El blog de Golcar

Este no es un reality show sobre Golcar, es un rincón para compartir ideas y eventos que me interesan y mueven. No escribo por dinero ni por fama. Escribo para dejar constancia de que he vivido. Adelante y si deseas, deja tu opinión.

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Contra un régimen pestilente, Glade Unidad

glade

“Yo no pienso firmar ni una sola solicitud, proclama, exigencia o lo que sea que saque la oposición si no viene encabezada por la MUD, Capriles, Leopoldo, Ledezma, María Corina y toda la oposición. Todos juntos en una misma acción o no hay firma.”

Así actualicé mi estatus de facebook. Esperaba que salieran unos cuantos a recordarme a mi madre. Que saltaran ofendidos a decirme que así no se puede, que con gente como yo no saldremos nunca de esto, que dónde queda entonces el derecho a disentir…

Para mi sorpresa, el post no sólo tuvo unos cuantos “likes” sino que, incluso, los comentarios fueron en su mayoría a favor y algunos hasta manifestaban lamentar no haber pensado en eso antes de estampar su firma en la última solicitud planteada. Unos cuantos hasta lo compartieron.

Creo que a estas alturas ya está más que evidenciado que la masa opositora. Lo que damos en llamar el “pueblo” que no está con el régimen –y que aumenta en cantidad cada día, el rechazo ronda el 80 por ciento, gracias a las nefastas no-políticas del gobierno-, desde siempre ha demostrado que está unido en su lucha y dispuesto a seguir la iniciativa que nos conduzca a un cambio. Lo ha demostrado cuando ha salido en multitudinarias marchas en todas las ciudades del país, cuando ha asistido a concentraciones, a bailoterapias. Cuando lo han llamado a cacerolear y se ha quedado sin una sola olla en su casa sin abolladuras. Siempre ha respondido en masa al llamado de los líderes. Sea del lado de la oposición que sea que se convoque.

Salvo algún radical de teclado que es más la bulla que hace en las redes que el bulto que hace en la calle. Y uno que otro ‘exiliado’ que en mayúsculas pone en sus redes: “HASTA CUANDOOOO!!!! ES QUE NO SE CANSAN, NO TIENEN DIGNIDAD??? SALGAN A LA CALLE HASTA QUE EL TIRANO CAIGA!!!” mientras en su interior susurra “Que yo quiero volver”. La inmensa mayoría del pueblo opositor quiere una salida pacífica y electoral. Necesitamos una transición. Pero eso pasa primero por estar unidos. Desde la dirigencia hasta el vecindario.

La unión que la masa ha demostrado en incontables ocasiones, ha encontrado poco o muy débil eco en la dirigencia. Ya está bueno.  Que la próxima propuesta que se haga, en el encabezado diga:

“La MUD, Leopoldo López, Antonio Ledezma, María Corina Machado, Henrique Capriles Radonski… unidos al pueblo de Venezuela, solicitan, exigen, proponen, gritan, maúllan, esto, esto y aquello”.

Que se reúna la dirigencia en un cuarto. Que se jalen las greñas. Que se puyen los ojos. Que se pongan tachuelas en las sillas. Que se metan el pie cuando el otro pase. Pero que salgan de ese cuarto con una propuesta unitaria al país. Que metan en una bolsa los nombres y sorteen el lugar en que aparecerá la firma de cada uno en el encabezado. Que nos pidan la firma, la marcha, la acción, todos juntos. Si están todos, estoy yo. De lo contrario, les agradezco a mis amigos de las redes que no me manden links con petitions on line ni nada que se le parezca para que firme.

Que si a Leopoldo no le gusta que Capriles tiene pecueca, que le regale un Borocanfor porque Mexana no hay.

Que a María Corina le molestan los peos de caraotas refritas de Chúo Torrealba, que le mande un digestivo.

Que a Ledezma lo asfixia el violín de Leopoldo,  que le regale un desodorante. Están difíciles de conseguir pero cualquier cosa se lo envío por correo expreso.

Que a Capriles se le tapa la nariz con el olor a naftalina y humedad de Ledezma, que le regale un deshumidificador.

Que a Chúo no le gusta que María Corina…

No, María Corina es una señora y no debe tener ningún mal olor. Debe oler a rosas. Pero bueno, si Chúo siente un tufillo en María Corina a agua vieja del florero, pues que le cambie el agua y prenda un incienso.

Pero que de ese cuarto salgan con una propuesta al país. Una propuesta de todos para todos. Que si nos equivocamos nos equivoquemos todos. Sin un “Yo te lo dije”, sin un “Yo te lo advertí” después.

¿Pifiamos? Pifiamos todos.

Nos tapamos la nariz y nos volvemos a reunir y lo volvemos a intentar.

¿La propuesta tiene éxito? Gana Venezuela.

A cada uno de nosotros nos puede generar desconfianza alguno de los líderes de oposición, podemos percibir en uno o en otro algún tufillo molesto.

Pero, ningún olor que expidan esos líderes y que incomode a su vecino o a nosotros es más pestilente que la corrupción del régimen. Ninguna fetidez es más penetrante que la de los cuerpos podridos y con balas en la cabeza que se glade4han encontrado. Ningún hedor puede ser más atormentante que el de la sangre fresca sobre el pavimento o los sesos en una acera.

La pudrición de este régimen es tal, que ya sólo cuentan con las ratas y lo que se les acerca a última hora son solo zamuros atraídos por la pestilencia mortecina de la carroña.

Si quieren nuestra firma en una propuesta para sacar a los enchufados. Que se reúnan, negocien, conversen y salgan con una propuesta unitaria. Contra la peste fétida del régimen, Glade Unidad. Ningún otro adminículo podrá ser efectivo. La única manera de extraer la fetidez de este régimen. La unión hace la fuerza es más que una frase manoseada. Que lo digan los chilenos. Desconectemos del toma corriente a los enchufados, conectando el Glade Unidad, el mosquetero “Todos para uno y uno para todos”.

De lo contrario, si no veo la firma de todos en el tope, no se molesten ni pierdan su tiempo mandándome “Petitions on line”. No me interesa.

Mis 10 libros en Facebook

libros fb

Hay en el facebook una catajarria de jueguitos insoportables, de esos que hinchan las pelotas como dirían los perfectísimos argentinos, en los que lo etiquetan a uno para hacer unas especies de cadenas que terminan siendo un verdadero coñazo.

El tema es que te nombran y tienes que hacer lo que te invitan a hacer, por más ridículo que te parezca, y al mismo tiempo echarle la vaina a unos cuantos amigos más, quienes a su vez se supone que deben continuar el incordio hasta que, supongo, algún día, te vuelve a caer la plaga a ti. Tengo en mi bandeja de mensajes unos cuantos jueguitos que dejé guindando sin siquiera dar explicaciones. Que la vaina, en términos criollos, es una ladilla.

Pues bueno. En estos días, el amigo Juancé Gómez me convidó a hacer una lista de mis 10 libros preferidos. Luego de pensar en escurrir el bulto y hacerme el policía de Valera, me animé y escribí en mi muro la lista de mis libros.

Doy fe de que lo allí escrito y descrito es rigurosamente cierto y que cada libro mencionado tuvo los efectos descritos en mi alma, espíritu y mente y que tal vez de allí provenga este entuerto mental que intelectualmente me caracteriza. La lista, como toda lista, es arbitraria y está compuesta por los títulos que salieron espontáneamente de mi archivo mental, de primer golpe y sin escudriñar mucho. Si la hiciera con más detenimiento posiblemente terminaría siendo otra lista pero, al final, esto fue lo que dije en facebook y transcribo aquí con muy pocos retoques:

Ok. Juancé, aunque me ladillan un poco estas listas y hubiera debido mandarte a hacer puñetas como sabiamente lo hizo Milagros González, como me agarraste de buen humor –cosa rara en mí–,  voy a ponerme al descubierto.

No están en mi lista los grandes maestros de la literatura.  Esos, pocas emociones me han despertado. Me han enseñado muchas cosas pero muy pocas emociones, realmente.

Mi lista va de libros que por diferentes motivos y en diversas épocas de mi vida cayeron en mis manos,  los leí y me impresionaron independientemente de la calidad literaria y la originalidad o profundidad.

1º – A los 14 años cayó en mis manos «Motín en el reformatorio» de Jack Thomas, una historia perversa y negra no apta para un niño de 14 años de La Parroquia que me devoré impresionado con el relato. Por ese entonces, vivía mi hermano Toño detrás del reformatorio de Mérida y cuando escuchaba a las reclusas gritar obscenidades y cochinadas a los hombres a través de las ventanas, recordaba la cochambrosa novela de Thomas. Al día de hoy me eriza la piel la imagen de esas chicas, casi niñas, violando al vigilante del reformatorio en el baño.

2º – Al poco tiempo, paró en mis manos sin saber porqué pues no creo que ningún adulto me lo hubiera podido recomendar, un libro que,  por lo gordo y por las páginas de papel cebolla, parecía una biblia y que fue causa de mis desvelos adolescentes, pues me daban las cinco de la madrugada pegado a la historia de un grupo de jóvenes adolescentes que pasan un verano desenfrenado en un pueblo español, consumiendo cuanta droga se cruzaba en su camino, mucho sexo y licor y mucha diversión. «Los hijos de Torremolinos” de James A. Michener. Tampoco apto para la edad. O tal vez sí.

3º – «Por quién doblan las campanas”, de Hemminway, otro libro que me erizaba la piel y no me dejaba dormir. Eso de no preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti. Me retumbaba en la cabeza al cerrar el libro y apagar la luz.

4º «El pájaro espino», de Collen McCollough. Tenía como 17 y las hormonas alborotadas. La sórdida historia de amor entre el cura y la protagonista me dejaba siempre con una erección. Nunca superé que, al final, todo termina siendo para la protagonista como un castigo divino a tanta irreverencia y lascivia. «Hay un pájaro que desde que nace empieza a buscar la espina más grande y alta del bosque. Cuando la consigue, la clava en su corazón y canta por primera y única vez en la vida. Entre más se hunde la espina y se aproxima la muerte, más lindo es su canto». Versión mía del epígrafe de la novela. La versión seriada para la televisión, después, fue una decepción.

5º – «Shogún», de James Clavell. Otro mamarro de libro que leí en inglés en mis meses en Wilmington,  Carolina del Norte, y que me presentó el fascinante mundo japonés con todo su exotismo y enseñanza de vida y la impresionante costumbre del sepukku.

6º – «Peonía» y otros libros de Pearl Buck, novelas que me mostraban el contraste entre el mundo chino y americano y que me gustaban por lo fácil que era leerlas y disfrutarlas. Siempre recuerdo una escena en una de ellas en la que la protagonista comentaba como había resuelto el contraste entre el impoluto blanco de la ropa de bebés de los gringos y el poco higiénico colorinche de los vestidos chinos. Ella decidió vestir a su bebé con ropa interior asépticamente blanca y la ropa exterior con la alegría de los colores chinos. Era su forma de sacar lo mejor de los dos mundos.

7º – «Las sandalias del pescador», de Morris West, que puso en duda todo un sistema de creencias y enseñanzas, sobre la vida, la fe y la religión.

8º – «Entrevista con la historia» de Oriana Fallaci y otros libros de ella que me metieron el gusanito del periodismo en el cuerpo y me mostraron que los grandes personajes de la historia no son más que seres humanos con sus virtudes y muchos defectos.

9º – «El túnel» de Sábato que me mantuvo loco por casi un mes. Deambulando por las calles y haciendo cosas impensables a la gente que me quería. Hoy me juzgarían por violencia hacia la mujer y al prójimo.

10º – Los cuentos de «Autopista del Sur» y de «El perseguidor» de Cortázar que fueron mis noches de cielo estrellado en isla de Coche hace 30 años, tirado en el suelo de la plaza Bolívar del pueblo, a la luz de una farola y recostando la cabeza a un banco. Coche era dos calles de tierra entonces y oscuridad absoluta en la mayor parte del pueblo. Al día de hoy paso por esa plaza y me parece reconocer a «Circe» entre los arbustos de la plaza, o ser empujado por sombras invasoras en «Casa tomada», o el atasco de la autopista francesa, o la impresionante visión de «Continuidad de los parques»…

De ñapa, te dejo mi biblia: «Memorias de Adriano» de Marguerite Yourcenar, un libro que es enseñanza de vida. Que a mí me enseñó a vivir. Si los seguidores de Paulo Coelho y toda la paja loca de la autoayuda tomaran esa biografía del emperador romano, la leyeran, saborearan, deglutieran, asumieran y entendieran toda la enseñanza que encierra sobre la belleza, los placeres de la vida, el amor, la tolerancia y la estrategia, quemarían en una hoguera a Coelho con sus libros y aprenderían a vivir la vida a plenitud.

Eso es todo querido amigo. Largo porque no sé hacerlo corto.

P.S. No me etiqueten en jueguitos del facebook, plis.

El buitre hambriento nos ronda

Buitre

Captura de pantalla de la página http://www.cuentosinfin.com/el-buitre/

Quienes me siguen en la redes sociales deben haber leído el cuento de Kakfa que aparece en la foto porque lo he subido varias veces tanto a Facebook como a Twitter y Google+.

La razón por la que reincido en la publicación del corto relato de Franz Kafka titulado «El buitre» es porque desde que lo reencontré -hace pocos días, gracias a la mención que de él me hiciera mi sobrina Valentina-, «El buitre» me ha estado carcomiendo la mente. Me impresiona ver que en pocos párrafos, en apenas 20 líneas, el autor nacido en Praga ha logrado pintar de manera tan contundente y precisa la Venezuela de los últimos 15 años.

El cuento parece una alegoría de lo vivido y sufrido por los venezolanos desde que el socialismo a la cubana decidió instalarse en estas tierras benditas de las que parece haberse olvidado Dios.

A los venezolanos, como al hombre del cuento, desde hace 15 años nos empezaron a devorar como lo hace el buitre de la historia kafkiana. El régimen actúa como el hambriento emplumado y los ciudadanos hemos respondido tal y como lo hace el hombre de la historia, nos justificamos para no hacer nada contra el buitre, nos sobran las excusas para la inacción: «porque somos débiles», «porque el buitre es muy fuerte»,»porque estamos solos», «porque lo que nos ha quitado es poco» -al hombre del cuento apenas los zapatos y los pies. Todavía tiene el resto del cuerpo-. Como aquellos a quienes les expropiaron 2 de sus 5 fincas y lo asumieron sumisamente porque le quedaron 3 y no quisieron arriesgarlas…

Como en el caso del relato, algunos venezolanos no hacemos nada porque sentimos que hasta ahora es poco lo que hemos perdido y «No vale. Yo no creo» que pasen de allí. «Venezuela no es Cuba»…

Otros esperamos que la solución nos venga de afuera, que aparezca el hombre y diga que va a buscar el fusil para atacar al buitre y nos defienda. Porque «a los gringos no les conviene, porque el petróleo, y bla bla bla…»

Con cierta impotencia y resignación, hemos tolerado que el socialismo a la cubana se vaya afianzando en suelo patrio. Lo vemos venir, lo sentimos llegar pero todavía no parecemos convencernos.

15 años han pasado y todavía muchos dicen «No vale. Yo no creo». Mientras otros celebran con la inconsciencia de quienes no se han percatado de que esa fiesta terminará en una resaca que Carianilos devorará a ellos también.

El buitre de Kafka tiene días revoloteando en mi cabeza. Leo la despedida del programa Zonalibre de Alexandra Cariani luego de 8 años al aire en horario estelar de la Emisora Cultural de Caracas y siento que el pajarraco ha asestado un certero picotazo en nuestra libertad.

¡Qué tristeza tan honda me da cuando leo noticias como esa!

Al leer a la Cariani siento que en este país se han conseguido tantas formas de irnos enmudeciendo, de irnos devorando la libertad, que una vez más recuerdo el cuento de Kafka y «El buitre» anida en mis neuronas.

Siento que la bestia nos va carcomiendo de a poco y nosotros por ignorancia, por estupidez, por cobardía, por desinterés, lo permitimos sin hacer nada. Me abruma la tristeza.

Pocas horas después, leo en Últimas Noticias que el régimen estudia una medida mediante la cual los «Extranjeros deberán pagar en dólares pasajes que compren en el país». Sí, en dólares y no en moneda nacional. El buitre enfurecido ataca de nuevo, pienso.

Leo y releo la noticia porque el titular de un solo golpe me mandó 23 años atrás cuando fui a La Habana y como turista todo lo tenía que pagar en «divisas», como decían ellos. Si quería como extranjero invitar a comer a un cubano, su comida también la debía pagar en dólares. El peso cubano era un entelequia que no servía para nada.

Vuelvo a leer y solo puedo pensar que luego será con el pago de hoteles, con el pago de servicios turísticos… En poco tiempo el bolívar fuerte valdrá lo mismo que el peso cubano. Nada.

En el cuento de Kafka, llega el momento cuando el buitre sabe que un hombre puede buscar la escopeta para enfrentarlo. Ante esa certeza, la plumífera y hambrienta bestia decide atacar con más saña e ir por todo. Picotea en el cuello con furia y la sangre que maná lo ahoga.

Solo falta saber si en nuestro caso la sangre que brote realmente ahogará al buitre o, por el contrario, lo fortalecerá como a un vampiro hasta terminar de arrasar con todo.

Hoy fue un día normal

Este post lo ilustro con  la bandera nacional invertida porque Venezuela sigue pidiendo socorro.

Este post lo ilustro con la bandera nacional invertida porque Venezuela sigue pidiendo socorro.

Hoy fue un día normal. Con esa “normalidad” que caracteriza a la realidad venezolana desde hace bastante tiempo y a la que mientras algunos parecen acostumbrarse, otros, tratamos de permanecer conscientes que esta forma de vivir NO es normal y que uno como ser humano y ciudadano merece algo mucho mejor.

En la mañana, al no más encender el teléfono conseguí el siguiente mensaje: Eliminen a Roly del PIN porque lo atracaron en la mañana y se llevaron el Blackberry.

Ya perdí la cuenta de a cuántas veces he recibido ese mensaje de familiares y de amigos. En esta oportunidad fue a mi sobrino Rolando, quien vive en Barquisimeto.

Inmediatamente, las preguntas normales ante este tipo de noticias ¿Cómo fue? Está bien? ¿Le hicieron algo? Y la respuesta: “Dos tipos lo interceptaron camino al trabajo. Está bien pero no sé más”. Y el agradecimiento a Dios porque está bien y no pasó a engrosar las estadísticas de los venezolanos que mueren a manos del hampa para robarles 300 bolívares y un teléfono.

Luego de eliminar el contacto del sobrino, revisé cómo pintaba el panorama de los otros mensajes que tenía por si había alguna noticia importante y comprobar que no había nada fuera de lo normal. Un montón de rumores por cadenas de PIN y de Whatsapp, más los ya acostumbrado de Twitter y Facebook.

Que si metieron preso a Leopoldo López, que a Capriles lo están buscando para meterlo preso, que ya emitieron órdenes de captura contra los miembros de la Mesa de la Unidad, que Diosdado cabello erigiéndose en amo y señor de la Asamblea Nacional destituyó a todos los diputados de oposición que presiden comisiones en el parlamento, que les negó el derecho de  palabra a esos diputados de oposición y no les permitirá hablar en la Asamblea hasta que ellos digan que reconocen a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, que en Lara efectivos policiales atacaron a gente de oposición disparando hacia sus casas, que diversos voceros del oficialismo acusaban a la oposición derechista de haber arremetido y atacado Centros de Diagnóstico de Barrio Adentro, escuelas bolivarianas y sedes de medios de comunicación oficialistas, que detuvieron a no sé cuantos militares institucionalistas…

En fin, la retahíla diaria que uno, con tanto tiempo ya descubriendo ollas, montajes, noticias falsas y cadenas escandalosas ya sabe discernir por dónde vienen los tiros y extraer con pinzas lo que puede ser cierto de lo que son invenciones o bien de gente ociosa o bien de la inteligencia del régimen para que los pendejos los crean, los hagan circular y contribuir con el estado de zozobra, miedo y desinformación que a este tipo de gobiernos siempre les conviene y favorece.

Bastante deprimido, con el cuerpo cansando por el estrés de los últimos días, y el espíritu exhausto, me fui, sin muchas ganas, a trabajar, luego de echar una pequeña lloradita al comprobar cómo en Venezuela, sin apenas darnos cuenta, empezamos a vivir bajo el reino del miedo y el terror.

Esa sensación de no querer salir por un inexplicable miedo, pude comprobar que es bastante extendida al leer varios mensajes de personas que comentaban cómo han tenido que aprender a convivir con el miedo.

Miedo al hampa que nos diezma sin piedad pero también miedo al vecino que tiene una tendencia política opuesta y que, en tiempos de revolución, ha pasado de ser un vecino adversario político a un enemigo, en algunos casos solapado, y en otros, abiertamente declarado.

Este mensaje guindado en el muro de Facebook de un amigo de una amiga, fue la guinda para desatar el llanto y profundizar la depresión:

“Por mi casa, es complicado cacerolear. Los vecinos tenemos que apagar la luz para hacerlo.Tener cerca las sedes de Caracas del PSUV y del PPT, no ayuda. Salen algunos chavistas, toman fotos de los lugares donde ven luces, señalan apartamentos, casas. Estás desconcertados. Temen. Llegan motorizados y siguen señalando lugares. Así, como la Cheka, la Gestapo, la policía de Pinochet, como los generales argentinos, la Seguridad Nacional. No nos merecemos un país así”.

De necio que soy, me puse a leer lo que sus amigos comentaban al post. Una decía:

“Por mi casa la gente también apaga la luz y se escuchan disparos. Aún así la gente está resteada, tienen más de 30 minutos sonando sus cacerolas. Desde acá acabamos de ver cómo están amedrentando a un bloque del 23 de enero. Y siguen sonando”.

Y otra más:

“Acá pasó un motorizado con la pistola afuera y le hicimos más bulla, carajo. Nos vio. Ahora tenemos el peo en la cabeza de que el bicho volverá a llenarnos de plomo la casa”.

Y esta, con la que ya no pude contener el llanto:

“Pues yo siempre he apagado la luz, sí, confieso que me da miedo. Hace años asistí a un congreso de antropología del caribe en La Habana, yo siempre medio escandalosa conversaba de ese país en la casa de unos conocidos y de pronto me mandaron a callar, cambiar el tema, pregunté y me dijeron que el vecino, el amigo de toda la vida era del CDR, me hice tantas preguntas, nunca imaginé que lo experimentaría. Mi técnica es cerca de la ventana con luz apagada y sueno, sueno mi rabia mi tristeza mi esperanza, hemos roto cucharillas, abollado sartenes, siempre con la esperanza intacta”.

Moqueé un rato, me lavé la cara y sin poder sacudirme la depresión, me fui, temeroso, a trabajar.

Normalmente, tengo que salir varias veces al día a la calle a hacer diligencias, ver si consigo algún producto que me falta, pagar los servicios, ir al banco… esas cosas cotidianas que todos los ciudadanos del mundo tienen que hacer y que en las sociedades más o menos civilizadas, se hacen sin temer que pueda suceder algo en el camino pero que, en nuestro país, terminan siendo misiones de alto riesgo y hacemos con dos ojos al frente y cuatro atrás porque nunca sabemos qué se puede uno conseguir al doblar en la esquina.

Pues, hoy no quise salir. Las tareas pendientes decidí dejarlas para cuando esté de mejor ánimo y con el biorritmo un poco más alto. Pero, a eso de las 5 de la tarde, recordé que quería comprar una “bubuzela” para sonarla en la noche a la hora del cacerolazo. Me armé de valor y salí hacia la piñatería que queda a dos cuadras.

En el camino me encontré con una amiga. Conversamos un rato y, por supuesto, salió el tema de las protestas:

-Por mi casa anoche mataron a dos personas que estaban caceroleando. Dice, y me cuenta los detalles.

-Yo vivo en una calle ciega y los vecinos, salimos a las puertas de las casas y tocamos allí las cacerolas. Pero anoche no salí. Esta mañana, cuando va mi esposo saliendo a trabajar, se consigue con que está la policía, pregunta qué sucede y le cuentan que en el momento cuando estaban protestando, se presentaron dos motorizados disparando y mataron a dos personas. Ese es el amor del que tanto hablan en cadena.

No me interesó obtener más detalles. En días como hoy, entre menos información tenga, mejor para mi salud mental.

Llegué a la piñatería, escogí mi bubuzela y, cuando iba a pagar, la chica de la caja me dice, ¿y esto? ¿Para esta noche?

“Sí –le digo-, para el cacerolazo. Aunque luego de que anoche hubo muertos por cacerolear y anoche un carro extraño pasó varia veces mirando hacia mi balcón, esta noche lo haré con las luces apagadas. Por eso quiero hacer bastante bulla”.

-Yo vivo en San Jacinto –dice la chica mientras me empaqueta, cobra y da el vuelto de la bubuzela- y para cacerolear me subo en la azotea porque por mi casa pasan las motos amedrentando con las armas en la mano. Anoche estaba una gente en la puerta de su casa caceroleando con sus niños y los motorizados llegaron a amenazar con pistolas. Las mujeres se lanzaron encima de los niños para protegerlos, pero como saben que sabemos quiénes son, no se atrevieron a llegar a más.

Como el miedo se ha ido apoderando de nosotros paulatinamente, trato de salir del trabajo temprano, mientras todavía hay luz de sol y movimiento de gente en la calle. Así lo hice hoy.

Llegué a la casa y me conecté a internet. La información de Diosdado, como supuse, resultó ser cierta, se autoproclamó en rey de la Asamblea Nacional. Lo de Leopoldo López fue cierto a medias así como lo de Capriles y lo de los ataques a sedes oficialistas, como había previsto, terminó siendo una «olla» del régimen para abonar el terreno “informativo” de lo que decidieran hacer contra la oposición. «Olla» puesta al descubierto por los mismos ciudadanos a través de las redes sociales son fotos de los lugares, supuestamente atacados y destrozados, en perfecto estado.

A las ocho, olla y cuchara en mano y bubuzela en la boca, comenzamos a cacerolear con frenesí. Hay que drenar el miedo y la tensión. El joven vecino oficialista, de unos 20 años de edad, salió con su novia de la mano, miró hacia nosotros, lo saludé levantando la mano y con su mejor sonrisa levantó la suya mostrándome una inmensa pistola y siguió su camino.

¡Coño, se me olvidó apagar las luces! Interrumpí el cacerolazo y corrí a apagarlas para continuar con la bubuzela y el golpeteo de la olla durante la hora reglamentaria. Una patota de unas seis o siete motos con sus dos pasajeros arriba pasó por el frente lentamente. Sonamos más duro todos los vecinos. Al rato pasó otra moto y, un poco después, otra más. Sentí que nos encontramos bajo el terrorismo de estado. En fin, hoy fue un día normal…

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