El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

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Venezuela entre los síndromes de Munchausen y de Estocolmo

El régimen le ha venido progresivamente inoculando al país el virus letal de un socialismo trasnochado, que ellos llaman del Siglo XXI, hasta producirle la grave patología que presenta en la actualidad. (Ilustración tomada de Twitter Venezuela)

Cuando escuché que Nicolás Maduro y su combo en cadena nacional hablaban de que todo lo que están haciendo con los comercios del país es «Para defender al pueblo. Para proteger el dinero de los pobres. Para defender a la población de la burguesía usurera y apátrida que ha vendido la patria con su avaricia desmedida. Esos pelucones que ponen los precios basándose en ese dolar fantasma y ficticio que manejan los gusanos desde Miami… bla bla bla…» Palabras más palabras menos, recordé este texto que escribí en el 2010 cuando el difunto aún estaba vivo y ya tenía una larga y fructífera acción encaminada a destruir el aparato productivo y caotizar la economía del país.

Una vez más, el Síndrome Munchausen vino a mi mente, esa extraña distorsión de la psique de algunas madres que hace que enfermen a sus hijos para luego acudir presurosas a «salvarlos» de la enfermedad. Es justo lo que el régimen lleva 15 años haciendo con la economía del país. Propició con su ineptitud y corrupción un estado tal de caos que hizo que el mercado sufriera de las peores perversiones económicas como la especulación, la usura, el afán por el enriquecimiento súbito… Todo un conjunto de cuestiones que han sido propiciadas por el caos actual al que llevaron al país.

Lo que vivimos hoy en Venezuela, no es más que el resultado de las mal intencionadamente erróneas políticas económicas y de la falta, a su vez, de verdaderas políticas económicas. El exceso de controles ha propiciado todo este caos y descontrol. Caos y descontrol del que todos sabemos han sabido sacar provecho políticamente los adalides del régimen y también ha favorecido el enriquecimiento en pocos años de quienes tienen acceso a  los dólares controlados. Esos que han podido obtener hoy un dolar a 6,30, que al día siguiente lo venden a 60 bolívares para comprarse 9 dolares que se convertirán al día siguiente en  540 bolívares con los que comprarán 90 dolares a 6,30 y venderlos nuevamente a 60 cada uno… Siga usted la secuencia y llegará al momento en que en poco tiempo amasaron ingentes fortunas, poniendo la mitad en dólares en paraísos fiscales mientras con la otra mitad continuaban especulando con la divisa.

De allí vino todo el desastre de hoy y esos, quienes tienen las riendas del control de cambio, lo sabían, lo propiciaron, lo aprovecharon y lo permitieron. Se enriquecieron mientras quebraban el país y ahora salen como buenas madres «a proteger al pueblo», a ese pueblo que timaron.

A mucha gente la han convencido de que la están protegiendo. Al punto de que muchos que se creen opositores aplauden lo que han hecho contra los comerciantes violando todos sus derechos y el principio de presunción de inocencia que debería prevalecer. La gente ha salido a la calle a comprar electrodomésticos y ropas Zara sin percatarse que lo que se están comprando es un boleto sin retorno a ese mar de la «suprema felicidad» que es Cuba. Seguramente, el 8 de diciembre muchos acudirán con su franela Zara rojita a votar por ese régimen que «lo protege» sin darse cuenta del país que están adquiriendo al pagar esa franela a precios «baratos».

Les dejo, una vez más, por su vigencia, ese texto de 2010.

Venezuela entre Munchausen y Estocolmo

Hace algunos años, me comentaba una amiga que una mujer cercana a alias “Esteban”, le había dicho que el hombre, cuando aún le quedaba un ápice de conciencia y cordura, sufría muchísimo por lo que consideraba era como una maldición que lo perseguía. Decía esta mujer que llegaba hasta a llorar al preguntarse por qué siempre le hacía daño a quienes tenía cerca, por qué hacía sufrir y dañaba a quienes quería y lo querían.

Esta confesión, sea cierta o falsa, nunca la he olvidado y al ver la situación a la que ha llevado alias “Esteban» al país en la actualidad y a riesgo de parecer simplista y que este escrito está basado en un manual de sicología en 25 mil palabras -como esos que aparentemente se han  “medio leído” las eminencias del régimen sobre el socialismo y el marxismo-, me voy a permitir hacer una extrapolación hacia la situación de Venezuela, del trastorno psicológico que sufren algunas madres denominado «síndrome de Munchausen” y que consiste en que las madres perturbadas mentalmente inducen en sus hijos síntomas de enfermedades que pueden ser reales o aparentes.

Es decir, la mamá –perturbada- enferma o hace que su hijo se enferme o parezca enfermo. “La madre puede simular síntomas de enfermedad en su hijo añadiendo sangre a su orina o heces, dejando de alimentarlo, falsificando fiebres, administrándole secretamente fármacos que le produzcan vómito o diarrea o empleando otros trucos como infectar las vías intravenosas (a través de una vena) para que el niño aparente o en realidad resulte enfermo”.

Así, indudablemente, ha venido actuando el régimen venezolano desde hace casi doce años ya. Ha sido más de una década en la que el chavismo se ha empeñado en enfermar al país hasta llevarlo al borde del colapso en que nos encontramos. El régimen le ha venido progresivamente inoculando al país el virus letal de un socialismo trasnochado, que ellos llaman del Siglo XXI, hasta producirle la grave patología que presenta en la actualidad, ha procedido de la misma manera como lo hace la desequilibrada madre víctima del síndrome de Munchausen que le inyecta fármacos al niño para que se le manifiesten los síntomas de la enfermedad.

Como la madre perturbada, el gobierno dice que sus acciones están hechas desde el amor y buscando el bienestar del “pueblo” –generalmente, Chávez, al pronunciar la palabra “pueblo”, como cuando dice “Estado”, se golpea el pecho con la palma de la mano en un gesto que evidentemente deja entrever que él es el “pueblo” y él es el “Estado”-.

Con las excusas del amor, la soberanía y la independencia el régimen ha llevado el país al colapso, como la madre mentalmente enferma y víctima del Munchausen, ha enfermado a Venezuela política, económica, social, ética y moralmente. No voy a enumerar todos los graves problemas que padecemos los venezolanos porque creo que son ampliamente conocidos y sufridos por todos, pero es evidente que el causante “amoroso”, el culpable “libertario” no es otro más que el gobierno.

El  régimen nos ha ido cerrando todas las puertas y bloqueando las salidas. Como en el cuento de los cerdos salvajes, nos ha ido poniendo cercas y secuestrándonos, ha enfermado de manera deliberada al país sin encontrar una cura para esta grave enfermedad que sufrimos y que pareciera estar llegando a su estadio terminal.

SINDROME DE ESTOCOLMO

Pero Venezuela no sufre en la actualidad solamente del síndrome de Munchausen, de otra parte están quienes parecieran a su vez padecer de otro síndrome: el de Estocolmo.

Es impresionante ver cómo muchos venezolanos están conscientes de los problemas que enfrenta el país en seguridad, escasez de alimentos, corrupción, desempleo, pérdida vertiginosa de la calidad de vida, violencia, etc. Y, como los secuestrados que padecen del síndrome de Estocolmo, justifican a sus captores, los entienden, y aceptan resignados los maltratos que les propinan sus secuestradores.

Si uno se acerca a Twitter, por ejemplo, y revisa las peticiones que le hacen a @Chavezcandanga -la cuenta que hace unos meses abriera el presidente para tener un contacto más “directo” con los ciudadanos y que días más tarde terminara siendo atendida por una guerrilla de 200 personas contratadas para tal fin-, se encontrará con que la gran mayoría de los mensajes que recibe la cuenta son solicitudes de personas que tienen problemas de vivienda, de empleo, de seguridad, que presentan denuncias de corrupción o atropellos y abusos de poder, pero todos comienzan agradeciendo al comandante por su gobierno, por su “patria socialismo o muerte”. Saben que sus carencias no han sido satisfechas en estos 12 años, pero siguen seducidos por Chávez, como «la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, (que) desarrolla una relación de complicidad con quien la ha secuestrado. En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar ayudando a sus captores a alcanzar sus fines…”.

Una muestra de estas manifestaciones de la gente se puede apreciar al leer algunos de los comentarios hechos en el artículo «Chavezcandanga, Esteban llegó a twitter«, que escribí en abril de 2010.

Dice Wikipedia que “Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito”. Creo que esto explica perfectamente a lo que me refiero cuando sostengo que quienes aún continúan creyendo y esperanzados en el  gobierno les proporcionará la satisfacción de sus necesidades y les mejorará la calidad de vida, parecieran estar absolutamente afectados por el síndrome de Estocolmo. Son estos quienes comienzan su rosario de quejas y solicitudes manifestando su profundo amor y admiración hacia el comandante y su revolución.

Pero, lamentablemente, en Venezuela, junto con los dos síndromes anteriores, convive un problema que puede ser aún más grave de solucionar, y aquí vuelvo a hacer otra extrapolación: un elevado número de venezolanos pareciera sufrir de “trastorno o desorden de deficiencia de atención”. Estos son los que ven la situación que atraviesa el país con total apatía, indiferencia y desinterés. A estos no les importa que se vaya la luz, que cierren emisoras de radio y TV, que haya escasez de alimentos, que no se pueda tener acceso a los dólares, que hayan intervenido y cerrado bancos y que el resto del sistema bancario se encuentre bajo permanente amenaza, que se pudran toneladas de alimentos en contenedores, que se consigan medicamentos e insumos médicos vencidos almacenados en depósitos del gobierno, que sus vecinos hayan sido robados o asesinados, que sus primos estén desempleados, que sus mejores amigos se hayan visto obligados a emigrar para buscar una oportunidad laboral que le fue vetada en el país por haber trabajado en la antigua Pdvsa o, simplemente, para obtener  mejor calidad de vida para ellos y sus hijos. El trastorno de déficit de atención sólo les permite estar pendientes del fin de semana, de la playa y el cine, del álbum de Panini, del juego de su equipo deportivo favorito y si, por casualidad, se les toca el tema de la situación de crisis del país, sencillamente voltean a mirar la luna o zanjan el tema con un “qué fastidio a mí la política no me interesa”.

NOTA: Si alguien conoce un tratamiento o una terapia que puedan ser efectivos para enfrentar estos trastornos que presenta Venezuela en la actualidad, por favor deje su receta en un comentario al terminar de leer el texto.

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