una #cola infinita de hambre.
Una cola que pareciera ser la misma de hace una semana,
De.hace un mes.
La cola para un kilo de leche,
Un pote de champú,
Cuatro rollos de papel tualé, un paquete de pañales…
Ahí están, perdiendo su vida en una cola
Mientras el país se termina de ir al foso.

10 de febrero, Maracaibo. A sus espaldas Un hermoso atardecer de tonos metálicos anuncia que el día llega a su fin. Ellos no lo ven. No sienten ningún éxtasis al contemplar esos hilos de oro y plata que bordan las siluetas de las nubes. Sólo miran a la puerta del supermercado y al reloj: 6 pm. Pasan el niño de un agotado brazo al otro. Apoyan el hastío ora en una pierna, ora en la otra. Indiferentes a los arreboles que se van formando en el horizonte. Solo piensan en que cuando salgan de esas interminables colas ya será oscuro. Saldrán con el cansancio y el miedo en el cuerpo, con sus bebés en brazos a enfrentarse a los peligros de la noche. Con una oración en la boca, Pedirán llegar a casa físicamente ilesos Aunque en el alma llevan una nueva cicatriz.

10 de febrero, Maracaibo.
A sus espaldas
Un hermoso atardecer de tonos metálicos anuncia que el día llega a su fin.
Ellos no lo ven.
No sienten ningún éxtasis al contemplar esos hilos de oro y plata que bordan las siluetas de las nubes.
Sólo miran a la puerta del supermercado y al reloj: 6 pm.
Pasan el niño de un agotado brazo al otro.
Apoyan el hastío ora en una pierna, ora en la otra.
Indiferentes a los arreboles que se van formando en el horizonte.
Solo piensan en que cuando salgan de esas interminables colas ya será oscuro.
Saldrán con el cansancio y el miedo en el cuerpo, con sus bebés en brazos a enfrentarse a los peligros de la noche.
Con una oración en la boca,
Pedirán llegar a casa físicamente ilesos
Aunque en el alma llevan una nueva cicatriz.

13 de febrero, Maracaibo. Vistos desde las alturas, Con sus sombrillas, Con sus sombreros de cartón que no logran burlar el incandescente sol marabino de mediodía,  Sus rayos sofocantes te abrasan por cualquier resquicio,  Parece, efectivamente, una hilera de laboriosas hormigas.  Bachacos... Una fila de pequenas hormigas empeñadas en cargar sobre su lomo un peso que cada vez se hace más insostenible,  Insoportable.  Un peso físico que agota y amarga, Pero también un peso en el alma, en la autoestima, Ese no se alivia al dejar la carga en la despensa.  Ese peso quedará, corroyendo aún mucho tiempo despues...

13 de febrero, Maracaibo.
Vistos desde las alturas,
Con sus sombrillas,
Con sus sombreros de cartón que no logran burlar el incandescente sol marabino de mediodía,
Sus rayos sofocantes te abrasan por cualquier resquicio,
Parece, efectivamente, una hilera de laboriosas hormigas.
Bachacos…
Una fila de pequenas hormigas empeñadas en cargar sobre su lomo un peso que cada vez se hace más insostenible,
Insoportable.
Un peso físico que agota y amarga,
Pero también un peso en el alma, en la autoestima,
Ese no se alivia al dejar la carga en la despensa.
Ese peso quedará, corroyendo aún mucho tiempo despues…

 

La unión hace la fuerza o que me corten un brazo

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¿Será que de tanto manosear la frase, ésta ha perdido sentido?

¿Será que de tanto no ponerla en práctica perdimos el sentido de lo que significa?

¿Será que en un país tan dividido no tiene sentido intentar ponerla en práctica?

¿Será que en regímenes como el venezolano la frase es un sin sentido?

¿Será que en este socialismo la frase tiene un sentido que puede ser usado en tu contra?

En Venezuela está todo el mundo sobreviviendo por su lado. Tratando de salvar lo poco que nos queda a cada uno.

Vemos como vienen por el vecino. Y a pesar de sentir que cada vez están más cerca nuestro, parecemos impotentes ante lo que se avizora. Cada uno toma la medida individual que cree que lo salvará de las garras del lobo que se ceba con la carne de quien vive al lado.

Sentimos a través de los muros los dentellazos sobre el vecino y corremos a bajar la santamaría. «Cerramos por inventario». Cooperamos. Colaboramos.Bailamos al son que nos tocan a la espera de pasar desapercibidos, pero a sabiendas de que nada de eso nos salvará y un día, en cualquier momento, cuando menos lo esperemos o aún esperándolo, vendrán por nosotros.

Uno lee la desoladora crónica de Tamoa Calzadilla sobre la rueda de prensa de Bernardo  Zubillaga, vicepresidente comercial de Farmatodo, Vicepresidente de Farmatodo: “No tienen idea de lo que es ser empresario en Venezuela”y puede sentir la impotencia del empresario que trata a toda costa de proteger el centenario negocio familiar:

«No tienen idea de lo que es ser empresario en estos momentos en Venezuela. Deberían hacer algo sobre eso, las regulaciones, los dólares, las inspecciones. Debemos ser  de las empresas más inspeccionadas por las instituciones del gobierno. Yo diría que a Farmatodo la vigilan más que a ninguna otra (en el comunicado señalaron que solo en enero de 2015 recibieron más de 60 inspecciones en sus tiendas).»

Es entonces cuando uno piensa ¿Y los otros empresarios? ¿Y los sindicatos? ¿Y los gremios? ¿Y los colegios profesionales? ¿Y los líderes políticos?

Está cada uno tratando de sobrevivir. Tratando de pasar desapercibido. Invisibilizándose.Retrasando la embestida como puedan. Farmatodo no es más que un paradigma. Como lo es Día a Día. Como lo es ese carnicero en Mérida a quien le llegó el Indepabis y lo obligó a vender en 100 bolívares el pollo que compró a 154, mientras observaba cómo los funcionarios llamaban a sus amigos y familiares para que se aprovecharan de la rebatiña.

Dice Calzadilla en su texto sobre la rueda de prensa, que Zubillaga «explicó que fue a hacer inmersión en una de sus tiendas en San Cristóbal y lo que vio “da como para hacer un libro”.  Estaba convencido de que el mayor contingente era “bachaquero”, personas que se dedicaban a comprar a bajo precio y luego a revender, incluso más allá de la frontera. Mujeres con niños, “pacientes” en camillas y sillas de rueda que siempre estaban en cola y volvían a hacerla una y otra vez. Esa situación lo hacía pensar en que era cierto que más de 60% de quienes hacían colas era para revender, según les había revelado un estudio de una firma consultora que no mostraron».

Y uno vuelve a preguntarse entonces ¿Desde cuando revender es un delito? ¿Por qué revender se ha hecho un negocio rentable? ¿En qué país normal y con economía sana comprar en un supermercado para revender en la puerta de la casa es un negocio? ¿Quién en un país normal va a preferir ir al porche de una vivienda a comprar un paquete de pañales al 300 por ciento más de su precio pudiendo ir a adquirirlo en un comercio regular al momento que lo quiera y lo necesite sin el temor de no encontrarlo? ¿Por qué la gente le compra a los revendedores al precio que sea? ¿Por qué en muchos casos es más económico adquirir un producto en un supermercado que comprarlo a un distribuidor para vender en tu negocio? ¿A qué se debe la perversión actual del comercio en Venezuela?

Entonces los empresarios, en su afán de supervivencia y por las amenazas directas o veladas de expropiación, asumen funciones de control que no les corresponden. Se sienten obligados a convertirse en «policías», como dijo Zubillaga:

«…tomamos esa medida porque dijimos, mira, eso es como si te ocurre algo y el médico te pregunta: “te corto el brazo o pierdes la vida”. Nosotros nos estamos cortando el brazo. Entendemos que es una medida dolorosa, aunque no es el captahuellas exactamente, pero era eso o morir.»

Y los supermercados tratan de organizar el caos, también «se cortan el brazo» para sobrevivir. Ponen captahuellas, exigen documento de identidad, exigen colas, limitan la cantidad de productos que se pueden comprar, venden por terminal de número de cédula, marcan a la gente con números en el brazo, llaman a las fuerzas del orden público para que controlen a la gente en las colas…

Y uno vuelve y se pregunta ¿Por qué tiene un empresario que asumir esas funciones? ¿Por qué un comerciante tiene que limitar la cantidad de productos que puede comprar una persona? ¿Por qué son los comerciantes quienes tienen que ejercer las funciones de vigilancia y control que solo le competen al Estado?

Si una persona quiere comprar toda la existencia de un producto, no tendría por qué negarse el empresario a venderlo. En todo caso es el gobierno el que tiene que ver cómo hace para perseguir al que compró y ver con qué intenciones lo hace. En un país con economía sana, si alguien compra toda la existencia de pañales en un supermercado, la gente sabe que va al lado y conseguirá el que necesita. No hay temor de «desestabilización» por desabastecimiento. La abundancia de productos no hace de la reventa una opción rentable.

El problema no es el comercio. El problema está en que el régimen acabó con el aparato productivo y el excesivo control de la economía ha pervertido el mercado. Los revendedores -aunque los estigmaticemos- sólo son el resultado de una economía enferma. El comerciante que venda y el gobierno que vea a ver como resuelve el problema de producción y escasez que ha hecho que este país se llene de colas en todos lados.

Desde hace días uno no puede, en Maracaibo como en muchas otras ciudades del país, acceder a su supermercado habitual porque ya las colas de horas a pleno sol, todo el día, van por tres tipos simultáneos:

Una para quienes van a comprar solo productos regulados.

Otra para quienes van a comprar productos no regulados.

Y una tercera para las personas mayores o con discapacidades.

Eso si no hay pañales para niños o adultos. Entonces, la gente debe llevar la partida de nacimiento del recién nacido o el informe médico de la persona enferma que justifique que de verdad necesitan comprar los pañales.

Luego de acceder al supermercado vienen otras horas de cola para pagar. Y, como nunca hay de todo lo que uno necesita en un solo lugar, la gente pasa cuatro horas en una cola para comprar un champú y de ahí va a otro sitio por tres horas más para comprar dos kilos de Harina Pan.

Cierra Calzadilla la crónica sobre la rueda de prensa del vicepresidente de Farmatodo con este párrafo lapidario:

«Tres meses después están declarando en el Sebin, con amenazas del propio Nicolás Maduro de expropiación, condena pública  y “sugerencia” judicial de mano dura, durísima.»

Y es cuando uno recuerda la manida frase «La unión hace la fuerza».

¿Seguiremos así, cada uno sobreviviendo por su lado, cortándonos un brazo, hasta que vengan por nosotros?

Algún día no nos quedarán brazos ni piernas que ofrecer en sacrificio.

«Km. 72», «Matar cansa», cine negro criollo

km72
Superados los primeros minutos del film, esa introducción floja, atropellada, mal actuada, que para nada hace justicia a lo que vendrá después, nos conseguimos con una excelente y sólida producción cinematográfica, bien dirigida, con una muy buena fotografía, cámara, montaje y musicalización.

El pre-estreno en Maracaibo se llevó a cabo en el marco de la celebración de los 118 años del cine nacional, en el Teatro km72.1JPGBaralt, donde pudimos disfrutar de un buen guión de suspenso que le hace honor al género de cine negro en el que se ubica y cuenta con óptimas actuaciones.

Frank Spano está muy bien en su personaje de guardaespaldas leal, ex policía y ex presidiario al que una serie de eventos lo llevan a convertirse en asesino múltiple. Y los matices que el difunto Gustavo Rodríguez le imprime a su personaje de acaudalado y excéntrico  millonario, con buen gusto para el arte, aficionado a las armas y a los rompecabezas, hacen de su personaje una buena despedida del gran actor. El resto del elenco está a la altura, todos en un buen nivel interpretativo.

La historia la cuentan desde la perspectiva subjetiva de cada uno de los supuestos involucrados en el crimen del millonario,  lo que permite desarrollar personajes con diferentes matices según sea la versión de quien narra los hechos.

«Km. 72«, ópera prima de Samuel Henríquez, es un historia de cine noir ambientada en la violenta Venezuela de estos tiempos. Una producción que hace muchos guiños, homenajes, a las películas de Quentin Tarantino como «Kill Bill» o «Pulp Fiction». Tal vez tantos, que podría pasar como una copia del trabajo cinematográfico del director estadounidense. No obstante, esta producción criolla es una buena manera de aproximarse al cine y al género negro, copiando a los buenos y haciéndolo bien.

Como en los films de Tarantino, «Km. 72» tiene muchas influencias del manga japonés y de la clásica «Rashamon«. También hace sus ojitos al oscuro «Batman» de Tim Burton. La música de la película está diseñada para resaltar la propuesta estética del film y compaginar muy bien con el género noir que nos trae el director en su ópera prima.

«Km. 72» tiene algunos pelones de raccord. Pifias cojmo un cigarrillo que desaparece sin justificación,  una capucha que como por arte de magia ya no está,  un cambio de vestuario que no se vio… Fallas de continuidad,  descuidos del script, pero nada grave ni imperdonable. Nada que no les haya pasado y les siga pasando a los grandes de la cinematografía mundial y que no desmeritan para nada una buena historia, bien hecha, bien dirigida y bien presentada como la de marras.

La dirección de arte de Daniela Hinestroza está muy bien y demuestra dominio y conocimiento del género que manejan, como también es de reconocer el excelente trabajo de diseño gráfico con que cuenta el film en la presentación de los créditos iniciales y finales.

Creo que habrá que seguirle la pista a Samuel Henríquez como creador pues se revela en esta película como uno de los buenos directores del cine nacional.

Golcar Rojas

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