Afiuni: una violación continuada
Cuando Venezuela aún no ha salido de la indignación y el estupor que produjo la noticia de la violación sexual tras las rejas del INOF de la Jueza María Afiuni, salen algunos personeros del gobierno a hablar sobre el tema en una manera y términos que lo menos que le hace pensar a uno es que la violación a Afiuni no ha cesado. Con las opiniones y declaraciones de algunas personas, esa violación continúa; ya no físicamente, pero sí sicológica y moralmente.
No me voy a referir aquí a lo dicho por algunos en las redes sociales y en opiniones de la calle en las que pretenden restar importancia a lo ocurrido a la Jueza diciendo que “Tanto escándalo porque la violaron, como si en este país no hubieran muchas violaciones a diario de las que nadie se encarga y como si eso no fuera el pan nuestro de cada día en las cárceles del país”.
Algunos lo dicen porque realmente son tarados que siguen apoyando al gobierno de Chávez y para quienes es más fácil asumir que eso “es normal”, o que la jueza está mintiendo, o que esa “es una patraña urdida en el imperio para desprestigiar a Venezuela y su gobierno”. Todo eso es más fácil que exigirle al presidente que dé explicaciones sobre lo ocurrido y sobre el por qué de su silencio cuando, según se desprende de lo dicho por la jueza y de algunas informaciones salidas en los medios desde hace años, Afiuni le dirigió una carta al mandatario venezolano en la que le relataba los horrores por los que estaba pasando en prisión.
Sus seguidores parecen querer acallar su consciencia creyendo a ciegas que la Jueza miente, antes que molestarse en siquiera mostrar una duda que los haga entender que ante estos hechos no es posible que una persona digna y humana pueda seguir apoyando al régimen que de manera tan aberrante ha permitido y callado esos abominables hechos.
Otras personas, impactadas por lo fuerte de las denuncias que se narran en el libro del periodista Francisco Olivares, “Afiuni, La Presa del Comandante”, expresan su real preocupación porque, si bien el caso de Afiuni es más mediático, esos son hechos que ocurren frecuentemente en las cárceles sin que tengan repercusión en los medios y en la sociedad.
La diferencia entre el caso de Afiuni y los posibles casos similares que pueden sucederse en las cárceles del país, es que la Jueza es una presa política, su condena y sentencia fue exigida por el propio presidente en cadena nacional y, según Diego Arria, llegó a decir que “Si Bolívar estuviese vivo la habría fusilado”. Es decir, que Afiuni debió ser resguardada día y noche, estaba bajo custodia del Estado y es difícil pensar que lo que le sucediera en su celda no fuera expresamente ordenado, autorizado y dirigido. He allí la gravedad y la diferencia, sin pretender restarle importancia a los casos de violaciones a reas y reos comunes.
Como bien expresa la ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Cecilia Sosa Gómez, “Violación de la mujer en cautiverio es un crimen de lesa humanidad”.
La primera en salir a opinar sobre el tema fue la ministra de la Mujer, Nancy Pérez, para decir, en unas declaraciones que uno no logra discernir si son serias o solo un ejercicio de cinismo, que no ha actuado al respecto porque al ministerio no le ha llegado ninguna denuncia.
Primero que nada, a ella no tiene por qué llegarle ninguna denuncia porque el despacho a su cargo no tiene ninguna competencia ni en hechos penitenciarios, ni en hechos judiciales. En todo caso, lo que sí podría hacer la ministra es, a partir de las noticias aparecidas en los medios, instar como representante de las mujeres del país, al Ministerio Público para que actúe y abra una averiguación por “Noticia Crimini”. Cosa que, hasta donde se sabe, no ha hecho.
Pero, donde más cinismo parece destilar la funcionaria, es cuando dice: “Estoy segura, conociendo la justicia que en Venezuela se ha venido implementado, que en caso de que sea cierto se tomarán las medidas y las sanciones a que tenga lugar…”. Todo el país que ha seguido el caso Afiuni, como el resto de los casos de los presos políticos, tiene muy claro cómo ha sido “la justicia que en Venezuela se ha venido implementando”.
Luego, aparecieron las declaraciones de quien, para la fecha de los hechos denunciados por Afiuni, era directora de la región Centro –Occidental del ministerio del poder popular para el Servicio Penitenciario (MPPSP), Isabel González, de quien, por supuesto, no cabía esperar más que negara todo lo denunciado porque, de otra manera, estaría asumiendo sus culpas y responsabilidades en lo sucedido.
Pero Isabel González no se conforma con negarlo todo, sino que amenaza con demandar a la Jueza Afiuni por difamación e injuria y se explaya en unas declaraciones sobre el supuesto trato privilegiado que recibía la Jueza en el INOF que bien podrían concursar para el premio al cinismo de oro.
“Ella incluso gozaba de privilegios, precisamente porque debíamos garantizar su integridad física…”, dice, y se atreve a decir que los señalamientos de la víctima “vulneran la dignidad humana” . Y uno no puede menos que recordar la cantidad de informaciones que a lo largo del cautiverio de la Jueza se vieron en los medios en las que denunciaban los maltratos físicos y sicológicos infligidos a la prisionera, como se evidencia en la Cronología del caso de la juez María Lourdes Afiuni, publicada por El Universal.
Pero “la tapa del frasco”, el “Non plus ultra”, la máxima muestra de insensibilidad, abyección y obscenidad, en las declaraciones que sobre el caso Afiuni han hecho los acólitos del gobierno de Chávez, lo constituyen lo dicho por Juan Barreto en su Facebook y por la directora de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos del ministerio de Servicio Penitenciario, Laila Tajaldine.
El primer “ser”, por llamarlo de una manera elegante y no con todas las letras que se merece, escribió, según la página de Red Digital TV:
«Afiuni merece todo lo que le pase por delincuente». «Rosita es una señora, Afiuni una delincuente, no se pueden comparar».
Uno lee eso y la piel se le eriza. Inmediatamente, uno piensa que quien declare eso no puede haber nacido del vientre de una mujer. Al ver la comparación con Rosita, quien está acusada de ayudar a fugarse a un PRAN, pero quien sí puede ser juzgada en libertad y no padecer los horrores que padeció Afiuni en la cárcel, uno se pregunta si será que Barreto sabe qué fue lo que vivió la Jueza en el INOF, que asegura tan tajantemente que se lo merece.
Y “la perlita” de Laila Tajaldine lo deja a uno pensando si la funcionaria, aunque sea por un segundo, se ha puesto como mujer en los zapatos de Afiuni, antes de hablar y decir que la Jueza habla de violaciones “para vender libros”. NI para qué ahondar más en esto.
Noam Chomsky, intelectual muy del agrado de los socialistas venezolanos y de quien se podrá decir cualquier cosa, excepto que es un vendido al imperio o pitiyanqui, en el 2011, escribió que la Jueza María Afiuni ya había sufrido suficiente; sin embargo, sus amigos criollos se hicieron de oídos sordos y ojos ciegos ante esas declaraciones, como generalmente lo hacen cuando lo que se dice no convienes a sus intereses y proyectos, a su “proceso”.
Llama la atención que desde que se anunció que se presentaría el libro de Olivares en el que se narra la violación de Afiuni por guardias en el INOF, uno no ha visto aún que la Fiscal General se pronuncie al respecto, ni la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, que fueron tan prestas al momento de salir a protestar porque un medio las caricaturizó como cabareteras. Tampoco la Defensora del Pueblo tan dada a perseguir caricaturistas, o Tareck William Saab, tan defensor de los derechos humanos él, o Vanessa Davis, tan aguerrida en la defensa de cuestiones de género…
Y el propio presidente Chávez, missing in action, tan dado a hablar y opinar sobre lo humano y lo divino, ha hecho mutis por el foro.
Para el primero de diciembre se están convocando por las redes sociales a una marcha a favor de Afiuni. Ojalá todo el país que ha mostrado su consternación ante lo narrado acuda a la convocatoria, especialmente deberían unirse a la iniciativa el Colegio de Abogados de Venezuela y la Asociación de Jueces del País, así como las escuelas de Derecho y facultades de Ciencias Jurídicas de todas las universidades del país.
En un país serio, no digo en uno de primer mundo, en uno del tercer mundo pero serio, un país de verdad y no esta república bananera de mediados del siglo XIX, desde el presidente hasta el más insignificante de los funcionarios públicos, habrían salido a exigir una inmediata investigación y un severo castigo a los culpables ante unos hechos tan abominables y vergonzosos para una nación.
Pero, lamentablemente, esta república bananera es lo que tenemos, donde se dan casos como el de María Afiuni, hechos bochornosos, que hasta hace 20 años los venezolanos veíamos en la prensa que pasaban en países lejanos del África, en naciones atrasadísimas o en épocas antiguas, en la dictadura de Gómez o Pérez Jiménez, en la Edad Media, y que nunca pudimos siquiera imaginar que sucederían en la pujante y democrática Venezuela del Siglo XXI.