El blog de Golcar

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Archivo para el día “julio 1, 2013”

¡Ay, Carmela!

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Al final, mis ojos acuosos y un involuntario e incontrolable temblor del labio superior delatan que acabo de asistir a un evento que logró conmover todas mis fibras sensibles. No miro a mis acompañantes para no pasar por la vergüenza de romper en llanto y me concentro en aplaudir a Tania Sarabia y a Basilio Alvarez quienes, emocionados, reciben el aplauso del público que llenó el aforo del Teatro Baralt en la celebración del Día Nacional del Teatro.

Quienes conocen “¡Ay, Carmela!”, la obra de teatro escrita en 1986 por el español José Sanchis Sinisterra, quienes la han leído o visto y conocen de qué va, deben imaginar que es una pieza que puede resultar emocionante y conmovedora para cualquier ser humano y, especialmente, para cualquier venezolano que esté viviendo la realidad política que estamos viviendo en el país actualmente.

No podemos, por muy distraídos que seamos, evitar vernos reflejados en la persecución política, en la absurda y anacrónica ideologización que vivimos, en la aplastante injusticia de un sistema que persigue, estigmatiza y castiga la disidencia. La pieza nos recuerda lo bizantino de las discusiones sobre la izquierda y la derecha en tiempos cuando ha pasado la URSS, ha pasado Polonia, ha pasado Franco, ha pasado Mussolini y el Muro de Berlín es un mal recuerdo.

Cuando se imponen el oprobio y la injusticia, la ideología pasa a ser accesoria y el compromiso se hace imprescindible, so pena de acabar como los comediantes, sometidos por esa bota a la que, por temor o por instinto de  supervivencia, quisieron, inútilmente, complacer. Al final, cualquier resbalón, cualquier desacuerdo, hará que la bota se afinque sobre sus aduladores.

La historia que escrita en el 86 relata los hechos desarrollados en el marco de la Guerra Civil Española, termina siendo tan actual que uno no puede evitar concluir que los colores no importan cuando lo que reina son la injusticia, la opresión, la persecución y el oprobio. No hay nada que se parezca más a una dictadura de derecha que una dictadura de izquierda. La negra bota militar no distingue de ideologías rojas o azules, cuando su afán es pisotear a los ciudadanos y aferrarse al poder a como dé lugar.

Tal vez por eso, el teatro cimbró con una intensa pita y abucheo cuando, justo antes del inicio de la obra y luego de que la directora del Teatro Baralt precisamente pronunciara un emotivo discurso acerca de lo que veríamos en “¡Ay, Carmela!” y sobre la polarización y las injusticias, a una de las personas del público se le ocurrió gritar: “¡Viva el gobierno socialista de Chávez!”.

El abucheo fue tal que solo cesó por completo cuando alguien más, desde una butaca, tuvo el tino de gritar: “¡Viva el teatro!”. Este grito acalló la rechifla que dio paso a un fuerte aplauso con el que las luces del escenario se encendieron para dar inicio a la representación teatral.

Basilio y Tania en sus papeles de Paulino y Carmela, logran atrapar y conmover al espectador en una pieza teatral donde cada palabra está donde debe estar y que en esta oportunidad, con un mínimo de recursos escénicos –la escenografía de Carlos Agell apenas consta de un banco de madera y un telón de fondo que sirve para ubicarnos en el abandonado y deteriorado Teatro Goya de Belchite–, con el apoyo de la excelente iluminación de Víctor Villavicencio y el vestuario de Eva Ivanyi, logran hacer reír a carcajada batiente y llorar a moco tendido con la tragicomedia de este par de cómicos de revista que recorren los pueblos españoles llevando su espectáculo de comedia “facilona”.

Al principio de la representación, confieso que me molestó un poco el pésimo acento español de los actores que parece una mezcla de gallego con cantaíto gocho merideño, pero esta pequeña pifia, ante tanto talento y arte, termina pasando desapercibida, e incluso, llega a gustar como característica cómica de los personajes que vemos en escena. Tania está insuperable en su personaje de Carmela. Nos hace reír, llorar, pensar y reflexionar. Mi temor inicial de que la “alocada” actriz terminara por olvidar las líneas de una obra larga y con solo dos personajes, fue disipada por una bofetada con guante de seda de la Sarabia que, en escena, demuestra porqué es una Primera Actriz. Y el Paulino de Basilio Álvarez, es gracioso, convincente, tierno  e interpretado con la maestría de un Primer Actor. Juntos se compenetran y complementan de tal manera que llegan a hacer que no se note en escena el excelente trabajo de dirección de Armando Álvarez.

¡Vaya manera de celebrar el Día Nacional del Teatro! Cuando Tania grita en sus últimas líneas “España. España. España”. A algunos de los presentes, nos parece escuchar que dice “Venezuela. Venezuela. Venezuela”. La puesta en escena de Álvarez de “¡Ay, Carmela!” demuestra que cuando un buen texto es interpretado por buenos actores, bastan pocos elementos para obtener los mejores resultados sobres las tablas. El aplauso final es intenso. Corto, pero no porque a la gente no le hubiese gustado la obra que acaba de ver; al contrario, estamos todos tan conmovidos con lo sucedido que la emoción nos obliga a callar y a enjugar las lágrimas en silencio. La opresión en el pecho y la sensación de vacío en la boca del estomago nos hace salir, de prisa,  a buscar aire fresco.

En la cabeza siguen retumbando algunas frases de la obra:

“Hay muchas formas de estar vivos y hay muchas formas de estar muertos”.

“Los vivos en cuanto tenéis la panza llena y os ponéis corbata, os olvidáis de todo”.

“Los vivos no escarmentáis ni a tiros…”.

“Una cosa es pensar diferente y que te maten. Y, otra, que encima te humillen por eso”.

Y estas se mezclan en la cabeza con el grito de ““Venezuela. Venezuela. Venezuela”.

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