El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

Archivar para el mes “diciembre, 2012”

¿Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla?

Imagen tomada del blog "Sucede Ahora por Angélica Mora"

Imagen tomada del blog «Sucede Ahora por Angélica Mora»

-¿Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla?

-¡Sííííí!

-¡Sííííí! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Tiene cáncer!

-¡Tiene cáncer!, No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡A Bocaranda le dijeron que tiene un absceso pélvico!

– ¡A Bocaranda le dijeron que tiene un absceso pélvico! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡A Marquina le dijeron que convulsionó y vomitó y por eso se lo llevaron de emergencia a Cuba!

-¡A Marquina le dijeron que convulsionó y vomitó y por eso se lo llevaron de emergencia a Cuba! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡El cura palmar dijo que se murió y lo tienen esperando a la fecha oportuna para decirlo!

-¡El cura palmar dijo que se murió y lo tienen esperando a la fecha oportuna para decirlo! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Que viene con todos los hierros a la toma de posesión: Muletas, silla de ruedas, bastón y andadera!

-¡Que viene con todos los hierros a la toma de posesión: Muletas, silla de ruedas, bastón y andadera! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Villegas dice que lo operaron y que está muy bien, recuperándose!

-¡Villegas dice que lo operaron y que está muy bien, recuperándose! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Maduro dice que la operación fue muy larga y delicada pero oremos por su pronta recuperación y que los malditos escuálidos dejen el odio!

-¡Maduro dice que la operación fue muy larga y delicada pero oremos por su pronta recuperación y que los malditos escuálidos dejen el odio! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Habló y criticó a los que majunches que votaron por la oposición!

-¡Habló y criticó a los que majunches que votaron por la oposición! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡MuertoQueHabla tiene cables tornillos, tubos, clavos… Solo le falta centrifugar y listo, es una lavadora!

-¡MuertoQueHabla tiene cables tornillos, tubos, clavos… Solo le falta centrifugar y listo, es una lavadora! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Berenice dice que los familiares siguen pidiéndole a Dios que él acepte que está enfermo, porque “los paleros le aseguraron que está curado y él se lo cree”!

-¡Berenice dice que los familiares siguen pidiéndole a Dios que él acepte que está enfermo, porque “los paleros le aseguraron que está curado y él se lo cree”! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Diosdado dijo que la toma de posesión de MuertoQueHabla puede retrasarse por el reposo!

-¡Diosdado dijo que la toma de posesión de MuertoQueHabla puede retrasarse por el reposo! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Nilcia dice que lo vio rozagante en una foto!

-¡Nilcia dice que lo vio rozagante en una foto! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Arreaza dice que está bien, dando órdenes y gobernando desde su reposo!

-¡Arreaza dice que está bien, dando órdenes y gobernando desde su reposo! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

-¡Marquina y Palmar dijeron que se filtró del Cimeq que está intubado y le queda poco tiempo de vida!

-¡Marquina y Palmar dijeron que se filtró del Cimeq que está intubado y le queda poco tiempo de vida! No, que si Quieren que les cuente el cuento de MuertoQueHabla.

Y así ha pasado año y medio. Desde junio de 2011 con la bendita historia interminable de MuertoQueHabla. Ya a mí me está entrando esa extraña sensación en la boca del estómago que me sucedía a los 15 minutos de estar con el desgraciado cuento del gallo pelón. A ratos me provoca mandar a Twitter a la mierda, no volver a abrir el Facebook, ni de vainas acercarme por Globovisión y mucho menos por VTV.

La úlcera me va dejando un sabor metálico en la boca cada vez que veo algo del inacabable  cuento o lo escucho por radio. A lo que mientan las palabras “Cáncer de MuertoQueHabla”  corro despavorido. Solo quiero escuchar música en la radio y ver “Aquí no hay quien viva” o “Corazón corazón” en televisión de España para no toparme con la historia sinfín.

A todas estas, después de año y medio, lo único que hay es: “dicen que”, “se filtró que”, “se supo de buena fuente que”. Nadie ha visto un informe médico, nadie ha visto ni siquiera una piche radiografía, no se sabe a ciencia cierta ni siquiera quiénes y de dónde son los médicos tratantes y mucho menos qué cáncer es, si es ciertamente un cáncer, si el fulano absceso pélvico originario era evidencia del bendito cáncer o solo una espinilla, un furúnculo.

Ni pensar en tener esperanzas de que el equipo médico tratante, o al menos uno de ellos, una enfermera, un camillero aunque sea, dé una declaración de prensa en la que explique de qué enfermedad se trata, qué le han sacado o metido cada vez que supuestamente lo intervienen, cuáles son las expectativas de vida. Nada. Solo dimes y diretes, runrunes y lamentaciones.

Ya el país tiene un buen tiempo sin Presidente, con lo cual hemos podido darnos cuenta de que no hace mucha falta que alguien ejerza ese cargo pues, la vida nacional no se ha parado. Venezuela no ha mejorado; pero tampoco ha empeorado con la ausencia. Simplemente sigue, tan mal como venía, pero sigue.

El problema es que una Nación necesita a un responsable, aunque sea para que firme los cheques, dé el mensaje de año nuevo, lo represente de cumbre en cumbre. No me imagino lo que son esas reuniones de los mandatarios del mundo sin las mamarrachadas del camarada venezolano. Eso debe parecer un velorio.

En esa historia interminable de MuertoQueHabla cayó el país entero. Unos se lamentan, lloran, oran, se jalan los pelos, piden a Dios, ruegan a los santos y a las vírgenes –esos que poco tiempo atrás eran acribillados y descabezados a piedra y palo por los supuestos socialistas ateos- a ellos piden por la vida y sanación de MuertoQueHabla. El problema es que no pueden rezar correctamente porque no saben si tienen que pedir la cura de un cáncer o de un uñero.

Hasta la gente de oposición, esa misma gente a la que cada nada le ofrecían que los iban a pulverizar, a borrar de la faz de la tierra, a freír sus cabezas, a volverlos polvo cósmico.  La gente a la que constantemente amenazaban con la revolución pacífica pero armada, con tanques, sukhois, AKs, esa gente de la que no quedaría ni para el recuerdo, aparecen con caras compungidas pidiendo por la pronta sanación y rápido aaaweilregreso de MuertoQueHabla. Se ponen la mano en el pecho, ponen carita de becerrito degollado y piden por la salud del verdugo. Se compadecen de quien nunca mostró la más mínima compasión por Franklin Brito, por Afiuni, por Simonovis.

Algunos de lado y lado incluso claman por «respeto» por MuertoQueHabla  y su enfermedad, se molestan si uno hace bromas al respecto, sin terminar de entender que respeto debemos exigir nosotros como ciudadanos y seriedad deberían tener tanto el paciente como sus segundones a la hora de darnos información acerca de su estado de salud. Informar oportuna, veraz y eficientemente, y no este show mediático, dosificado por capítulos, en los que, no solo no se informa; se desinforma y manipula a la población con datos sin importancia, que al analizarlos se descubre que, no dicen nada.

En la Asamblea, de manera unánime, acólitos y opositores, votan para que MuertoQueHabla se vaya tranquilo a operarse, que se tome todo el tiempo de reposo necesario para su recuperación, sin siquiera exigir un informe médico, un certificado, aunque sea una foto, que evidencie que lo que están votando es verdad.

Yo me pregunto ¿En qué trabajo le permiten a una persona que llegue un día y diga: “Estoy enfermo. Me tienen que operar y necesito un permiso indefinido. Me voy mañana. Volveré cuando pueda. Me siguen pagando el sueldo, me guardan el puesto y ni se les ocurra poner a alguien en mi cargo. Si algo sale mal, ponen en mi lugar a Perico de los Palotes”.

¡Ajá, y ya está que le creyeron y se lo calaron!

Pues no, mijito. Te vas al Seguro Social, te haces los exámenes pertinentes, me traes los certificados médicos y los informes firmados y sellados. Originales y copia y ya estudiaremos tu caso para ver qué se decide. Y una vez que regreses me traes otro informe con los resultados del tratamiento.

Pero en Venezuela no. Nosotros, unos por lástima, otros por miedo a que los cataloguen de insensibles, otros porque están acostumbrados a que este país es del más vivo, del más bravo, del  más arrecho y del que hace las cosas porque puede y le da la gana, se meten la lengua en el bolsillo y permiten el abuso. ¡Si hasta se ofenden si uno duda de la enfermedad o se burla! Como si tuvieran alguna certeza de verdad de la misma, más allá de que “el primo, de la tía del hermano de la cuñada de un señor que compra el ron Havanna Club en una tienda donde trabaja la hermana, del cuñado de la que limpia en el Cimeq, cuyo nombre siempre se reservan para preservar su seguridad, dijo…”.

#VayaPalaMierda

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Yo no estoy triste

 

Foto de Eliana Balestrini

Foto de Eliana Balestrini

¨Yo no estoy triste. Estoy decepcionado, defraudado, arrecho, pero no triste¨. Esto es lo que les respondí a algunos amigos, cuando me preguntaron si estaba muy triste con los resultados de las elecciones en el Zulia. Así que si lo que usted quiere leer es sobre la Venezuela bella y su pueblo heroico, de su “bravo pueblo que el yugo lanzó”, la “victoria de la democracia” o algo parecido que le devuelva un poco la esperanza; le recomiendo que pare aquí y vaya a buscar el horóscopo del iluminado o de Adriana Azzis.

Hace más o menos 3 meses, les comentaba a mis amigos que si Pablo Pérez no se ponía las pilas y se empezaba a trabajar como es debido, perdería los comicios. Algunos se molestaron conmigo porque decían que eso no podía ser. Yo insistía, perderemos. Así que para mí, en realidad, no fue ninguna sorpresa. Como no lo fue la derrota de Lester en Mérida y sí lo fue la de Pérez Vivas en Táchira, a apenas poco más de un mes de haberse obtenido en ese estado las más altas votaciones del país contra Chávez.

No me sorprendieron los resultados porque siempre he pensado que el liderazgo opositor ha estado completamente desconectado de la realidad del país. Para ellos, hacer política se ha limitado a ir a Globovisión a pegar cuatro gritos y a hacer publicidad y pegar afiches, sin hacer el trabajo de bases que desde hace mucho está pidiendo el país.

Capriles, con sus visitas casa a casa durante la campaña presidencial, demostró que ese es el camino para reconquistar el favor del electorado; sin embargo, la dirigencia política hizo caso omiso de ese mensaje y ahora está recogiendo lo sembrado. Nadie quiere embarrarse los zapatos y salir a los barrios y pueblos a conectarse con la gente y estas derrotas son la consecuencia.

Mientras los políticos no se aparten de Globovisión, que por otro lado le hace tanto daño al país como VTV -Ambos son las dos caras de una moneda, con sus manipulaciones de la información y la emisión de medias verdades y mentiras completas-. Mientras sigamos haciendo lo mismo y no se escuche lo que la gente está diciendo de una u otra forma, el mensaje que nos está dando, seguiremos obteniendo los mismos resultados. ¿Qué más se podría esperar?

La unidad alcanzada por la Mesa de la Unidad me parece un importantísimo logro pero se quedó en un pacto de partidos sin llegar a concretarse en un movimiento de acción política que llevara su mensaje de unión y de proyecto político y de país a las masas populares. Si no se proponen bajar a la calle, llegar a las zonas rurales y subir a los barrios, terminarán convertidos en un parapeto de negociación y en un elefante blanco.

Mientras tanto, del lado del gobierno, demostraron una vez más conocer al dedillo de qué pata cojea nuestro pueblo y es que en estos 14 años han captado perfectamente que todo tiene un precio y que algunos se venden por un exprimidor de jugos, otros por una nevera, algunos por una misión, otros por una vivienda, unos pocos por una buena tajada en adjudicaciones de contratos y pagos de comisiones; y ha echado mano de eso para conquistar al elector.

De allí que las tiendas de electrodomésticos no se daban abasto los días antes de la elección, durante la campaña y el mismo día del evento para satisfacer la demanda de quienes llegaban, con cheques de Pdvsa en blanco, para comprar hasta el último bombillito en existencia para pagar votos. O aquellos que llegaban con fajas de billetes en efectivo destinados al mismo fin.

Son 14 años de un proceso en el que han hecho creer a la gente que a lo más a que pueden aspirar en esta vida es a una misión de 400 bolívares, un mercadillo o feria de comida montado a trancas y mochas en la calle para venderles los productos de la cesta básica y ya. Como pueblo, parece que no merecemos más que eso. Que nos consuelen con dádivas, nos traten como cualquier cosa menos como ciudadanos y, encima les agradezcamos el gesto. Tan agradecidos nos mostramos que votamos por ellos para que la humillación continúe.

Es irónico que un gobierno que se jacta de tomar en cuenta por primera vez a los pobres, los trata como a animales que se amaestran con premios, medran su dignidad, los humillan haciéndolos creer que no merecen más que las migajas que “por primera vez reciben”, les repiten hasta el cansancio que los quieren y, quererlos, es hacerlos pasar humillaciones en una cola para recibir lo que les dan como limosna. Los han convertido en pedigüeños. Y encima de todo, el pueblo va con la cabeza agachada y como agradecimiento por “haber sido tomados en cuenta” vota por ellos.

Cuando Chávez les ha hablado a los pobres y les dice “Es que a ustedes les decían zarrapastrosos, niches, bajo perraje, malandros” y les da a entender que él los quiere, en el fondo, lo que está es tratándolos como zarrapastrosos, niches, bajo perraje, malandros, a los que sabe que puede comprar con una limosna, con una lavadora… Eso no parecen verlo quienes se sienten queridos por el líder. No comprenden que si en verdad los quisiera no los utilizaría para poner a pueblo contra pueblo y hace mucho tiempo les hubiese mejorado, de manera efectiva, sus condiciones de vida. Los ha mantenido igual de pobres que siempre, los ha humillado, ha pisoteado su dignidad y ellos se lo agradecen con votos. Es lamentable que un ser humano tenga en tan poca estima su valía pero es aborrecible que seres humanos con poder y más formación, se aproveche de la minusvalía intelectual y afectiva para manipularlos y utilizarlos. Manipulación que llegó al límite extremo en estas últimas campañas con la utilización de la supuesta enfermedad mortal del mandatario con fines de proselitismo político para captar votos.

Pero, de otro lado está ese medio país al que no parece importarle nada. Los que no oyen, no sienten, no ven. Ese tolete de venezolanos que viven en el temor de la violencia acrecentada, que no puede salir tranquilo a la calle porque sabe que puede haber una bala sin nombre en el aire que se consiga con él, que no consigue los productos básicos para sus alimentación y aseo, que padece los pésimos servicios públicos administrados por el gobierno pero son incapaces de moverse. Se quejan en cada esquina, pero prefieren irse a un centro comercial un día de elecciones antes que acudir a votar.

Un inmenso grupo de venezolanos que comentan acerca de cómo desde las cárceles los pranes dirigen y disponen de nuestras vidas; sobre cómo el narcotráfico se ha ido apoderando de la cotidianidad del país; de cómo en cualquier esquina un motorizado, revolver en mano, te puede arrebatar lo que llevas, o un militar envalentonado puede hacer lo que le da la gana. Hablan de los bingos clandestinos que pululan por la ciudad a la vista de todos y regentados por guardias nacionales, de las mafias de los buhoneros, de los carretilleros de los mercados que amenazan hasta a gobernantes. Uno los escucha, ve la expresión en sus caras y no logra descifrar si es de repudio, sorna, admiración o temor, lo que manifiestan, pero igual se quedan apoltronados y son incapaces de hacer el menor esfuerzo para cambiar la situación como podría ser votar.

Y en este panorama de país, vemos, por un lado, a un sector de la oposición que ha descubierto que ser oposición en este país es tan buen negocio como ser gobierno, lo aprovechan y le sacan dividendos incluso hasta a la pelea por los presos políticos. Y, de otro lado, a la gente que uno creía consciente e inteligente que siguen apoyando al comandante, trabajan en sus campañas y en las de sus candidatos, participan de ¨la hora loca¨ de la repartición de limosna compra conciencia, se hacen cómplices de lo que está sucediendo con la excusa de que los gobiernos de antes lo hacían igual y ¨lo que es igual no es trampa¨.

Al ver los resultados del 16 de diciembre, lo primero que pensé fue que, efectivamente, hemos sido víctimas de un fraude. Pero este no fue un fraude electoral, fue un fraude histórico. Nos hicieron creer que somos un ¨bravo pueblo¨, un pueblo de luchadores. Que llevamos sangre de libertadores en nuestras venas. Que la herencia de Bolívar está repartida en todos los venezolanos.

¡Falso! El orgullo venezolano resultó no ser más que un mito. El pueblo de libertadores no es más que una falacia. El país aguerrido y luchador, una entelequia. “El bravo pueblo que al yugo lanzó”, una quimera, una canción de cuna.

Estos 14 años nos han demostrado que somos comprables, sobornables, manipulables. Chávez nos ha convertido en un pueblo enfermo, con la autoestima por el subsótano 10. Los ciudadanos venezolanos devenimos en una especie de pueblo cubano, atenido, vividor, chulo, malviviente, indolente e indiferente al que no le importa que nuestros destinos estén siendo controlados por los pranes desde las cárceles y penetrado por el narcotráfico mientras le monten una feria de comida en donde le vendan un kilo de azúcar y un pote de leche. Gente a la que le compran su conciencia; con tres lochas, a unos; con una nevera, a otros, o con cuantiosos y corrompidos contratos, a otros. Un país cuya dignidad se la han pasado olímpicamente por las bolas quienes lograron, con la ayuda de los Castro de Cuba, conseguir nuestros puntos débiles.

La semilla de la mala yerba sembrada en la Cuarta República dio sus frutos en la Quinta y el tiempo de cosecha empezó hace 14 años. Ahora los modelos a seguir son los del vivo y el abusador, so pena de pasar por pendejos si hacemos lo que se debe hacer.

Terminamos siendo, como los cubanos, un pueblo que se queja por las esquinas y rincones, que arrastra sus penas como cadenas completamente impotente, a la espera de que venga la muerte y nos resuelva el problema. Tal y como Cuba, donde llevan más de 50 años esperando que el ¨enfermo¨ Fidel se muera.

Ya no es cuestión de si Chávez vive o muere. Eso viene a ser los de menos porque nuestro problema, la enfermedad del país, no se resuelve con un cambio de gobernantes. Estamos mortalmente enfermos y da lo mismo que sea Chávez, no importa si hay o no chavismo sin Chávez, el tratamiento que amerita este país enfermo va mucho más allá de la supervivencia física del comandante o de su movimiento.

Tal vez haya que empezar por abandonar los platós de televisión e irse a los pueblos y barrios a hacer trabajo de base, de educación. Olvidarnos de Globovisión y de VTV -que hacen el mismo daño a la mente del ciudadano- y embarrarse los pies para llegar a la gente. Ese podría ser el inicio de la terapia curativa. Ahí están los resultados de los dos últimos procesos electorales, 6 años más de presidencia y 4 de gobernaciones para continuar agrietando la ya disminuida autoestima del venezolano y haciéndolo más dependiente e impotente. El 16 de diciembre pasó lo de siempre, pretendimos obtener resultados diferentes haciendo lo mismo. Y nos lo cobraron.

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Aunque no votes, eliges

En los últimos días he leído y oído a mucha gente que dice que no va a votar el 16 D porque no le gusta el candidato, porque está decepcionada de la MUD, porque tiene derecho a abstenerse, porque Capriles los defraudó asumiendo tan rápido la derrota el 7-O, porque no confían en el CNE, en sus maquinitas de lotería…

Son muchas las excusas que se pueden esgrimir a la hora de decidir no asistir a las urnas electorales, a la hora de lavarse las manos y no cumplir con el derecho/deber de votar. Incluso, se puede decir: «No voto porque no me da la gana y es mi derecho» o «No voto porque es mi forma de protestar».

Cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana. Defiendo absolutamente la libertad de cada quien a la hora de hacer o dejar de hacer. Pero es bueno recordar que, en Venezuela, en las actuales circunstancias, aun cuando no votes, de todas formas estás eligiendo.

La abstención como protesta podría funcionar en países donde exista una democracia plena, con gobiernos que respeten a cabalidad a sus ciudadanos y que asuman que cuando un grupo significativo de personas ha decidido dejar de ejercer un derecho como el de votar es porque le están dando un mensaje y, ese mensaje debe ser escuchado, atendido y respondido.

En países polarizados como Venezuela, con regímenes a los que poco les importa la opinión expresada a viva voz, y en la calle, abstenerse de votar como protesta no es más que un acto, si no irresponsable, por lo menos, ingenuo.

No votar, por la excusa que sea, solo serviría para que un gobierno sinvergüenza, impúdico y poco honorable obtenga una gran mayoría de gobernadores y, en lugar de acusar recibo de la abstención como protesta, se aproveche de los resultados obtenidos para profundizar y radicalizar su proyecto.

Ya lo vivimos en el 2005, cuando dejamos la Asamblea Nacional en manos del chavismo porque creímos que, absteniéndonos, le gritábamos al régimen y al mundo civilizado que este era un régimen ilegal, una Asamblea que no representaba al país y que todos sus actos carecerían de legitimidad.

El chavismo asumió los resultados como un triunfo, su sinvergüenzura resultó ser el mejor tapa oídos y ya es del conocimiento de todos lo que sucedió a partir de allí.

En los actuales momentos, quien no vote, está de todas formas eligiendo pues su abstención favorecerá a la opción que resulte ganadora.

No votar para no legitimar unos resultados electorales significa elegir a quien resulte ganador, aunque sea con un margen mínimo de votos.

Después no valdrá decir: «Ese no es mi gobernante porque yo no voté». Tu abstención inclina la balanza hacia el candidato que resulte electo. Es bueno recordar que, quienes no votaron en el ’98 contribuyeron a que Chávez llegara al poder con su decisión.

Por eso, lo mejor en estos momentos, es votar. Si ninguna de las opciones que se nos presentan nos gusta, pues hay que votar por la que menos nos disguste porque, no hacerlo significa votar por la que más aborrecemos o tememos.

Si no votas por el que menos te disgusta, igual estarás eligiendo con tu abstención y corriendo el riego de elegir al que menos te gusta. ¡VOTA!

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Golcar's Blog

ACTO I
El comodín de la llamada

Alrededores del Sambil Maracaibo. Cerca de las nueve de la noche. Pedro y María salen del centro comercial luego de hacer unas compras de última hora. Al llegar a un semáforo, Pedro grita:

-¡COÑO DE LA MADRE!

María despega la vista de su teléfono móvil y pregunta entre asustada y molesta al ver interrumpida su lectura del twitter:

-¿Qué pasa?

Al levantar la vista, María observa a dos policías manoteando y haciendo señas para que se detengan.

Pedro acababa de dar una vuelta en “U” en el cruce, contraviniendo las leyes de tránsito y haciendo que los policías regionales los obligaran a detenerse en el hombrillo de la avenida.

-¿Ya saben por qué los detuvimos? -Pregunta el oficial.

-Si, por supuesto, por la vuelta en U que dimos. -Dicen los dos casi a coro.

-¿Y por qué lo hizo? -Pregunta de nuevo el…

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Cuba nos mandó un muerto que habla

 

 

Captura de pantalla de Ustream Alba TV

Captura de pantalla de Ustream Alba TV

Yo lo veo así:

Ya Giordanni anticipó hace poco que lo que viene no es fácil. Que regalado se acabó. Que hay que devaluar y aumentar la gasolina con todas las consecuencias que eso trae y otras tantas medidas «empaquetadas» e impopulares más que no podrán seguir aplazando por mucho tiempo.

Entonces, Chávez se va a Cuba, aprovecha de darse unos re-potenciadores baños en la cámara hiperbárica de Fidel (que bien podría haberse dado aquí en una de las tantas máquinas compradas para tal fin), descansar y maquinar con el dictador cubano la estrategia a seguir para que el impacto de las medidas sea lo menos dañino para la imagen y popularidad de Chávez posible.

Ambos caudillos, maquiavélicamente,  llegan a la conclusión de que conviene que se separe, que tome distancia del paquete capitalista salvaje que habrá que adoptar en Venezuela. Que su imagen no se vea para nada vinculada a la crisis sin precedentes que se avecina.

En conjunto, deciden que lo mejor es decir que hizo metástasis en el mismo lugar de la lesión anterior y que hay que operar (Esto servirá para que todos digamos que, si hizo metástasis en el mismo sitio, es grave y le queda poco tiempo de vida).

Buscan un cordero a quien sacrificar y llegan a la conclusión de que Maduro cumple con el perfil ideal; pues, un chófer de metrobús no tiene capacidad para gobernar un país tan difícil como Venezuela.

En tres meses regresa Chávez como salvador a recuperar la patria socialista perdida en manos de ineptos subalternos que echaron por tierra en poco tiempo los “grandes logros obtenidos en 14 años”.

Cómo ñapita, al anunciar la fatídica noticia de su metástasis y su próxima intervención -en Cuba, por supuesto, donde es más fácil resguardar los secretos y que se filtre solo la información que se interesa se filtre al exterior-, siembra el sentimiento de lástima por el moribundo en sus acólitos, los insta a votar el 16 D, a tomar plazas Bolívar del país en apoyo al “muerto que habla”, a unirse en esta hora menguada, para que la revolución siga su triunfo.

Que ninguno de sus seguidores se achinchorre en la casa el día de las elecciones que, mientras él se recupera del nefasto cáncer que le amenaza su vida, su grey, religiosamente, se encargue de asegurar el socialismo del Siglo XXI en cada gobernación del país. Los cohesiona y los arenga para que con sus votos defiendan la revolución.

¿Qué está enfermo? Debe estarlo. ¿Qué se va a morir? Algún día, como todos. Pero desde que lo vi no he podido dejar de pensar que en Cuba llevan más de 50 años esperando que Fidel se muera. El guión venezolano, hasta ahora, ha sido una copia al calco del de la isla de los Castro. Fidel ha muerto y resucitado un promedio de unas seis veces por año en este medio siglo de dictadura.

¿Qué podría hacernos pensar que en el caso de Venezuela no se repita, también en las reiteradas muertes y resurrecciones, la historia cubana?

Un gocho en Buenos Aires

Captura18

Mi sentido de la orientación era verde y se lo comió un burro. Ni con GPS logro saber dónde estoy y hacia dónde hay que agarrar. Mi falta de sentido común a la hora de orientarme en las ciudades es tal, que me crié en Mérida cuando la ciudad no era más que una calle que subía y otra que bajaba y no sé cómo me la ingeniaba para perderme. Pero el colmo del despiste y la desorientación lo he vivido en Buenos Aires. La ciudad porteña me resulta laberíntica, indescifrable.

La última noche en Buenos Aires ha sido agotadora y el poco sueño que alcancé conquistar no fue para nada reparador. La habitación era calurosa. El aire acondicionado nunca funcionó. Si abría la ventana para que entrara el fresco, el ruido de la transitada calle no me dejaba dormir y, si la cerraba, el calor me sofocaba y desvelaba. Además, como la habitación la conseguí a última hora, por teléfono y a media noche, no me pude dar un baño antes de acostarme porque no había toallas y el cajón donde las guardan estaba bajo llave. El encargado no tuvo manera de conseguirme con qué secarme.

Así que a eso de las nueve de la mañana me levanto en el modesto hostel donde me ha tocado dormir luego de que la sudestada y el abandono en el terminal de la empresa Buquebús, me obligara a salir a buscar refugio a eso de la una de la mañana.

Captura37En el pasillo, me consigo a los compañeros de infortunio. Ninguno tiene noticias aún de si el barco saldrá o sin nos tocará pasar otra noche en Argentina. La chica más joven había salido con su novio temprano a buscar un sitio más económico por si acaso nos toca pagar una noche más de hospedaje y lo ha conseguido a poca distancia de donde nos encontramos. Un hostel que nos costaría la mitad de lo que pagamos en este.

Desayunamos panes, mermelada y café con leche que es lo que incluye el pago y Cristian se va a Florida a lo de Carlos  para cambiar dólares y pagar en pesos, que así nos sale más económico. Yo me quedo terminando de arreglar las maletas y, cuando salgo de la habitación, Shirley me dice que el nuevo hostel se llama “All right” y queda a cuadra y media de donde estamos. Me dice la dirección exacta varias veces y en mi trasnocho y despiste no lo anoto creyendo que lo recordaré.

Se van todos. Al rato llega Cristian con los pesos, pagamos la cuenta y nos vamos a buscar el nuevo hostel para dejar el equipaje y salir a pasear un rato por la ciudad.

Una vez en la calle, Cristian me dice:

-¿Cuál es la dirección?

Hago un esfuerzo por recordar los nombres de la calle y nada, no me vienen. Entonces le digo:

-Bueno, pero es cerca porque ella me dijo que queda a cuadra y media hacia allá… o hacia allá… o hacia allá…

Nada. No tengo ni idea de hacia qué dirección debemos enfilarnos para llegar al sitio. No sé si hay que ir a la izquierda, a la derecha o de frente. Decidimos caminar cuadra y media a la derecha. Ni rastros del bendito hostel “All right”. Regresamos y caminamos cuadra y media a la izquierda. Nada, por allí tampoco es. Entonces Cristian recuerda que escuchó que la chica decía que quedaba al lado de Mc Donalds. Le pregunto a un paseante y me dice que la referencia que me dieron es muy mala porque la zona está plagada de Mc Donald´s.

Ya las maletas pesan y los brazos acusan el cansancio de andar calle arriba y calle abajo con el equipaje. En una esquina, le digo a Cristian:

-Vamos a hacer una cosa. Tú te quedas aquí con las maletas y yo voy a ver dónde se consigue el dichoso hostel, porque se nos desprenderán los brazos andando con las maletas.

El se queda  allí mientras yo voy en busca del lugar. Camino poco más de dos cuadras. Le doy la vuelta a la manzana y cuando creo que ya voy a llegar a la esquina donde dejé a Cristian, resulta que no estoy donde pensaba que debía estar y Cristian, por supuesto, no está allí.

“Estoy bonito, pues –pienso-. Ahora, no sólo no consigo el hotel sino que se me pierde Cristian también”.

Decido no desesperarme y desandar el camino tal y como lo hice pero en sentido contrario. ¡Bingo!, ahí está Cristian con las maletas. Para evitar Captura17burlas, no le cuento de mi extravío. Caminamos juntos dos cuadras más hacia el lado opuesto y ni señas del “All right”. Vuelvo a proponerle a Cristian que se quede allí parado en otra esquina, mientras yo averiguo cómo llegar.

Camino casi tres cuadras. Cruzo a la derecha. Una cuadra más. Cruzo otra vez a la derecha. Camino tres cuadras más y cruzo de nuevo a la derecha para llegar al sitio dónde está Cristian. ¡Nada, la esquina se ha movido una vez más! Aplico otra vez la táctica de desandar lo caminado y cuando estoy llegando a donde debe estar el hombre esperando, resulta que no. Esta vez no me ha servido de nada desandar el camino y estoy en una esquina por la que ni siquiera me parece haber pasado antes.

Estoy cansado y, ahora sí, asustado de que no logre conseguir a Cristian. Ya tenemos casi tres horas buscando el hotel y nada. Echo a andar a cualquier lado. Empieza a lloviznar. Trato de regresar al hotel en el que dormimos la noche anterior y no tengo ni remota idea de cómo hacerlo. Por fin, en una esquina con techo, veo que Cristian se asoma entre la llovizna.

-Hágame un favor -le digo a Cristian-. La próxima vez que le diga que se quede que yo voy a buscar el hotel solo, métame un coñazo y no me pare bolas.

Agotados, decidimos meternos en el primer hotel que consigamos y olvidarnos del  “All right”. Cuando vamos caminando sobre Lavalle, Cristian mira y ve un Burger King, es cuando cae en cuenta que no era junto a Mc Donald´s que había escuchado; sino junto a este Burger King. Vemos a lo lejos un pequeño aviso en la pared del edificio que está junto al restaurant y, al acercarnos, observamos que pone: “Hostel O´Rey”.

Entonces, rebobino y recuerdo que cuando Shirley me dijo el nombre del hotel, había agregado algo de que el nombre era en portugués; pero yo no le paré. Efectivamente, estamos frente al buscadísimo “All right” que, en realidad se llama  “O´Rey”.

Poco rato y más de 30 empinadísimos escalones después, estamos en la recepción del hostel. Miro alrededor y más parece un depósito de cachivaches que un lugar de hospedaje. Por cualquier lado se ven colchones, muebles, diversos objetos viejos y aparentemente inservibles amontonados. Es de todo menos bonito y agradable el lugar, pero ya estamos allí y por el precio que pagaremos no es mucho lo que se puede exigir.

La habitación tiene tres viejas y destartaladas camas. Cada una diferente y con cobijas y sábanas distintas. El escaparate, la mesa de noche y la mesita de escritorio, evidentemente, fueron desechadas hace muchos años de alguna casa por inservibles. El baño que es compartido por las habitaciones del pasillo parece un muestrario de viejas cerámicas rotas y el piso tiene parte cubiertas con cerámica y partes en cemento crudo.

Dejamos el equipaje en la habitación y salimos a caminar para distraernos un poco. Andamos sin rumbo, hacia donde las ganas y el instinto nos guían. Como tenemos hambre, recuerdo que en tanto ir y venir vi varios sitios en los que ofrecían menús a buen precio y cuyos platos se veíanCaptura20 apetitosos. Entramos a uno y pedimos carne estofada con vegetales y arroz y vino tinto. No es nada gourmet ni especialmente sabroso pero cumple su cometido de saciar el hambre.

Seguimos caminando por la ciudad. Encontramos la vieja e inmensa librería Ateneo. La ciudad nos deleita con su arquitectura, sus cafés, su gente que pasea con sus perros, que va o viene del trabajo.

Sin buscarlo, tropezamos con el exuberante y estrambótico Palacio de Aguas Corrientes, una edificación de la segunda mitad del siglo XIX con arquitectura de estilo ecléctico, cuyas paredes llegan a casi dos metros de espesor, con una fachada recubierta por  piezas de terracota, y en cuyo interior se cobijaban 12 tanques de agua destinados a satisfacer la necesidad del vital líquido y que en la actualidad es sede del Museo del Patrimonio Histórico, el Archivo de Planos Domiciliarios, y oficinas administrativas de la empresa.

Al lado del Palacio de Aguas se encuentra la vieja edificación del colegio de La Salle y un poco más allá la iglesia del Salvador con su cúpula verdosa que se ve desde la distancia. Es el barrio de Balvanera, donde se encuentra el mítico Abasto, zona dónde se ubica la casa de Carlos Gradel.

Recorremos las calles despreocupados de todo. En una callejuela vemos un acto de unos niños en edad escolar que, por momentos, pareciera ser un evento de adoctrinación y manipulación política de los infantes más que una actividad escolar. Más adelante nos sentamos un rato en una academia de danza para ver un poco la clase de salsa que están impartiendo.

Por los alrededores del Obelisco, en un boulevard, nos sentamos un rato a descansar y disfrutar del tango que canta una chica acompaña por un guitarrista en un restaurant. Ya la noche ha caído. El paseo ha servido para relajarnos.

Llegamos al O´Rey para recoger las maletas y, caminando a lo largo de la calle Florida nos enfilamos hacia el terminal del Buquebús. Paramos en Captura51un lugar a comer comida mexicana y allí unos jóvenes colombianos nos atienden amablemente y disfrutamos de una verdadera delicia de comida tex-mex, mucho mejor que la que uno pueda disfrutar en Texas. Satisfechos, continuamos rumbo al terminal. Estamos más que a tiempo y la noche es fresca.

Esperábamos encontrar congestionado el puerto por la suspensión de los viajes del día anterior pero no, todo está tranquilo. Embarcamos y zarpamos. En el duty free del barco gasto los pocos pesos argentinos que me quedan y no me servirán para nada una vez que deje Buenos Aires, en chocolates. El Bailys que me habían encargado no se consigue pues en la sudestada las botellas del local fueron a parar reventadas en el suelo y apenas se salvaron unas cuantas de whisky.  Muerto de cansancio, me tiro en el piso del barco, detrás de la última fila de asientos, para dormir y descansar las poco más de dos horas que dura el trayecto hasta Colonia.

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