La “normalidad” de un carnaval en Venezuela
Es domingo 2 de marzo. Me despierto y pongo un rato Globovisión para ver qué dice de la situación del país. Hace tiempo que no miro el noticiero de ese canal porque me empezó a parecer un apéndice de los canales oficiales, es como la sucursal de VTV.
En pantalla veo una chica con cara de niña, cachetoncita, con una permanente sonrisa en los labios que durante todo un segmento se encarga de hacer pases a diferentes zonas del país donde se están celebrando los carnavales. Varios reportes en los que se ve que la fiesta está prendida, los desfiles en las calles con comparsas, niños disfrazados. Todo en pantalla parece indicar que en Venezuela se desarrollan los carnavales 2014 con “excesiva normalidad”, como diría el inefable José Vicente.
Decepcionado con la aparente normalidad del país, cambio de canal y me voy a las redes sociales y a los grupos del Whatsapp. De Mérida llegan noticias de una inmensa tranca en las avenidas. Parece que el partido de futbol que estaba pautado para el día no se podrá llevar a cabo pues los equipos no podrán salir de su hotel. De Táchira y Caracas llegan informaciones y fotos de gigantescas marchas de protesta en las calles. No son desfiles de comparsas y carrozas de carnaval. Son cientos de miles de personas en las calles del país protestando por la situación que se vive en Venezuela.
Dos versiones de un país y de un carnaval contrastadas y contradictorias. Salgo a atender mis labores habituales de los domingos y en el camino de regreso consigo un grupo de gente con sombrillas de colores, cava de hielo, lentes de sol y trajes de baño apostados en una esquina de la Circunvalación 2 de Maracaibo como quien se destina a tomar sol en un día de playa de carnaval. La nota diferente la ponen que no hay mar ni arena, solo asfalto negro y caliente, unos pocos autos que pasan y las vuvuzelas y pancartas que sostienen los “temporadistas”. Su carnaval no es más que una de las tantas protestas que se están llevando a cabo este domingo en el país.
A pesar del esfuerzo que desde el oficialismo han hecho por hacer ver que los carnavales se desarrollan con normalidad en todo el país. Esfuerzo que ha inducido al ministro Izarra a retuitear fotografías de carnavales anteriores como si fueran de hoy, o a lanzar mensajes de que las cruces negras en las playas del oriente no eran más que un montaje de Photoshop. La mentira no termina de cuajar.
Vano esfuerzo del régimen porque en estos tiempos de redes sociales y de velocidad de internet, con solo googlear una fotografía uno puede descubrir la trampa. Y los tuiteros y facebuqueros se la descubrieron, se las ingeniaron, como normalmente lo hacen, para desmontar la “verdad oficial” que rueda por los medios oficialistas, incluyendo a Telesur.
En Twitter montaron el retuit de Izarra junto con la foto original de 2013, y yo mismo me doy a la tarea de googlear y conseguir la fuente original en http://www.ciudadccs.info/?p=385590 y en Facebook encuentro una imagen en la que se observa a los policías de Anzoátegui recogiendo la cruces negras de Lecherías que supuestamente habían sido un montaje de Photoshop. Primero se cae un mentiroso que un cojo.
Mientras estoy entretenido descubriendo cómo los usuarios de las redes exhiben sus habilidades detectivescas para desmontar las mentiras comunicacionales del régimen, empieza a llegar desde la calle el atronador ruido de cornetas, vuvuzelas, pitos, gente gritando, la entonación del Himno Nacional… una gran algarabía entra por la ventana. Pasan 10 minutos, 20 minutos, el ruido no cesa… Sospecho que la gente se está congregando en la improvisada playa de la avenida con los manifestantes. No puedo imaginar otra cosa. 30 minutos… el ruido continúa. Me baño, almuerzo, me visto, y el ruido no para de llegar desde la Circunvalación 2.
La curiosidad me puede y tengo que salir a averiguar. Ya ha transcurrido más de una hora de la incesante algarabía y no me lo puedo perder. Llego a la avenida y me encuentro a la mamá de las caravanas. Las cornetas que tienen más de una hora sonando provienen de una interminable caravana de autos con banderas, pitos, pancartas. Un gentío que debe hacer que a Arias Cárdenas de se le suban los niveles de azúcar en la sangre en este domingo “normal” de carnaval venezolano.
Regreso a mi casa y encuentro que la “normalidad” de Mérida, entre otras cosas incluye dos motos de tupamaros incendiadas en la avenida Andrés Bello y una persona herida de bala cuando uno de los tupas disparó. En playa El Agua en Margarita, una tuitera reporta con foto del día la más abrumadora soledad. En Altamira, Caracas, dan cuenta con foto de un joven asfixiado al parecer por gases lacrimógenos de los tantos con los que nos ha rociado el régimen en estos carnavales. Táchira está de concurrida marcha de protesta nuevamente. De Valera informan que supuestamente los tupamaros durante la marcha de protesta secuestraron al estudiante Javier Salas y que lo regresaron muy golpeado. Y Venevisión, por primera vez en muchos años no transmitirá la ceremonia de los Premios Oscars, dicen las malas lenguas que es una nueva concesión al régimen para no verse obligados a poner en pantalla posibles mensajes de apoyo de los artistas al pueblo que protesta en Venezuela o, peor aún, mensajes directos de esos artistas contra el régimen o sus jerarcas.
De España llega la noticia de que el gobierno de Rajoy autoriza la venta de material antidisturbios a la Policía de Venezuela, continuando con la misma política de su antecesor, Zapatero, de no mirar hacia los pueblos sino únicamente a los intereses de los negocios. Triste para los venezolanos que durante la dictadura franquista siempre estuvimos de parte de los españoles, solidarios con el pueblo, prestando la ayuda que se pudiera y recibiendo a los que decidían huir del horror franquista con los brazos abiertos y convirtiéndolos en uno de los nuestros. ¡Así paga el diablo a quien bien le sirve! O como diría mi difunta madre: “De desagradecidos está empedrado el camino del infierno”.
Por último, para terminar este día de absoluta “normalidad” de carnaval, llega la información de que Rusia y China están enviando portaaviones para Venezuela.
Uno no puede menos que preguntarse: ¿Cómo compaginar las “noticias” de VTV y Globovisión de unos carnavales alegres y normales con la llegada de portaaviones rusos y chinos? ¿Cómo creer que en Venezuela se está desarrollando un golpe de Estado cuando los jerarcas del régimen se empeñan en bailar y mostrarse sonreídos en sus actos de carnaval, en su Venezuela “chévere”?
¿Será que todo esto se está convirtiendo en la nueva “normalidad” de la vida venezolana?